7장

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Aléjate.

Algo me molestaba, algo estaba tocando mi rostro que no me dejaba dormir.

De seguro es Seoni.

Abrí los ojos lentamente, aún está oscuro y mi compañera de habitación dormia tranquilamente en su cama.

Tomé el celular quedando instantáneamente con la vista cegada por la luz.

04:37 AM

Genial, ahora no puedes dormir.

Me acomodé mejor en la cama y me estiré un poco. Tan solo había dormido tres hora y me sentía fantástica, quien entiende al cuerpo humano.

¿Y ahora que? ¿Te quedarás sentada esperando a que la noche pase? Vamos, haz algo.

Me levanté cansada con los ojos aún cerrados y me dirigí al baño. Lavé mi rostro, me abrigué los brazos y salí de la habitación. Todo estaba oscuro, solo se veían las pequeñas luces rojas que indicaban que las cámaras de seguridad estaban funcionando.

Bajé al segundo piso con la intención de decirle a Kang Joon que saliera conmigo, que me acompañara a dar una vuelta, pero seguí mi camino.

¿Qué esperas encontrar?

Salí del hotel en busca de algún local que trabajara 24/7 y sé que dije que lo dejaría pero no lo puedo controlar, soy adicta a la nicotina. A lo lejos veo la luz parpadeante de un cartel, una de sus letras no prende y no tengo ni la mas mínima pista de cual es el nombre del lugar.

—¿Disculpe? —pregunté quitando mi capucha y acercándome al mostrador.

—Que quieres —respondió la mujer con un tono molesto y desagradable. Llevaba un moño amarrado con dos lápices, uñas exageradamente largas y masticaba un chicle de la manera mas grotesca posible.

—Lucky Strike de diez y un encendedor. —La mujer levantó la vista de la revista que estaba leyendo, se acercó al mostrador y me encaró.

—¿Cuántos años tienes, chica?

Sonreí de medio lado y apoyé mis codos en la mesa, cortando la distancia entre ambas. Junté mis manos y apoyé mi rostro en ellas, sin quitar esa sonrisa maliciosa y burlesca. Bajé la mirada hasta encontrarme con una libreta que tenía mas de cincuenta nombres de mujeres, cada una con un número telefónico, la fecha de hoy y el nombre de un hombre y en algunos casos más de uno.

La cortina que separaba la pequeña tienda de una apertura que suponía era la bodega comenzó a moverse, como si una ráfaga de viento proveniera de ahí dentro. Al cabo de un rato salió un hombre quien se acomodaba la entrepierna sin el más mínimo pudor. Aquel hombre arregló su camisa, ajustó su corbata y terminó por tomar su maletín y sacar de él un fardo de billetes para dejarlo sobre el mostrador.

—Cariño, se te olvida algo —dijo un chica de no más de veinte años desde la cortina que antes se movía. La chica asomó su cuerpo y llevaba puesta lencería de encaje roja y los tacones mas altos que había visto en mi vida. En su mano llevaba un bleizer azul marino que hacía juego con el pantalón del señor.

—¡Te he dicho que no puedes salir! —gritó la chica del mostrador, quitándole la chaqueta y empujándola nuevamente hacia las cortinas.

Maldiciendo entre dientes volvió al mostrador, tomó el fardo de billetes y marcó el nombre del señor en su libreta.

Chung Il Kwon, ministro.

Reí por lo bajo y lo miré, él avergonzado arregló su cabello por última vez y salió.

Hurts So Good ~ Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora