14장

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¿Cuál es la diferencia entre amar y odiar?

Holly.

Lo abracé y él me abrazó.

Nos quedamos juntos por largos minutos, ninguno de los dos quería moverse.

Respiré profundamente embriagándome de su perfume y aunque no era el mismo de hace un año atrás, seguía provocándome las mismas mariposas en el estómago.

Ese abrazo había sido un grito desesperado por ayuda. Buscaba algo que me aliviara un poco el corazón, que pusiera en pausa mi dolor aunque solo fuera por un par de segundos.

Me volví una mujer miserable, débil, me abandoné a mi misma solo para seguir estando a su lado.

Con el regreso de la nicotina vinieron también otros excesos como el alcohol y el sexo. Si, me acosté con cada hombré que se acercó a invitarme un trago pero nada me ayudaba, ni lo ebria ni lo decidida que estuviera a olvidar, siempre terminaba a oscuras con el maquillaje corrido desnuda en casa de un idiota.

+++

Ebria.

Terminó.

Me levanté al instante que se quito de encima mío y me puse a buscar mi ropa.

—¿Te parece si nos vemos mañana?

Me preguntó el extraño sin nombre, acomodándose mejor en la cama posando ambos brazos bajo su nuca.

—Preferiría que no volviéramos a hablar.

Me di la vuelta para mirarlo. El hombre rodó sus ojos y se giró para agarrar de una pequeña mesa, su celular.

—Como quieras.

Por alguna razón me había dolido esa respuesta, la manera en que no le interesaba volver a verme.

Él desconocido no insistió y a mi me dolía que no lo hiciera.

—¿Puedo ocupar el baño?

No me miró, solo asintió.

Caminé en ropa interior al baño con mi pantalón y sudadera sujetas entre mis brazos. En una mano llevaba mis zapatos y en la otra traía mi celular.

Ya en el baño, encerrada, eché a correr el agua y comencé a llorar. No quería mirarme en el espejo, sabía que mi cuello y mis pechos estarían cubiertos de marcas y rasguños.

Me daba asco, no podía enfrentarme a mi misma porque ni siquiera tenía el valor de mirarme a los ojos.

Ahora era una mujer miserable, triste y solitaria. Me había abandonado.

Ya no me amo.

Con la llave aún abierta me vestí, lavé mi cara con agua fría y limpié con un pedazo de papel, el maquillaje oscuro que tenía bajo mis ojos.

En uno de los bolsillos traía una liga que ocupé para amarrar mi cabello.

Fue ahí cuando las vi.

Marcas moradas, algo verdosas, que seguían un camino hasta abajo de la ropa. No quería ver, pero no lo pude evitar. Lentamente levanté mi sudadera y tanto mi pecho como mi abdomen estaba cubierto de marcas oscuras.

Lloré más.

Me giré para ver mi espalda y una que otra mordida acompañaban un sin fin de rasguños, algunos sangrando y otros inflamados.

Desabroché mi pantalón y lo bajé hasta las rodillas. Mis muslos rasguñados y mi trasero con marcas rojas en forma de mano.

Si, me dejaba utilizar a su placer, dejaba que me golpearan si es que eso los excitaba.

Hurts So Good ~ Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora