Leo corría velozmente, manteniéndose debajo del límite para no sudar demasiado y presentarse de esa manera en su primer día de trabajo. Su mochila golpeaba su espalda una y otra vez, sus pies comenzaban a picarle e incluso sentía un calambre en sus plantas. Debía darle las gracias a Ruth que le había enseñado qué bus tomar y a qué hora para llegar a tiempo, o probablemente habría perdido el empleo sin siquiera pisar el lugar. Desde la esquina podía verse la larga fila de personas impacientes por tomar asiento en una mesa; algunas iban acompañadas con sus amistades y otros grupos estaban formados por parejas y sus respectivos niños. A través del cristal pudo ver a James y a Ana. Supuso que Grayson ya debería estar aquí. Una sonrisa se le cruzó por la cara y así de rápido desapareció.
—¡Por fin has llegado! Anda, los vestidores están en la parte de atrás, ¡vamos, vamos!
James habló tan rápido mientras le empujaba hacia la puerta al lado de los baños que ni le dio tiempo de saludar a Ana.
Antes de llegar, los que debían de ser sus compañeros salieron desesperados, casi enviando la puerta a su cara en un fuerte azote. La primera que salió fue una mujer bastante atractiva, de cuerpo ancho y cabello castaño oscuro, al ver al Leo se disculpó de inmediato, luego continuó hasta el frente como todos los demás. Parecía como si se prepararan para una batalla.
Cuando entró a la habitación, solo restaban dos personas. Ahí se encontraba Grayson y otro chico con el que hablaba animadamente. Una pequeña corriente de celos le invadió, pero no le tomó demasiada importancia.
—Estaré ahí en un minuto, Joey.
—Vale —respondió al darse la vuelta—, tú debes ser el nuevo, ¡hola! —le saludó para después salir corriendo. Ahora solo estaban ellos dos.
A Leo no le importó el que no haya nadie más que ellos; comenzó a desabotonar su camisa, dejando visible dos pectorales bien formados y un vientre marcado cubierto por una senda tupida de vellos que descendía y desaparecía por el borde de su pantalón. Grayson solo se recargó contra la fila de taquillas y miró hacia el lado opuesto, a la pared.
—No me digas, ¿necesitas el empleo?
—¿Hay algo de malo en eso? —respondió. Un tintineo brotó cuando el cinturón de su pantalón chocó contra el suelo de madera. Grayson se encontró imposiblemente ruborizado.
—No es nada. Supongo que así estaremos más tiempo los dos juntos.
—Te molesta, ¿no es así?
Grayson se giró sorprendido por su pregunta. Era más incomodidad que otra cosa. Sus ojos se posaron sobre el cuerpo medio desnudo de Leo: bronceado, pero sin llegar a ser moreno, piernas anchas y moldeadas, brazos gruesos y llenos de dibujos; todo en él era singularmente perfecto. Sacudió su cabeza y lo miró a los ojos intentando tener un poco de fuerza de voluntad.
—No, pero sabes que no puedes intentar nada aquí o James te despedirá, ¿verdad?
—Oh, por favor, yo jamás sería capaz de hacer algo así. Además, será solo por un par de días.
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Buenos días, Héroe
RomanceGrayson y Leo cruzaron caminos en el momento y lugar equivocado en lo que fue una simple coincidencia. Sin embargo, deciden continuar con la extraña atracción que surge entre ellos que los incita a estar cada vez más juntos. En su búsqueda por encon...