~5. KENNETH

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Raúl tomo mi mano y me arrastro a la salida; caminamos la mitad de las cuadras antes de llegar al automovil y giro a la derecha introduciéndose a un pequeño parque, ninguno de los dos decía nada; seguíamos mudos, cada quien fundido en sus propios pensamientos, pasamos por la fuente principal y aferre mis pies al suelo queriendo parar, el seguía jalando mi mano hasta que se dio por vencido y paro, me miro a los ojos y yo mire a mi alrededor; un cachorro jugando con su pequeño amo, un chico en guitarra sentado en la base de la fuente y un par de amigas sentadas en las bancas a la izquierda. Raúl levanto mi barbilla con su mano y me obligo a mirarlo.

-No sé qué haces conmigo -Dijo- Todo es tan confuso.
-¿Confuso?
Miro mis labios, bajo la cabeza al piso y volvió a ver mis ojos.
-Quiero irme a casa –Dije y gire mis pies.
Corrió tras de mí y camino de mi mano hasta que salimos del parque directo al carro.
-Te llevare a casa -Abrió la puerta del copiloto y entre en él, al cerrar la puerta dio vuelta al carro y subió en la parte del conductor, introdujo la llave y el motor rugió.
Recargue mi cabeza en la ventanilla y las pequeñas gotas de lluvia caían suavemente.

El me llevaría a casa, mi hogar.

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-Vamos Kenneth, lánzalo -le gritaba a mi hermano quien miraba ambos lados mientras que papá corría tras el para taclearlo por costado; Kenneth lanzo el balón y corrí para agarrarlo en el aire en el momento en que papá se levanta y corre tras de mí, levante la cabeza y gire sobre mis pies para empezar a correr a la meta; papá estiraba la mano y ¡Touch Down! Los "K" le ganan al creador.

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-¿Lo entiendes, cierto? –Pregunto
La voz de Raúl resonó en el carro, por un momento todo se había esfumado.
-Em, sí – Conteste sin tomarle importancia, no sabía realmente a que contestaba pero aun así salió de mis labios. El carro se detuvo a un costado de la carretera. Esta autopista era nueva, o será que no la vi en el camino de ida, pues claro iba vendada. La gasolinera de la tarde había quedado atrás; Raúl suspiro tan sonoramente y deje mis pensamientos de lado, observe el gran sol que avisaba su retirada, un hermoso sol que se escondía entre las montañas, pero sobre todo mi mirada iba a su hermoso color naranja, no a cualquier naranja, sino al color naranja el sol, algo tan complejo de explicar. Raúl se movió de su asiento y se acercó a mí, me aleje un poco, quede tan pegada a la ventanilla que podría jurar que el aire que salía de mi nariz formaba una pequeña película sobre el cristal.
-No lo hagas tan complicado –Dijo él mientras se acercaba más-Quisiera no hacerlo pero tengo que.
Ahora entendía su cercanía, la venda con la que me cubrió al inicio estaba entre sus manos, en un movimiento rápido la abrocho tras mi nuca, la oscuridad nublo mi visión, fue en ese momento en el que me entere que unas pequeñas lagrimas salieron de mis ojos..
-Esta vez no te amarrare, pero se buena chica. –Comento antes de volver a prender el carro. Kilómetros pequeños que a medida se hacía eterno. El carro bajo su velocidad y por fin el sonido de la puerta del garaje se escuchó, habíamos llegado, a su casa.
-Pensé que me llevarías a mi casa. –Solté de repente causando que a Raúl se le cayera de las manos el pequeño control que resonó en el suelo.
-Estamos en casa –Soltó a la ligera, mientras sentía que se inclinaba tomando el pequeño control. Con mi mano suelta desate el nudo de la venda de mis ojos y lo mire a él, mirando descaradamente mi pierna. Se percató de eso y levanto su mirada la cual se encontró con la mía.

-Rayos –Grito- Pensé que podrías acatar órdenes por una puta vez en tu vida, confié en que no lo hicieras, pero lo has echado a la basura.

-No me grites Ortega –Le grite de la misma manera.

~~TRAFICANTES DEL AMOR~~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora