Capítulo 20

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—Carlos me duele— grité.

—Alejandra estas sangrando — escucho decir a Danesa casi en un grito, bajo mi vista hasta mis piernas y confirmo lo que acaba de decir, la sangre baja a chorro por mis piernas; volví a subir la mirada hacia Carlos que parece estar en un pequeño transe.

—Carlos has algo; me duele. —Grite con las pocas fuerzas que me quedaban haciéndolo reaccionar.

El dolor es insoportable, no dejo de sentir la sangre bajando por mis piernas, ya no puedo sostenerme más y caigo al suelo.

Señor que no le pase nada a mi bebé. A mi Maximilian.

Narra Carlos

Al ver a Alejandra sangrar entre en un trance; no supe como reaccionar, más cuando el dolor es palpable en sus ojos. Me asusté.

Los gritos de Danesa hacen que salga de mi transe.

—CARLOS HAS ALGO.— vuelve a gritarme Danesa.

Saco mi teléfono y llame a una ambulancia. A los minutos ya estaban aquí.

Tomé la llave de la camioneta y con Danesa y Thomas me monte. Prendí la camioneta y pise el acelerador hasta el fondo.

De reojo veía a Danesa apretar los puños cada vez que aceleraba más; pero no me importa, solo necesito saber que Alejandra y el bebé están bien.

Llegamos a la clínica; me desmonte y corrí hasta recepción.

—Acaban de ingresar a una embarazada— le digo en italiano a la recepcionista.

—Si señor, hace unos minutos la ingresaron— contesto.

La recepcionista nos indico donde se encontraban los asientos para esperar que algún medico o enfermera nos dieran noticias de Alejandra.

—Familiares de Alejandra Almontes — sale un doctor de unos 40 años.

—¿Como se encuentra mi esposa y mi hijo? — pregunte en italiano.

—Su esposa ahora esta estable; al parecer venido realizando mucho esfuerzo físico o trompezo, lo que provoco que perdiera una parte del liquido amniótico. Pero gracias a que ya paso los seis meses y  tiene los ocho meses no perdió al bebé.

«Dios»

—Pero eso ¿No le traerá complicaciones después?

—No; solo debe evitar hacer mucho esfuerzos físicos hasta poco después del parto.

—Gracias doctor. ¿Podemos pasar a verla?— señalo a Danesa y a Thomas que me miran como sin entender nada.

—Sí, y mañana pueden irse.— dijo el doctor perdiéndose por un largo pasillo.

Le di un leve toque a la puerta, escuche un adelante, entre a la habitación junto a Danesa y el pequeño Thomas.

Alejandra estaba acostada en la cama ahora vestida con una bata de hospital blanca y un poco de color en sus mejillas a diferencia de cuando llego la ambulancia.

—Preciosa— susurré. Hizo un intento de sonrisa que no llego a sus ojos, paso su manos por su vientre.

—¿Max esta bien?— pregunta con miedo, es palpable en sus ojos.

Asentí.
—El esta bien pero debes evitar hacer esfuerzos físicos hasta el parto.

—¿Enserio no tiene nada mi bebé? — insistió incrédula

Casados Por Un BebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora