A las cinco de la tarde cuando el sol ya estaba descendiendo ofreciendo una vista sin igual Grayson volvió a salir de su casa, esperando impaciente en la parada de autobús que debía tomar para llegar al café. Tenía puesto su uniforme y esta vez traía un gas pimienta en su mochila, solo por precaución. Para ser honesto, tenía un poco más de miedo hoy, pensando que aquellos chicos cobrarían venganza. Eso realmente le asustaba.
Junto a él se encontraban algunas personas esperando el mismo autobús. Rezaba en sus adentros por que lograra ocupar un asiento vacío y no ir de pie; odiaba tomarse de los pasamanos y tambalearse mientras trataba de mantener el equilibrio.
Justo después de dejar de pensar en las cosas que no le agradaban, el gran autobús se estacionó frente a él. Tan pronto como las puertas se abrieron a la par entró como un rayo presentando su identificación en el escáner y entregando menos monedas al conductor. Se mordió el labio antes de girar hacia la fila de asientos. Por suerte, en la parte de atrás toda una fila estaba libre. Caminó aburrido y tomó asiento con vista a la ventana. El piso era reducido a la altura del borde de la silla, puesto que en ese punto se encontraba la llanta. Grayson se hundió en su lugar, siempre con la mirada examinando todo lo que lo rodeaba fuera, las personas y las casas descuidadas.
No es que no le gustara el lugar donde vivía, simplemente pensaba que podrían mudarse a un lugar mejor, con un precio que su madre y él pudieran permitirse.
Sin darse cuenta, una chica desconocida tomó el lugar a su lado. No se veía de más de dieciocho. Un escote muy disimulado para no llamar la atención, a menos que lo apreciaras más de cerca. Un hermoso collar de plata que se escondía entre la línea de sus voluminosos pechos reflejaba los débiles rayos anaranjados del sol. Su cabello era de un rubio avellana hermosamente liso y con peinado de salón. Muy hermosa, en realidad. Grayson quedó totalmente sorprendido, preguntándose qué haría una mujer así en un sitio como ese.
—Hola —saludó ella, con una sonrisa tímida mientras rebuscaba algo en su pequeño bolso.
—Hola —respondió cortésmente.
—Parece que hoy hace mucho frío. Ayer parecía que el clima sería diferente a la vez pasada.
—Sí, estos días van a ser muy helados. El año pasado no hacía tanto frío como este.
Parecía algo difícil el entablar una conversación, puesto que casi nunca lo hacía a menos que su madre lo empujara a crear nuevas amistades; es decir, jamás.
Treinta y un minutos después, el autobús se detuvo en la esquina del otro lado a donde se localizaba geográficamente el café. La chica de cabellera rubia se levantó colocando su bolso rojo en su hombro. Grayson la siguió para no perder la parada ni retardarse en su trabajo.
En el momento en que sus pies tocaron el suelo con la mochila pegada a su espalda, se encontró con los ojos azules de la chica, mirándolo con familiaridad.
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Buenos días, Héroe
RomanceGrayson y Leo cruzaron caminos en el momento y lugar equivocado en lo que fue una simple coincidencia. Sin embargo, deciden continuar con la extraña atracción que surge entre ellos que los incita a estar cada vez más juntos. En su búsqueda por encon...