Sus manos sudaban resbalosas, se sentía incapaz de levantarse temiendo que, si lo hacía, caería de espaldas torpemente y se lastimaría. Deseaba que ahora la tierra lo traga y escupiera en algún lugar lejos de ahí. En algún momento comenzó a hacer más frío, o quizá era solo él.
No podía hacer esto; simplemente era incapaz.
—Yo... no puedo.
—Querido, es cumplir con el reto o recibirás un castigo, y déjame decirte que soy la mejor en dar los más vergonzosos, o pagar en efectivo. Además, con suerte y te toca Kaelie o cualquiera de nosotras.
Tampoco era tan valiente para recibir un castigo, ni mucho menos tenía más dinero; tan solo había conseguido veinte libras.
De nuevo, suspiró derrotado. Esperaba con todas sus fuerzas que así fuera.
—Bien. Espero ver al menos cinco libras en el centro cuando regrese, lo digo enserio. Tengo que recuperar mi dinero.
El moreno se levantó temblando, luchando arduamente por no perder el equilibrio.
—No tendrás nada si no hay acción ahí dentro.
Grayson se tensó.
—Cállate, Alex —respondió Leo.
Continuó hasta la habitación, cerrando la puerta tras de sí. ¿En qué se había metido al unirse al juego?
Tomó asiento en la cama, respirando fuertemente. Realmente estaba muy asustado. Era ahora cuando se arrepentía de no haberle hecho caso a Leo.
La puerta se abrió, pero no pudo identificar de quién se trataba. El temor recorrió su cuerpo entero, creando electricidad. El extraño se detuvo frente a él y no pudo ni siquiera identificar su aroma. Antes de siquiera pronunciar cualquier sonido, sintió unos cálidos labios depositar un beso en su mejilla. No percibió las cosquillas en su cuello por el largo cabello de una chica, ni mucho menos los senos. En cambio, sintió unas punzadas que solo podían significar una barba afeitada. Se trataba de un chico. Intentó recordar quién tenía las características y solo un nombre brotó de inmediato: Alex.
Parecía una balanza; el alivio obtuvo peso, solo por un tiempo muy corto, después el miedo volvió a ganar, desnivelando toda su mente.
No creyó que pudiese estar más asustado, pero todo era posible. Se trataba de que él es su secuestrador en el juego y podía hacer todo lo que le plazca con Grayson sin quejarse. Pero debía confiar en que Alex no le haría nada más allá de caricias o algo, ahora mismo deseaba que la tierra lo tragase. Nunca volvería a jugar este juego.
Alex tomó asiento a su lado en la cama sin hacer nada, sus piernas rozándose a través de la tela de sus pantalones, podía escuchar su respiración. ¿Cómo es que había pasado de un chico marginado a estar sentado en una habitación ajena con otro chico? Ni siquiera se consideraba gay y ahora aquí estaba, sin poder hacer nada porque un chico pudiera hacer lo que quisiera.
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Buenos días, Héroe
RomanceGrayson y Leo cruzaron caminos en el momento y lugar equivocado en lo que fue una simple coincidencia. Sin embargo, deciden continuar con la extraña atracción que surge entre ellos que los incita a estar cada vez más juntos. En su búsqueda por encon...