CAP. 37 - ¡Firmes! ¡Maaaarchen!

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Ambos cayeron con muy poca elegancia sobre Jellal y Natsu estuvo a centímetros de clavarse en el pie una de las espadas de Erza.

— Ugh –gruñó el aplastado.

— Ups –respondió Natsu, y Lucy soltó una muda carcajada, aunque se le fueron las ganas de reír cuando vio los inmensos muros que se alzaban delante suya.

Habían caído en el centro exacto de lo que parecía ser un laberinto de sombras. La única luz provenía del brazo en llamas de Natsu y de las manos de Jellal. El fuego del pelirrosa creaba siniestras figuras danzantes en las paredes.

— Cuántos caminos... –comentó Erza girando a su alrededor. Un resplandor la envolvió y Erza quedó vestida con un traje de explorador, de cuya mochila sacó linternas que repartió a todo el mundo–. ¿Qué hacemos, nos separamos?

— No me parece buena idea –opinó Jellal–. En las películas NUNCA es buena idea.

— Yo voy con Gray-sama –jactó Juvia, y para recalcar sus palabras se abrazó a su amado. Él solo se sonrojó con fuerza y miró a otro lado.

— Sí, ejem, lo que quieras.

— Sigo pensando que es mala idea.

— Pues Luce y yo vamos por aquí –dijo Natsu y avanzó hacia el primer camino que vio. Lucy, en sus brazos, tiró de su pelo hacia el lado contrario–. ¡Eh!

Lucy se revolvió hasta caer al suelo y le condujo de la manga hasta el resto de sus amigos. «¿Instrucciones?» escribió en el polvo del suelo con un dedo.

— ¡Cierto! En la nota decía que teníamos que seguir las instrucciones –recordó Erza y todos dijeron: «Ooooh»–. Yo voto por separarnos y llamarnos los unos a los otros en cuanto encontremos algo; tomad unos walkie-talkies.

Todos cogieron uno y se lo colgaron en la ropa.

— Esto no me gusta –insistió Jellal–; creo que deberíamos ir juntos.

Sus ojos castaños brillaban preocupados y Erza casi se derritió al verlos. Jellal no podía evitar sentirse culpable de que hubieran llegado allí sin ningún plan por su propia torpeza, y Erza podía notarlo.

Superó su vergüenza y le apretó el antebrazo con su mano libre.

— No es culpa tuya, Fernandes. Íbamos a haber entrado de todos modos, y si no fuera por ti Lucy seguiría ciega. Vayamos juntos por aquí, ¿sí?

Jellal se deshizo de su agarre. Erza se sintió herida por unos segundos hasta que de pronto el muchacho le cogió libremente con la mano.

— Vale. Nos vemos, chicos. ¡Cuida de Lucy!

— ¡Eso está hecho! –respondió Natsu y se despidió con la mano de Jellal (quien conducía a Erza hacia el oscuro callejón).

— Y ahí va mi ship –dijo Gray fingiendo limpiarse una lágrima orgullosa y Juvia lanzó besos a la parejita que se alejaba.

—Nos vemos, chicos –se despidió Natsu.

Lucy solo saludó con la mano y siguió a la antorcha humana por el oscuro túnel.

• • •

El juego no se hizo de rogar. Apenas veinte minutos desde que se separaron de sus amigos Natsu y Lucy se toparon con una bifurcación de caminos. En el medio hallaron un cartel gigante brillante. Tuvieron que entrecerrar los ojos para leer las extremadamente luminosas letras:

«El camino de la derecha es el más seguro. El de la izquierda es el más rápido. Elijan, pues, una de las tres opciones.»

Lucy se asomó al de la izquierda y lo vio lleno de telarañas, grietas y pequeños huesecillos de animales. Se estremeció y se acercó al de la derecha que, tal y como prometían las instrucciones, se veía infinitamente más seguro. Tiró de la bufanda de Natsu y lo señaló.

— ¿Qué pasa? ¿Quieres ir por ese?

Lucy asintió. Él se encogió de hombros y ambos caminaron por él. Resultó ser un camino tranquilo con el suelo de tierra aplanado y ni una sola interrupción. No pasaron ni cinco minutos hasta que vieron una luz en el fondo; era otro cartel luminoso igual que el anterior. Se acercaron a leerlo.

— ¿Pero qué...? –exclamó Natsu. Era exactamente el mismo que antes.

A Lucy se le cayó el alma a los pies. ¿Habían dado una vuelta sin tan siquiera notar que giraban? Le echó un vistazo al camino de la derecha y reconoció sus propias huellas. Formó una pistola con los dedos y fingió dispararse en la sien haciendo: «BOOM» con los labios.

— Tienes razón, es de locos. ¿Probamos con el de la izquierda ahora?

Lucy negó repetidas veces con la cabeza y señaló a las palabras: “más rápido” y luego a las múltiples grietas del suelo.

— ¿Qué pasa? Es más rápido.

Lucy formó una cruz con los brazos.

— ¿Y qué propones que hagamos, mujer? ¡Es o uno u otro! –resopló Natsu cruzando los brazos sobre su pecho.

Lucy se acercó nuevamente al cartel con la sensación de que se les pasaba algo. Mientras Natsu se entretenía intentando incendiar las paredes, Lucy estudió de nuevo las palabras: «El camino de la derecha es el más seguro. El de la izquierda es el más rápido. Elijan, pues, una de las tres opciones.»

“Una de las tres opciones...”

Lanzó un grito ahogado; ¡había un tercer camino! Se giró hacia todas partes, pero no vio más que las dos bifurcaciones delante suya... un momento.

Rápidamente se dio la vuelta y miró fijo y sin pestañear el camino por el que habían venido. Técnicamente debía llevarlos a la entrada del laberinto, pero se trataba de un juego mágico y antiguo. Si había conseguido que dieran una vuelta completa sin notarlo, ¿qué otros secretos podría esconder?

En su interior supo que había llegado a la respuesta correcta y sonrió orgullosa. Natsu la vio sonreír y se alegró de verla alegre, aunque no entendía por qué.

— ¿Pasa algo?

Lucy señaló al camino que tenía detrás y Natsu lo miró también.

— ¿Quieres que volvamos?

Ella negó y se agachó a manchar su dedo de polvo. «Nuevo», le escribió en la palma a Natsu, y su mirada se iluminó.

— No sé lo que significa, pero parece divertido. ¡Tú guíame!

Lucy hizo un saludo militar y marchó hacia el camino de atrás. Natsu la imitó y silbó una sintonía militar al iniciar la marcha.

— ¡Adelante, soldado!



























¡Muchas gracias por todo el apoyo que este fanfic está recibiendo! Estoy muy feliz 🤧

Esa es mi Niñera ||Nalu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora