La melodía infernal de su reloj despertador comenzó a levantarse imponente sobre su habitación. Sin si quiera abrir un ojo, tanteó con su mano hasta cesar el sonido. Después volvió a dormir.
En el dormitorio de Leo todo estaba tranquilo, consciente desde las cuatro de la mañana, después de haber pasado unos momentos en el techo mirando las estrellas, pensando en todo lo que había pasado la noche anterior: el caluroso recibimiento de sus amigos y el tiempo que había pasado con Grayson. Tras haber encendido en fuego una carta, la dejó ir permitiendo que el tiempo se la llevase volando.
Grayson; aquel sentimiento extraño seguía quemando en su interior, y al saber que tenía exactamente los mismos gustos en la lectura aumentaba más la confusión que se extendía por toda su razón. Cada vez se volvía más complicado de entender, ¿qué era eso que estaba sintiendo y por qué se sentía tan bien al lado de él?
Analizó las posibles soluciones:
1. Estoy enamorado de Grayson: No...
2. Me gusta Grayson: Sí.
3. Me siento bien estando con Grayson: Totalmente.
4. He conocido a Grayson antes: No lo creo...
Rió ante su pequeña lista, entonces comenzó a pensar. ¿Por qué se sentía tan en confianza cuando estaba con él?
Como primer punto dejó en claro que nunca había conocido a alguien como él: arrogante, solitario y sarcástico. Eso lo hacía interesante, se podría decir que hasta misterioso y Leo amaba los misterios. Sin embargo, su alma le decía que había algo más esperando a ser descubierto.
Pero lo que Leo no sabía era que con Grayson le esperaba una caja de sorpresas.
La noche anterior había sido bastante difícil. Llegaron a eso de las una y media, gracias a que un amigable anciano se ofreció a llevarlos en la parte de atrás de su camioneta diciendo que su calle le quedaba de paso. Hacía un frío de infiernos, pero era eso o caminar por un par de horas más. El hombre, que tenía por nombre Ollie, les dejó en la esquina, por lo que solo debieron avanzar unos metros. Ellos se despidieron agradecidos de que no les haya costado nada. Ollie sonrió cálidamente al ver cómo Leo intentaba posar su brazo sobre el hombro de Grayson, pero este se alejaba incómodo y vergonzoso. Cuando ellos se habían alejado, Ollie comenzó a acelerar con una sonrisa.
Se levantó de su alcoba, restregándose los ojos con ambas manos y bostezando en grande. Se estiró flexionando sus músculos y levantando la camisa blanca que llevaba puesta dejando visible su entrada en V y un rastro frondoso de vellos del ombligo hacia abajo. Leo parecía todo un hombre adulto a tan corta edad y muchos se lo repetían en varias ocasiones.
Un ligero calambre atacó su entrepierna, apenas había notado cuán duro estaba. Algunas veces decidía bajarse lo caliente masturbándose, pero simplemente hoy no le venía ganas de provocarse en la mañana. Simplemente le pareció innecesario. Hoy conseguiría algún encuentro rápido; hacía poco más de un mes que no tenía relaciones, desde que se mudó de París donde su única novia formal fue Sunny, con tres meses de relación hasta que, en una noche de cervezas y alcohol, se enredó con una hermosa pelirroja de curvas definidas con ojos color miel.
ESTÁS LEYENDO
Buenos días, Héroe
RomanceGrayson y Leo cruzaron caminos en el momento y lugar equivocado en lo que fue una simple coincidencia. Sin embargo, deciden continuar con la extraña atracción que surge entre ellos que los incita a estar cada vez más juntos. En su búsqueda por encon...