Estoy caminando por las solitarias calles de la ciudad. Los postes de luz iluminan la calle por secciones pequeñas. Dibujos abstractos de colores extravagantes compaginando las tonalidades, plasmados en las paredes de ladrillos rojos en tonos viejos y desgastados siguen algún patrón creado por el autor, dan un aspecto urbano y más moderno, una combinación de lo actual en una ciudad tan llena de historia. La luna sobre el manto estelar ilumina tenue, finalizando así una vista que roba el aliento.
Mi abrigo termina unos centímetros sobre mi rodilla; es quizá demasiado largo para mi cuerpo, no obstante, mi madre insiste en que debo usarlo para no pescar un resfriado en estas temporadas de frío.
Es bastante duro tener que soportar las presentes épocas, sin embargo, estoy muy agradecido de tener una cama suave, un techo y un chocolate caliente esperándome en mi taza favorita justo al llegar a casa.
Debajo de la gran y larga prenda abrigadora está mi uniforme del Café, un lugar espectacular para trabajar de medio tiempo en mis vacaciones de invierno por dos razones: la primera porque me brinda sustento económico, o al menos lo suficiente para permitirme algunos gustos como comprar libros de tendencia, botas, suéteres de oferta y, por supuesto, ayudar con los pagos de la casa. Se siente bien aportar algo que saliera de mis esfuerzos y horas de trabajo.
Y, malo porque en las vacaciones navideñas puede llegar a ser bastante desesperante, de modo que si otra familia entra en el pequeño edificio probablemente las personas saldrían disparadas por las ventanas mientras los niños gritan: "¡lancen otro cañón, marinero!".
Es increíble cómo un lugar de dimensiones tan pequeñas puede llegar a resultar sumamente hogareño para mucha gente, saltarse la rutina y vivir un día diferente, reconfortante y con las personas que más amas rodeándote en una fecha tan especial como lo es navidad.
Exhalo agotado soltando una capa de vapor en el aire. Solía hacer eso cuando era pequeño pensando en que así se sentiría expulsar el humo del cigarro.
La perspectiva cambia cuando creces; te das cuenta que ya no eres el mismo de antes, que tus tropiezos y caídas han formado quien eres ahora y gracias a ese pasado vives el presente. Tomas tus propias decisiones con el peso de saber que siempre habrá consecuencias, pero sigues adelante porque a partir de ese momento estás consciente de que tendrás que levantarte por ti solo. Te das cuenta de que hay cosas más importantes en la vida por las que vale la pena sacrificarse.
Meto mis manos en los bolsillos de mi pantalón intentando guardar algo de calor mientras mantengo un ritmo solitario hacia mi casa.
Las cosas han cambiado mucho con el paso de los años, me sigo preguntando constantemente si llegará el día en que todo vuelva a la normalidad, aquellos tiempos en donde solíamos disfrutar de una velada o simplemente de una noche de fiesta entre amigos, pero todo eso ahora parece tan lejano. No puedo terminar de aceptar que debemos llevar un estilo de vida diferente solo por ser una de las zonas menos importantes de Londres. Parece casi irreal el que una ciudad oculte tantos secretos.
ESTÁS LEYENDO
Buenos días, Héroe
RomanceGrayson y Leo cruzaron caminos en el momento y lugar equivocado en lo que fue una simple coincidencia. Sin embargo, deciden continuar con la extraña atracción que surge entre ellos que los incita a estar cada vez más juntos. En su búsqueda por encon...