CAP. 48 - Gratitud

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Gray no había tenido menos ganas de jugar una partida de piedra, papel o tijera en su vida.

Partida que, por cierto, perdió.

— Ja –dijo Juvia sonriente. Hizo como que cortaba su mano abierta con unas tijeras invisibles–. ¡Te pillé!

Él puso los ojos en blanco y agitó la mano.

— Sí, sí, no hace falta que te pavonees.

— Es divertido.

— Es una tontería.

— Y tú un mal perdedor.

— ¡Pues tú...!

— ¿Y cómo va usted a morir? –R-97 se metió en la pelea (literalmente) flotando boca abajo entre ambos.

Aunque a esas alturas a Gray ya nada podía sorprenderlo. Se encogió de hombros en el cuerpo de Juvia.

— Comiendo palomitas, supongo. ¿Nos dejará salir cuando nos cambie las almas?

— Claro. Con ustedes he tenido ideas de sobras para mis siguientes espectáculos.

Gray echó un vistazo al cuenco con palomitas. Seguía tirado en el suelo desde que había muerto, menos apetitoso que nunca.

— Puaaaaaaaaj –dijo Juvia con asco–. Lo lamento por ti, compañero.

— Pues no te acomodes demasiado que luego vas tú.

— Como sea, Mister Perdedor.

Gray lanzó un puñado de palomitas en su dirección y ella se echó a reír. La risa masculina de Gray retumbó por las paredes.

— Odio mi risa...

— A mí me encanta –repuso Juvia.

— Es una bonita risa –opinó R-97 y Juvia y él chocaron puños.

Gray deseó que la tierra lo tragase. «Qué demonios» pensó, y se metió un buen puñado de palomitas en la boca.

Juvia, también armada con su propio arma homicida en forma de palomita rancia, se preparó. Acarició su/el cabello de Gray por última vez y lanzó un suspiro al tiempo que se lanzaba la comida a la boca un segundo después que Gray.

• • •

— Y decían que la muerte era un dulce final –se quejó Gray. Juvia no decía nada; echaba con los dedos chorros de agua a presión en su lengua para intentar sacar el horrible sabor.

Gray la tiró de la muñeca e hizo lo mismo con su propia boca.

— Son ustedes muy extraños –decía R-97 haciéndoles fotos.

— ¡Hey! Hacer fotos es muy cruel –repuso Gray. Juvia sacó la lengua para que le diera el aire.

— Puaaaaaaaaaaaaaaj –dijo como un perro

— Venga, tampoco es para tanto –se sorprendió R-97.

— ¿Las has probado acaso?

— Soy un androide. Carezco de papilas gustativas.

— Ya me gustaría no tenerlas yo.

— Estoy de acuerdo.

— Ustedes los humanos son unas criaturas curiosas –se rió el androide. Ellos solo se encogieron de hombros–. Vamos a la salida. Después de morir dos veces en cinco minutos, creo que deben descansar un tiempo lejos del inframundo.

— No tengo mucha experiencia con la muerte, pero –Gray se agarró el estómago conteniendo una arcada– coincido con eso.

Caminaron a duras penas hasta la salida. A pesar de llevar a una caverna mal iluminada y tétrica, a ambos se les antojó celestial.

Esa es mi Niñera ||Nalu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora