~24. AUN MÁS VIEJO

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-Bienvenida a la guarida. –Grito Oliver al aventar su pesada mochila al suelo.

Al aterrizar en L.A. nos esperaba una gran camioneta negra, sin dejarme examinar, Raúl me adentro en ella y seguimos el camino 4 horas más. Con nosotros solo se encontraba el chofer que guardaba absoluto silencio, con traje y lentes obscuros me dejaba cautiva a su identidad.

Llegamos a una gran montaña, por donde miráramos solo se encontraba el cielo y a lo lejos la ciudad y la inmensidad del mar.

Quede sorprendida cuando el hombre con el que veníamos tecleo un aparato oculto en tierra que se encontraba a nuestros pies, y del suelo se elevó un gran techo, al bajar y observar lo bien iluminado que era dentro, el mismo hombre hizo cerrar la extraña guarida. Da la curiosidad que nos encontrábamos en un gran ascensor el cual empezó su labor y nos llevó a todos varios metros bajo tierra.

Ahora parados frente a una inmensa sala con bastantes caminos internos, mirábamos a Oliver, esperando a que diera el siguiente paso.

-Esta, queridas damiselas, fue mi casa por los últimos 11 años, pero vamos, ¿Quién lleva la cuenta? – Su risa se escuchó en la solitaria sala. – Los conduciré a sus habitaciones, no toquen nada y por favor recuerden que somos hombres responsables, no me hagan quedar como un imbécil. –Nos guiño un ojo y avanzo por uno de los pasillos.

A cada paso se encontraba una puerta, habitaciones en tonos gris y blancos. Llegamos a la habitación con el numero grabado en la puerta "A 121".

-Todo sigue igual. –Sonrió satisfecho. Una espaciosa habitación con una litera y las camas hechas. Entre las paredes se encontraban pegados posters de "The Beatles"1 y una imagen de una mujer semi-desnuda posando en motocicleta, Oliver al notar ese último poster, corrió arrancarlo y lanzarlo al cesto de basura. Sonrió en mi dirección y dijo: - Era solo un puberto. –Elevo las cejas y amontono su chaleco en el escritorio.

Y desde ese entonces pasamos los días jugando en las instalaciones, los primeros dos días Oliver nos proporcionó un tour de lo más cómico, me di cuenta que Raúl ya había estado anteriormente en ese lugar pero no ha comentado nada al respecto, entre lo que observe es rescatable decir que las instalaciones se divide en tres áreas internas, la primera es donde llegamos que es conocida como el área de descanso, dormitorios, comedor y una habitación de área recreativa esta última habitación es para hacer combates o entrenamiento físico, si bien también tiene un par de mesas con ajedrez pero son tan invisibles como poner un museo en un parque de atracciones.
La segunda área es de operaciones, todo el material didáctico se encuentra en esa área y solo los agentes con misiones entran en ella para sacar información de ayuda, a lo que nos contó Oliver, esta es su área favorita, menciono que podía pasarse horas dentro de las oficinas con todos los computadores sin restricción ayudando a los agentes con sus problemas.
Y la tercera área fue prohibida para mis ojos, mencionaron que es una clase de cárcel temporal y solo guardan material explosivo.

Ahora estoy un poco inquieta, el día siguiente es cumpleaños de Raúl y no tengo idea que detalle darle, teniendo en cuenta que salir de esta fortaleza sin levantar sospechas es un tanto complicado, si bien, en la habitación de Oliver solo la ocupamos ambos, Raúl decidió tomar otro dormitorio, podría convencer a Oliver de ayudarme a conseguir algo, pero sé que se burlaría de mí por querer regalarle algo a nuestro ogro viejo, como ahora solemos llamarlo Oliver y yo.
No necesito darle algo grande y caro, ciertamente no lo considero la persona más cercana a mí como para tomarme el tiempo de gastar el poco dinero que le quite a Oliver de la billetera.
Busque entre mis maletas algo interesante que pudiera obsequiarle, pero no me convence nada.

-Hola cara de mono. – Saludo Oliver entrando a la habitación.
- Estaba muy tranquila sin tu presencia aquí. –Bromee.
- Yo también te quiero cariño. – Sonrió él desde abajo.
- ¿Te imaginas que por la noche se caiga la litera y te aplaste? – Solté a la ligera.
-Con tu peso encima, fácil muero. –Carcajeo él y le tire una almohada desde las alturas.
- ¿Quieres otra vez una guerra de almohadas como la de anoche? – Se dispuso a subir la litera para llegar a mí.
- No – Cante. – Quiero que me digas que le vas a regalar a tu hermano del alma, a tu compadre infinito, a nuestro ogro que mañana se convertirá un año más viejo.
- ¿Por qué el interés? – Se recostó en mi cama poniendo sus brazos bajo su cabeza.
- Simple curiosidad.
-Bueno, pues le regalare algo digno de hombres.
-Dime. –Insistí
- Le compre una playera de su serie favorita. –Hablo con tranquilidad. – sería un buen gesto de tu parte que le obsequies algo pensado para él.
-¿Estás seguro? Podrías llevarme a la Plaza y así le compraría un pantalón. Le armamos su outfit completo. –Mostré mi sonrisa esperando que funcionara.
- No me agrada que seas mi complemento de ropa, gracias. Además, si salimos de la guarida Raúl lo notaria y nos impediría salir arruinando tu magnifico plan. Piensa en otra cosa. Busca algo, róbate un ajedrez esos nadie los usa, que se yo.

~~TRAFICANTES DEL AMOR~~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora