Capítulo 16

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Eran alrededor de las cinco de la tarde cuando Leo conducía la camioneta de Travis con Grayson a su lado en el asiento del copiloto

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Eran alrededor de las cinco de la tarde cuando Leo conducía la camioneta de Travis con Grayson a su lado en el asiento del copiloto. Tenía los ojos vendados porque supuestamente la sorpresa no acababa en la fiesta de bienvenida, un tanto exagerado tomando en cuenta que solo se fue por cinco días.

Treinta minutos o más pasaron en el tráfico, entre plática e historias, por fin estaban cerca. Los nervios de Leo estaban a flor de piel, tenía los nudillos blancos de tanto aprisionar el volante con sus manos. De pronto sintió miedo y pánico; solo debía confiar en que todo iba a salir bien, era su único consuelo.

—Espera aquí —le dijo a su amado chico mientras bajaba del auto cerrando la puerta y caminando rodeando el vehículo para abrir la segunda puerta y ayudar a Grayson a pisar el suelo. Lo tomó de las mejillas y le dio un corto beso lleno de amor. Estaba dejando ahí todas sus esperanzas.

Sostuvo su brazo para guiarlo a través de la multitud, captando algunas miradas curiosas; podía sentirse a través de todo el murmullo el vago sonido del río. Esta noche no había tanto frío a pesar de estar en invierno, el clima estaba a su favor. Caminaron tomados de la mano hasta detenerse en donde todo comenzaría o terminaría. Ahí estaba Sienna, Alex y Travis, pero nadie dijo nada por temor a arruinarlo todo. Leo tuvo el sumo cuidado de que Grayson no tropezara en ningún momento, indicándole cómo tenía que caminar y si había un escalón qué subir, así hasta que estuvo dentro de una cápsula.

—¿London Eye? —dijo sonriente.

—No —respondió Leo canturreando, frustrado de que lo hubiese descubierto.

—¿Puedo quitarme las vendas?

—Todavía no, espera un poco más —titubeó. Las manos le temblaban y estaba sudando, gotas en su frente empezaban a resbalar a los laterales, Alex le entregó un pañuelo para limpiar su rostro.

La atracción giró y giró, momentos antes que llegaran hasta arriba, el nudo que cubría sus ojos se aflojó y luego la venda cayó al piso.

El corazón de Grayson se detuvo cuando observó el lugar que lo rodeaba con detenimiento, observando cada perfecto detalle. Por todas partes había notas de color rojo adheridas a la pared de cristal con su nombre y el de Leo escrito, probablemente no más de treinta, en el centro había un espacio en blanco contorneado en forma de corazón por las mismas notas que dejaban ver a través del vidrio el atardecer, era una vista para recordar. Las nubes cubrían un lienzo azul, combinado con colores anaranjados y violetas, todos pintados en sincronía y con tanta inspiración que nadie jamás podría recrear aquella escena. El sol se comenzaba a esconder por el oeste dejando solo suaves rayos por todo el horizonte. Justo en ese momento, se sintió infinito.

Alex había sacado una cámara y comenzaba a grabar el momento.

Y entonces, cuando nada podía ser más perfecto, delante de él estaba Leo, perfecto como siempre, sosteniendo una pequeña cajita azul marino abierta, mostrando un segundo colgante de plata con una detallada forma de un barco sobre una capa de terciopelo.

Buenos días, HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora