Capítulo 5

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Los faros del vehículo se extinguieron en la nada, dejando solo algunas lámparas iluminando el exterior en ambos estacionamientos

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Los faros del vehículo se extinguieron en la nada, dejando solo algunas lámparas iluminando el exterior en ambos estacionamientos. Los cuatro bajaron de la camioneta con la mochila a la espalda; Grayson estaba un poco triste y frustrado. No fue el mejor día, tampoco se divirtió mucho. Esperaba algo mejor que volver a la residencia a pasar la noche en el bosque. Aunque la idea de dormir rodeado de árboles y animales extraños lo atormentó momentos antes del viaje, ahora parecía decepcionado por no cumplir aquella meta. Quizá en alguna otra ocasión.


Empujaron las puertas de vidrio, mientras Travis presionaba un botón activando las luces parpadeantes acompañado de un chillido: la alarma.

Sus estómagos rugieron como el de un animal, en sintonía. Se miraron entre ellos, leyéndose la mente los unos a los otros antes de asentir. Luego de dejar sus maletas en sus respectivas habitaciones volvieron hacia el restaurante que, para su suerte, aún estaba abierto y con algunos comensales disfrutando de una fantástica noche acompañada de música. Las mesas ahora tenían pequeñas decoraciones, pero que daban un toque más original al hotel; floreros no muy grandes con hortensias y flores de campo y un tarro de cristal con luces de Navidad dentro.

Grayson eligió la mesa detrás del ventanal, con vista a un pequeño jardín lleno de flores, a pesar de que estaban en invierno, con una fuente mediana encendida con chorros de agua danzantes acompañados de luces azules y moradas, todo era tan magnífico. Deseó que su madre estuviera con él. Con la mirada perdida, apenas y escuchó el choque de las botas contra el suelo; después la presencia de Leo se hizo notable en cuestión de segundos. Sin embargo, no le prestó atención. Estaba muy cansado como para abordar cualquier conversación.

—¿Qué te parece todo hasta ahora?

Obviamente, Leo no pensaba lo mismo.

—Estoy cansado —se limitó a responder en un tono bajo.

—Lo sé. No deben tardar en traer los menús; estarán aquí en un momento y después iremos a dormir.

Grayson asintió torpemente.

—Oye —lo llamó tomando su atención—, ¿quieres que me vaya a dormir con Travis y Alex para no molestarte?

Una oleada de inseguridad lo atravesó como una lanza partiéndolo a la mitad. ¿En serio haría eso por él?

—No, está bien.

—¿Seguro? Porque no quiero incomodarte.

—Sí, seguro.

—Es en serio...

—Lo sé.

—Grayson...

—¡Puedes quedarte conmigo! —levantó la voz, maldiciéndose al instante, mientras el color rojo inundaba sus mejillas y luego su rostro entero. Apretó los puños, comenzando a preferir la opción de tomar el recipiente de vidrio y estrellarlo en su frente. Seis pares de ojos lo miraban con curiosidad.

Buenos días, HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora