11장

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Prepárate, bonita.

El grupo de los siete chicos ya había debutado y tal como Bang Sihyuk lo había preparado, eran un rotundo éxito.

Ya nadie peleaba con él, nadie lo desafiaba, la fierecilla de Park Jimin había desaparecido y ahora se desvelaba por complacer al gran Hitman Bang en todos sus caprichos.

Park Jimin era la mano derecha del hombre más temido del momento.

Ellos simplemente dejaron de pelear, aunque habían jurado lo contrario ya se habían cansado de intentar. Si no puedes contra ellos, úneteles, ¿no?

Todos temían por sus vidas, todos querían escapar de Bighit Entertainment, pero todos querían un poco de él.

Anhelaban un poco del poder que el jefe tenía en sus manos, deseaban lograr lo que él y tener la posibilidad de poder servirle de alguna forma, tal como los siete chicos lo estaban haciendo.

¿Era el hombre más poderoso de Corea del Sur?

Sus crímenes eran sabidos por todos los que alguna vez pisaron la gran agencia, pero nadie creía, era imposible.

¿El lugar más codiciado por los jóvenes era un matadero?

Nadie cree hasta que te vuelves uno más en la lista de amenazados a muerte, la lista favorita de los gemelos Katashi y Takeshi, nadie cree hasta que terminas completamente ensangrentado, aislado y completamente destrozado.

Luego del éxito del grupo masculino, Sihyuk quería más. Mientras más poder tenga más dinero tendrá en sus manos y así es como funciona, nadie se mete con quien en su cuenta bancaria tiene unos cuantos ceros más que la tuya.

BTS traía al mundo completamente loco, todos querían algo del grupo, todos querían tener algo que ver con los chicos y la agencia. Así fue como la competencia se volvió más difícil para todos.

La prioridad era BTS, no había tiempo para corregir al grupo de chicas débiles y poco talentosas. No había tiempo para crear a nuevas marionetas.

No todavía.

Ella prometió dejar el cigarrillo una vez más pero no fue capaz, algo dentro de ella se dormía cuando el humo inundaba sus pulmones.

—No sé en que momento Park empezó a actuar como un idiota —gruñó Seoni, quitándo el cigarro que Holly tenía entre sus manos y dando una calada profunda a este.

—Siempre ha sido un idiota —rió Kang Joon

Holly seguía callada, no lograba decir ni una sola palabra, para ella el gran Park Jimin era un horrible recuerdo.

Los tres chicos siguieron hablando, fumando, y es que las adicciones son contagiosas.

A las tres de la madrugada todos son adictos a las drogas, algunos la beben y otros se la inyectan. Para ella su droga favorita se respiraba, se bebía y se sentía, se observaba, para ella la mejor droga era aquella alma oscura que tanto amó, que dormía todos sus sentidos y la destrozaba en millones de pedazos. Le gustaba aspirar nicotina y drogarse con él.

—¿Mañana es día libre? —preguntó Holly desganada.

—Mañana es día de salir con tus amigos y volvernos locos.

Ella sonrió.

Desde hace unos meses que los tres chicos estaban fuera de control, ella mas que nada, pero parecía ser la solución perfecta al dolor.

Ya estaban cansados de verla llorar, de verla caer en cada baile, de verla tan triste y enojada.

Besos aquí, besos allá, unas cuantas noches de lujuria bastaban para hacerla desconectar de la realidad.
Y aunque la amaban, solo la estaban lastimando cada día un poco más.

Hurts So Good ~ Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora