Lucy Heartfilia se miró al espejo una última vez antes de colgarse la mochila al hombro. Miró con orgullo su uniforme de Fairy Tail, lo que la hacía una alumna oficial del maravilloso y famoso instituto de magia. Además, estaría con Erza y sus amigas, Juvia y Levy.
De hecho, tenía especial interés en conocer al tal Jellal del que Erza estaba tan colada...
— ¡Luffy! –la voz de Natsu le llegó desde el piso de abajo–. ¡Vamos a llegar tarde! ¡O bajas tú, o subo a por ti!
— ¡En tus sueños, rosita! –le gritó de vuelta, cogió su manojo de llaves celestiales y salió de su cuarto.
Bajó los escalones de tres en tres para no darle la oportunidad a Natsu de ir a buscarla. Se lo cruzó en mitad de las escaleras y le sacó la lengua mientras pasaba de largo.
— Vamos, no nos hagas llegar tarde –se burló de él, y atravesó el salón como una flecha hasta llegar al garaje, donde se entretuvo golpeando el suelo con pie hasta que (¡por fin!) los hermanos Dragneel hicieron su aparición.
Se montaron en la primera limusina que vieron (para entonces Lucy ya estaba acostumbrada), recogieron por el camino a las chicas y se encabezaron, ya sí, al instituto.
Lucy no cabía en sí de la emoción. Llevaba una semana escuchando de sus amigas anécdotas, aventuras y actividades de la escuela y no veía el momento de empezar.
Afortunadamente, Natsu y ella se encontraban en distintas aulas. Erza, Juvia y ella sí que compartían clase, mientras que Levy estaba en la misma que su novio Gajeel, Natsu y Gray. Y si no recordaba mal, Sting Eucliffe y Lucy estaban juntos también...
Tampoco se sabía la lista de memoria. Bastante lío tenía ya con el mapa de la escuela que se había intentado memorizar una y mil veces, por muchas veces que Erza le jurase y perjurase que no la dejarían perderse.
— No subestimes mis avanzadas técnicas de desorientación –le advirtió Lucy mientras sacaba una copia del mapa.
Lucy palpó el papel doblado de su bolsillo y, sintiendo su confianza renovada, abrió la puerta de la limusina, salió...
Y esquivó por los pelos un disparo de una niña de cinco años que apuntaba con su pequeña y mortal pistola a todas partes y a ninguna a la vez.
Una mujer con sombrero de vaquero y pelo verde la cogió de la cintura y le arrebató el arma de un tirón.
— ¡Bisca! –le advirtió Erza–. ¡Ten cuidado con tu hija!
— Ay, Asuka, ¿cuántas veces te he dicho que no dispares a las cabezas de la gente?
— ¡Pero solo era una bala pequeñita!
— Asuka...
— Pero...
— ¿Cuántas veces?
— ... Muchas, mami.
— Exacto. Ara, pídele perdón a esa señorita –exigió señalando a Lucy, quien trató de deshacerse de su cara de sorpresa.
— No se preocupe, Bisca, estoy bien. De verdad.
Bisca no parecía muy convencida y la miraba con preocupación.
— ¿Estás segura?
— Completamente –le aseguró con una sonrisa.
Entonces Natsu se asomó por detrás suya.
— Deja de hacerte la víctima ya, Luce. Solo faltan cinco minutos para que suene el timbre... –Lucy le dio un codazo sin perder la sonrisa–. ¡Au!
— ¡Natsu! –gritó Asuka para deshacerse del agarre de su madre y correr hacia el chico.
Le dio un abrazo quebranta-huesos y luego vio a Zeref, quien estaba a punto de irse sigilosamente.
— ¡Zeref!
— ¡Ah! –dijo él y levantó las manos con cara de espanto mientras ella le abrazaba la cintura. No parecía que le gustaran los niños–. Hola, ejem, criatura.
De lejos vieron a Wendy Marvell, quien paseaba con su mejor amiga Chelia de camino a los pasillos. Lucy las había conocido mediante Erza unos días atrás y ambas le parecían encantadoras. Ellas eran menores que ellos, por lo que iban a otro curso.
— ¿Te dan miedo los niños? –se burló Juvia de Zeref cuando las chicas se perdieron de vista, aprovechando la oportunidad de vengarse del chaval.
— Hum... No me gustan mucho –admitió mientras miraba hacia el cielo con los ojos apretados, sufriendo de forma tan exagerada que resultaba hasta cómica.
— Bueno es saberlo –dijo Juvia con una sonrisa. Entonces apareció Gray Fullbuster corriendo hacia ellos con la mochila rebotando al hombro, y su sonrisa se convirtió en una mueca. Se sonrojó con fuerza–. ¡Oh! Hum... Esto... Ho-hola, Gray-sam...
Gray la ignoró completamente.
— ¿Qué hay, cerebro de flama? –saludó Gray dándole un puñetazo en el hombro a Natsu–. Buenos días, Erza, Lucy. Hola, Asuka.
— Cabeza de nieve –gruñó Natsu y le dio un codazo.
Juvia cerró la boca y bajó la mirada. Lucy, que lo había visto todo, se indignó.
— No es sólo su cerebro lo que anda congelado –le espetó molesta. Cogió a Juvia del brazo, fulminó a Gray con la mirada por última vez y se dirigió a donde ella creía que estaba su salón de clases. Erza la siguió.
Gray se frotó el brazo, adolorido.
— ¿Y ahora qué le he hecho?
— Qué asco de tsunderes... –murmuró Zeref negando con la cabeza. Avistó a Mavis a lo lejos, se despidió de ellos y echó a correr a trompieces hasta allí.
— ¿Y qué le he hecho a él?
Natsu le propinó un empujón y pasó por su lado.
— Tira pa'lante, atontao. A ver si Luffy va a tener razón y todo.
Gray se quedó entonces sólo en la entrada. Alzó la cabeza al cielo.
— ¿Pero qué le pasa hoy a todo el mundo?
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Esa es mi Niñera ||Nalu||
Fanfic1.🌸 "Esa es mi niñera ||Nalu||" 2.🌸 "Ese es mi imbécil ||Nalu||" ______ Amistad, pasión, amor, magia, celos, odio, fantasía y sentimientos encontrados pusieron patas arriba el ordenado mundo de Lucy en cuanto cruzó su mirada con los verdes ojos de...