~2. ORTEGA

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-Tranquila, no quiero dinero y no te estoy secuestrando.
-Pues como mierdas te guste llamarle a eso de robar a una chica por la calle. –Mi voz empezó a elevarse con un matiz de temor en ella. -¿Por qué estoy aquí? –Pregunte tragándome el miedo en el proceso.
-Tranquila, solo quiero jugar contigo.
-No soy un juguete. –Lo mire a los ojos, y mis palabras se convirtieron en un grito.
-Te alteras muy rápido. –Movió su cabeza en negación.
-Me altera estar contigo. Me alteras tú y tus malditos "Tranquila" –Mi cuerpo tomaba fuerzas y empecé acomodarme sobre la cama.

Me miro de la forma en la que cualquier persona escanearía a alguien. Un tiempo largo, solo mis fuertes agitaciones y su pesada respiración se escuchaba en la habitación.
Rompí el silencio con la misma pregunta del comienzo.

-¿Qué quieres de mí?.

Su mirada seguía en mí. Hice un pequeño impulso para detenerme con mis dos pies y él lo tomó como un movimiento de alerta pues acomodo su cuerpo rígido esperando cualquier cosa.

-Quiero ser tú amigo. –Contesto el desde su ángulo.
-Esas no son maneras de conseguir un amigo. –Tome las muñecas y recorrí con mis dedos las marcas rojas que quedaron en ellas.
-Trataba de ser un encuentro diferente contigo.
-Pues no ha funcionado. Te diré las bases fundamentales para conocer a alguien, primero llegas lo saludas, le presentas tu nombre y entras en confianza. Así son las cosas para una sólida amistad.
-De acuerdo lamento esto, pero las circunstancias son diferentes, tómalo o déjalo. –Volvió a recostar su cuerpo en el respaldo.
-¿Podría irme de aquí?
-No
-¿Qué clase de amigo pretendes ser?

Inclino su cuerpo analizándome de nuevo, con agilidad se levantó de la silla y camino hacia la otra orilla de la cama.

- La clase de amigo al que debes respetar, te quiero como sumisa solo que sin lo erótico, quiero tu obediencia y sin objeciones cumplirás lo que yo mande.
-¿Tenerte miedo?
-Llamarle como quieras.
-Tu completa prisionera.

Inclino su cabeza sin apartar la mirada de mí.

-Tengo una vida, un futuro y soy libre de mis propias decisiones. – Le grite con más fuerzas lo que hizo moverse hasta quedar a dos pasos de mí.
-Ahora tu vida y todas esas mierdas me pertenecen.
-No le pertenezco a nadie y mucho menos lo haría de un secuestrador como tú.
-Desafiarme no te conviene.
-Desafiarme a mí no te conviene. –Le grite elevando un poco mi cuerpo, aun las fuerzas necesarias no aparecían y las ganas de devolver el desayuno se hacían más fuertes. Su respiración se volvió más pesada y sus nudillos se pusieron blancos por la presión que ejercía.

-Ganas no me faltan, de hacerte saber quién soy realmente. - Su voz se volvió más grave y dio varios pasos atrás.
-O lo que pasa es que tú tienes miedo.

Una siniestra sonrisa apareció en sus labios antes de salir por la puerta y dejarme completamente sola.

Pasé lo que resta del día en completo silencio, solo pude analizar la habitación con dos mesas de noche, la cama en el centro, dos puertas corredizas que imagino serán el closet y una puerta bastante misteriosa. He tratado dos veces levantarme de la cama, pero los mareos siguen en mí y declino de nuevo a la cama. A las horas intento por tercera vez y da resultados, siento como si un gran remolque atravesara mi cuerpo, la vida se está cobrando todas las veces que pagué mensualidad en el gimnasio y solo asistí un día. Mis músculos duelen y no soy precisa en saber lo que me pasa, pero todo indica lo que inhale hace ya unas horas trae consigo secuelas como estas.

Un par de pasos y me guié a la puerta que tanta curiosidad me daba, al abrirla me llevé la decepción de saber que solo es un baño, la cerré de un golpe y camine a la segunda puerta por la que mi secuestrador salió, pensé que sería tan inteligente para poner candado a la puerta y evitar mi huida y el asunto no fue así, el cerrojo estaba abierto y al salir de la habitación me di cuenta de la docena de horas que estuve encerrada ya era tarde lo suficiente tarde para que el cielo cambiara su tonalidad a oscuro.

La casa con un tamaño impresionante era nula de salidas a la vista, solo unas grandes ventanas eran tentadoras para un plan, pero al estar tan lejos de mis manos a la altura del gran techo me di por desanimada. En mis lados varias puertas ocultando las habitaciones vecinas, había un gran corredor que guiaba hasta las escaleras, no perdí tiempo y baje sigilosamente por ellas, frente a mí una gran estancia se encontraba y a mi lado izquierdo una habitación entre abierta, solo un poco necesite de inclinación para ver dentro de ella, con las luces apagadas y solo un computador prendido se encontraba aquel hombre, tecleaba un par de cosas y revisaba un par de archivos del escritorio, se notaba frustrado tras notar su cabello despeinado y corbata desanudada. Y mi vista enfoco una iluminación, al mirar al frente la luz de la luna se colaba por los cristales de la puerta principal.

Jamás en mi vida pensé sobre las cosas malas que podrían llegar a pasar, todo el tiempo fueron mis preocupaciones más mortales, no te enseñan actuar en casos de emergencia contra tu propia vida, siempre es sobre desastres naturales.
Desde pequeño te meten la idea de lo catastrófico que podría ser el mundo, los científicos dicen que la mayor amenaza es el planeta, nunca sabes que puede modificar en su territorio eliminando a gran parte de sus habitantes.
Lo que de verdad deberían saber es el daño que hace el propio ser humano, asesinatos, desapariciones, guerras, malos fondos económicos, nunca sabes cuándo va a correr peligro tu vida contra otro de tu especie y no se diga el daño natural que hacemos, el planeta solo regresa lo que nosotros mismos le damos.

~~TRAFICANTES DEL AMOR~~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora