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Antes de la masacre en casa de Hoseok.

Pov Suga

El amigo de mi pequeño Jimin se había ido. Todo sucedía a la perfección. Tal y como lo había planeado. Le había dicho a mi ayudante que plantara un somnífero en la bebida de Hoseok que debía estar sobre la mesita de noche a un lado de su cama.

Mi hermoso Jimin estaba dormido en la cama. Esperé a que fueran las once de la noche para colocarme un cubre bocas, un gorro azul y unos guantes azules de látex. Salí de la habitación y busqué sedante en el almacén de medicinas más alejado a nuestra habitación para que no fuese obvio. Regresé a la habitación y lo inyecté en la intravenosa de Jimin. Fue cuestión de unos minutos para que hiciera efecto.

Sonrío satisfecho metiendo los guantes, la bata, el cubre bocas, la jeringa y el gorro en una bolsa negra de plástico. Cargo su cuerpo sobre mi hombro con delicadeza para no lastimarlo. Salgo de la habitación cerrando con llave a mis espaldas, todo gracias a que le había quitado la llave a la enfermera encargada mediante coqueteos y elogios. Miro a los lados con cuidado para cerciorarme de que no hubiese algún testigo cerca. Menos mal había apagado el sistema de cámaras de seguridad, así no habría registro de nuestra temporal ausencia.

Una vez fuera, lo metí en la parte trasera de mi auto. Lo vi asegurándome de que iba a dormir durante nuestro pequeño viaje. Al sentarme en el asiento del piloto, suelto un suspiro, soltando la bolsa negra en el asiento del copiloto. Giro la llave encendiendo el motor y arranco de inmediato. No tenía mucho tiempo. Todo estaba contado. Cada minuto y cada segundo.

Tras unos diez minutos de recorrido veloz por un atajo en el bosque, llegamos a mi casa, no muy lejos del hospital. Estaciono justo al frente y salgo del automóvil para cargar a Jimin que parecía removerse un poco entre sueños.

Entro a la casa y subo las escaleras. Jimin pesaba un poco pero no era problema para mí, mi casa no era tan grande. Llego a mi habitación perfectamente ordenada y lo recuesto en la cama. Se veía lindo con solo la bata de hospital. Se la quité y me senté a su lado, observándolo.

— Eres tan hermoso, precioso. — Susurro dejándome caer de espaldas a su lado. Tenía algunos minutos libres para reposar.

— Yoongi, Yoongi. — Me llama moviéndose en medio del sueño. Parecía estar inquieto, nervioso. Abre sus ojos lentamente y se sobre salta al verme. Me senté en mi lugar, sonriendo apacible ¿Cómo era posible que Park Jimin fuese tan perfecto sin importar lo que hiciera?

— Hola, precioso. Estaba esperando a que despertaras. — Me levanto y camino hasta el cajón de la mesa de noche a un lado de mi cama. Saco un frasco y lo destapo. Me mira desconfiado, pero me tomo la molestia de sujetarlo no tan bruscamente de la nuca para atraerlo e invitarlo a que lo huela. — Calma. Sólo huele. Te hará bien.

Se acercó escaneando con los ojos el frasco y olió con miedo. Relamió sus labios procesando el aroma, y tras unos segundos, se acercó y volvió a aspirar con gusto. Para que no se excediera, alejé el frasco rápidamente y lo tapé.

Pude notar sus mejillas rojas, sus pupilas dilatadas, y posiblemente su consciencia en otro sitio menos en el mundo real.

— ¿Qué es eso? Huele tan bien. Me recuerda a esa vez que me castigaste en el comedor y en el baño. — Esta vez se veía más sincero, desvergonzado, liberado. Si tan solo pudiera drogar su cuerpo más seguido. Mordió su labio inferior buscando con la mirada alguna cosa. Se notaba que ya no estaba muy consciente de lo que hacía o decía. — Yoongi.

Me sorprendí cuando analicé mejor sus palabras. Nunca antes le había castigado en esos lugares. Claramente se refería con castigo al sexo oral que le hice por primera y única vez en su cama ¿Estaba alucinando o había sido algún sueño que él mismo había tenido? Desde ese día yo no le había hecho sexo oral.

EGOÍSTA⠀•⠀Yoonmin ˖ Taekook⠀[ +21⠀﹫Libro 1 ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora