CAP. 34 - Ya se acabó todo

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Las malas experiencias hacen que la gente buena haga cosas malas.

Y en el caso de Lucy Heartfilia, ver a dos de sus amigos morir ante sus ojos había sido una experiencia enloquecedora.

Natsu llegó envuelto en llamas justo en el momento en el que Lucy descargaba un férreo golpe con la espada sobre el líder, quien se transformó en un zorro más grande que el resto y lo esquivó con agilidad. Cuando el arma se topó con el suelo, una onda de energía expansiva provocó un terremoto que hizo arrancar el árbol de cuajo y varios presentes se tambalearon.

Erza luchaba por mantener a raya a los zorros con su espada, cambiando de armadura cada pocos segundos mientras Jellal había creado sendas bolas de energía y las disparaba a los animales en las zonas no vitales. Los que eran golpeados acababan estremeciéndose en el suelo y sufriendo una fuerte descarga eléctrica. En el centro de ambos, Gray Fullbuster (cada vez más pálido) se esforzaba en sacarse el puñal del pecho, pero no era capaz; al intentar congelarlo, el hielo se derretía cuando tocaba la piedra.

— ¡Esta cosa repele la magia! –gritó, aunque ninguno de sus dos amigos estaba en condiciones de responderle.

Lucy volvió a alzar el arma y se desvaneció para luego aparecer justo detrás de Taisei. Su rostro era una máscara de piedra y sus ojos clamaban sangre. Él se transformó de nuevo en humano y repelió el ataque con una larga espada oscura que apareció en su mano. Su contrincante se esfumó de nuevo.

Cualquiera que hubiera visto la escena desde una tercera perspectiva hubiera pensado que Lucy estaba hecha una auténtica máquina de matar. Inhumana, poderosa, de inmortal belleza, despiadada, justiciera. Danzaba de forma liviana sobre sus pies y su refulgente arma de energía se transformaba continuamente en espadas, lanzas, hachas y en armas cuyo nombre era impronunciable para los mortales. A veces se desvanecía con el soplo del aire y reaparecía en otro lugar para proseguir su mortífero baile.

Sin embargo, Natsu no veía eso. Era poderosa, sí, pero estaba asustada. Estaba abrumada por unas emociones y un poder demasiado fuertes. Cuando golpeaba a los zorros, lo hacía con la parte plana o los rozaba lo suficiente para que una descarga de energía los dejara inconscientes; aún no había derramado una sola gota de sangre. Y así, envuelta en su brillante halo de energía, Natsu vio algo que nadie más acertaba a ver:

Lucy estaba llorando.

Y eso fue más que suficiente para que Natsu saliera de su sorpresa y la indignación llenara su cuerpo de nuevo. Se abrió paso a empujones por entre los zorros y llegó sin muchas dificultades hasta donde estaba Juvia; contempló la seria herida de su abdomen, la cauterizó y se la cargó al hombro. Caminó hacia donde estaba el resto de sus amigos envuelto en fuego (hizo que no quemara a Juvia) y de repente había un canino saltando sobre él con las fauces abiertas. Antes de poder reaccionar, el zorro cayó dormido.

— ¡Gracias! –gritó Natsu sin dejar de andar con Juvia en brazos. Ryuta, detrás de él, le respondió con un gruñido.

Finalmente, y tras tostar unos cuantos bigotes, consiguió hacerse hueco en el círculo de zorros que rodeaban a Gray. Esquivó la espada de Erza con tranquilidad y dejó a Juvia en el suelo junto a su chico, quien estaba mortalmente pálido. Aún así, su mirada se iluminó al verla cerca de él.

— Gra-gracias, cerebro de flama.

— ¿Qué haces con ese cuchillo en el pecho, Elsa? ¿No tenías suficiente con tu collar?

— Muy.... chistoso. Tengo un par de indicaciones de dónde puedes meterte esa gracia.

— Me halagas, querido amigo –Natsu se puso una mano en el pecho con fingido halago y con la otra auyentó a un par de animales que se habían acercado demasiado.

Esa es mi Niñera ||Nalu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora