{25 de agosto. Estoy en mi habitación con Marina cuando ella y yo recibimos un mensaje, ella de Dani y yo de Jesús.}
Jesús y Dani: Pronto nos vemos.
{Marina y yo nos miramos.}
Marina: ¿Cómo?
Yo: ¿Cómo que pronto? Si están a un montón de kilómetros, es imposible que estén aquí.
Marina: ¿Les contestamos?
Yo: Ya verás como no contestan…
{Cuantas preguntas sin respuesta, no pueden estar aquí, se fueron a Sevilla hace cinco días y es imposible que estén aquí.}
Yo: Vamos a preguntarle a mi madre.
{Bajamos a la cocina y allí estaba mi madre, al parecer muy sonriente y medio riéndose.}
Yo: Mama, ¿Qué es este mensaje que nos han enviado los gemelos?
Mi madre: No sé de qué me habláis.
Marina: Sí, si sabes de que te estamos hablando, ¡Jo dínoslo!
Mi madre: ¿Decir el que?
Yo: Que de que va todo esto mama, desde que se fueron hay un ambiente extraño, y ahora estos mensajes.
Mi madre: Os estáis emparanoiando…
Yo: Mama no, ya vale, decirnos que pasa y a que vienen estos mensajes.
Mi madre: ____ ¡Estas cansa, que no sé de qué me hablas!
Yo: Mira mama, que ya no tenemos cuatro años, que ya no nos engañáis, ¿Están aquí Jesús y Dani?
Mi madre: Me estas empezando a asustar ____. ¿Cómo van a estar aquí si viven en Sevilla?
Yo: Te estas venga a reír, ¿Dónde están los gemelos?
Mi madre: Y dale…
Yo: Hasta que me digas la verdad no voy a parar.
Mi madre: No sé a que se refieren esos mensajes y me estas poniendo ya la cabeza como un bombo.
Yo: ¿Y qué quieres que haga? Si no me dices la verdad…
Marina: Vamos ____, que igual son paranoias nuestras.
Yo: No son paranoias, hay algo que no me quiere decir.
{Mi madre se va a poner la lavadora y Marina y yo nos subimos a mi habitación, yo sé que hay algo que no no quieren decir.}