CAP. 21 - Polvo, desorden y sentimientos alborotados

1.6K 166 7
                                    

A Lucy el viaje no le encantó.

A menos que la definición de Natsu de diversión fuera el pasarse dos horas seguidas gritando:

— ¡AH! ¡CUIDADO! ¡COCHE! ¡ANCIANA! ¡SEMÁFORO! ¡PEATÓN! ¡TREN! ¡TRANSPORTE EQUINO!

Los demás pasajeros apenas hablaron entre ellos durante el trayecto. El panorama era más o menos así; Natsu iba mordiéndose la lengua y conduciendo como un chiflado. Erza, sentada junto a Jellal, miraba a un lateral sin parpadear mientras que éste permanecía sentado canturreando de tanto en tanto con toda placidez. Juvia seguía seria sin mirar a Gray, y este tenía pinta de estar aburrido y de vez en cuando echaba alguna que otra mirada extrañada a Juvia, aunque no llegó a decirle nada. Lucy estaba muy ocupada chillando indicaciones por su vida, y el tal Bob se había puesto hasta rodilleras con la misma cara de Mohai imperturbable.

Un día más en la oficina, vaya.

Cuando llegaron a la casa de la playa (los Dragneel poseían un chalé a la orilla del mar) Lucy estaba afónica de tanto gritar. Salió del coche y cayó de rodillas en la arena.

— ¡Aleluya! ¡Seguimos vivos!

— Pues claro que seguimos vivos, Luce –le dijo Natsu cerrando la portezuela de su lado–. Qué exagerada eres; ya te acostumbrarás.

— Rezo para que eso no suceda nunca.

Jellal abrió las puertas del coche con fuerza. Inspiró intensamente el salado olor del mar mientras sus ojos resplandecían.

— ¡Hace un tiempo maravilloso! Cuanto me alegra que Natsu me haya invitado a esta excursión, ¿verdad que sí, compañera? –dijo y le dio un codazo suave a Erza.

Ella miró al suelo, cogió su enorme bolsa de viaje y bajó por su lado.

— A-ajá...

Natsu se acercó al oído de Lucy.

— ¿Qué te parecen esos dos? ¿Tienes alguna idea para tu historia?

— Aún no, Natsu.

Él pareció un poco decepcionado, pero rápidamente se animó:

— ¡No hay problema! Estaremos aquí dos días enteros; ya tendrás situaciones de sobra para escribir.

— Aye...

— Oh, y mira a esos dos –Natsu giró la cabeza de Lucy hacia Gray y Juvia, quienes estaban bajando del coche sin pronunciar palabra–. ¿No te parece que están raros?

Lucy se reprendió mentalmente sintiéndose avergonzada de haber olvidado el tema de Gray y su novia secreta; Juvia parecía estar pasándolo mal, y ella era una amiga terrible por no darse cuenta.

— Ah, la novia de Gray... –dijo en voz baja con pena. Natsu frunció el ceño, pero ella no lo vio.

— ¿Qué pasa con ella?

— Nada –Lucy se levantó del suelo y se sacudió las rodillas de arena; las llaves celestiales tintinearon en su bolsillo. Llegó hasta el coche, donde Gray le tendía sus maletas y las recogió para luego mirar a la casa–. Bien, entremos a ver el chalé.

— No le falta de nada, ¿eh? –comentó Jellal entrando en la casa, en cuya entrada había una gran hamaca y una caseta de tela.

— ¡Por supuesto! –exclamó Natsu con orgullo–. Es nuestro destino de vacaciones en verano. Aunque hace un tiempo que no venimos...

Apenas hubo dicho eso cuando Gray estornudó. Se frotó la nariz y pasó un dedo por un mueble; una gruesa capa de polvo se fijó a él.

— ¿Un tiempo o una eternidad?

— Más o menos –dijo Natsu con la boca pequeña; Erza ahogó una risita, y Lucy se alegró de que volviera a ser la de siempre. Hasta Juvia se permitió una sonrisa.

— ¡Iosh! –dijo Lucy arremangándose la camisa–. Escojamos las habitaciones y pongámonos a limpiar.

Todos se quejaron, pero Lucy se mantuvo firme. Natsu había distribuido las habitaciones por su cuenta, y nadie le puso pegas. Disponían de un cuarto individual cada uno, las chicas en el ala este y los chicos en el oeste, separados por un pasillo en el segundo piso.

La habitación de Lucy se encontraba enfrente de la de Jellal, y le sorprendió sonriendo cuando entró en su cuarto canturreando entre dientes; se le veía muy feliz.

Juvia pasó por su lado (su habitación era contigua a la de Lucy) y ella la detuvo.

— ¿No te parece que Jellal está muy contento? –le dijo en un susurro. Juvia, con sus maletas en los brazos se giró hacia donde habían visto al chico por última vez.

— ¿Tú crees?

— No dejaba de sonreír; me pregunto si será porque Erza está aquí –dijo Lucy con una sonrisa de lado. Juvia se encogió de hombros sin muchos ánimos.

— Quién sabe –comentó, y penetró en su habitación para luego cerrar la puerta.

Lucy se quedó en el umbral de la suya propia mordiéndose el labio; ¿qué podía hacer para que su amiga se encontrara mejor?

La respuesta le vino como caída del cielo... O casi, pues en el último momento esquivó la chaqueta de Gray; éste estaba en camiseta, un bañador y le faltaba un calcetín.

— Perdona, Lucy, no te había visto.

Se acercó a recoger la prenda y Lucy solo lo miró, inexpresiva.

— Esto... ¿Lucy? ¿Te encuentras...?

Por el rabillo del ojo la chica comprobó que estaba cerrada la puerta de Juvia. Acto seguido cogió a Gray del antebrazo con fuerza y le puso de espaldas a la pared; estampó la mano junto a su cabeza para cerrarle toda salida.

El chico empezó a sudar.

— ¿Eh?

— Gray Fullbuster –empezó ella todo lo seria que pudo; quería dejar las cosas claras de una vez por todas. Natsu subió por las escaleras, se quedó paralizado al ver la escena y se escondió rápidamente sin ser visto–, háblame de tu novia.

Gray parpadeó, y el susto inicial fue sustituido por desconcierto total.

— ¡¿Eh?!

Esa es mi Niñera ||Nalu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora