Capítulo 17

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Días más tarde, cuando a Grayson le han dado de alta, los chicos se preparaban para un viaje hacia Dorset, con tal de celebrar el cumpleaños número dieciocho del más chico en una de las playas más bonitas de Reino Unido. Lo habían estado planeado durante toda la semana y gracias a que Travis había conseguido rentar una cabaña a buen precio cerca de la playa a través de un contacto, todos se habían animado, incluyendo Rubén, el novio de Alex que había sido presentado oficialmente hace poco durante una noche de pizza y películas.
El chico era fabuloso, tenía una chispa y un carisma que fue imposible que incluso Travis no pudiese ocultar lo bien que se llevaba con su cuñado.

Rubén estaba cerca de sus treinta y cinco años y aún cuando casi le doblaba la edad a Grayson, su personalidad era de veinte y tantos. Tenía apenas cinco meses viviendo en Londres, lo que fue suficiente para que en ese período corto de tiempo cayera enamorado de Alex. Juntos habían posado su mirada en el otro y desde entonces se habían hecho inseparables. Rubén derrochaba carisma por cada poro de su piel lo que hacía que nunca te aburrieras de su compañía, era un chico bastante agradable y todos estaban consciente de ello. No podían estar más felices de que Alex comenzara a compartir su vida con él.

Leo había pasado la semana pasada hablando con su madre sobre todo lo que había estado ocurriendo desde el momento en que se mudaron a Londres hasta el instante en que su hijo terminó enamorado del chico de al lado. Todo era tan confuso, tan inesperado. Pero bastaron solo unas tazas de té y una intensa y larga plática (acompañada de muchas lágrimas, por supuesto) cara a cara para que todas aquellas incógnitas por fin fueran aclaradas y esos vacíos, llenados. Diana lo entendía, a medias, pero hacía el esfuerzo y para Leo, eso era suficiente por ahora. Él estaba enamorado.

Las citas con su médico eran cada vez menos, dado que ya no hacían falta. Leo había recuperado la mayor parte de su memoria y no necesitaban seguir con el tratamiento. Se sentía feliz de poder adaptarse a su presente. Diana estaba orgullosa de todo lo que había logrado desde el incidente que había arrancado la mitad de la vida de Leo.

Por otro lado estaba la situación con Jacob, habían surgido algunas pistas, unas más creíbles que otras pero, todas conectadas apuntaban a un solo lugar; Ámsterdam. Diana se iría un par de días a los Países Bajos para continuar con la investigación junto a Ruth, con la ayuda de su prometido que les había facilitado el viaje y un lugar dónde quedarse.

Ahora, Diana se despedía de Leo con un fuerte abrazo y un par de lágrimas que aparecían cuando miraba a su hijo romper en llanto.

-Lo voy a encontrar -decía ella mientras Leo asentía con la cabeza enterrada en los hombros de su madre-, pero ahora ve a pasarla bien. ¿Vale? Quiero que tengan un fin de semana inolvidable. Grayson y tú se lo merecen, cariño.

-¿Estás segura que Ruth y tú estarán bien sin mí?

-Pero claro que sí, tenemos a Frederick, él irá con nosotros.

-Vale, apenas sepan algo, llámenme.

-Sí, cariño. ¡Ahora anda, que te están esperando!

-Nos vemos pronto, mamá.

-Cuídate, Leo.

-¡Adiós! -anuncia despidiéndose con un fuerte abrazo.

Del otro lado, Grayson se despedía de su madre, que lo llenaba de besos avergonzándolo de inmediato. Y después, con un beso en la mejilla se escapa corriendo al asiento trasero del coche de Rubén, que está todo lleno de bolsas, maletas y un par de bicis montadas en la parte trasera y sobre el techo por el plan que habían pensado de salir a explorar por la mañana del día siguiente.

Buenos días, HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora