CAP. 43 - Risas en la penumbra

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El silencio era ensordecedor.

Lucy tenía que chasquear los dedos de vez en cuando en su oreja para comprobar que no se había quedado sorda. Ni siquiera hacían ruido sus pies al andar.

Tragó saliva. Apenas había pasado un minuto desde que había cortado la conexión con Natsu y ya le echaba de menos; el silencio le estaba volviendo loca.

Al fin el túnel pareció que llegaba a su fin. Supo que algo estaba cambiando desde el momento en que la gravedad decidió poner fin a su rebeldía y cambió de improviso. Cayó despatarrada en el suelo y soltando silenciosas maldiciones al levantarse de nuevo. Se sacudió la ropa y siguió hacia adelante hasta llegar a una habitación de hotel.

«¿Qué demonios?» pensó Lucy. Miró hacia atrás y vio el húmedo túnel de piedra del que acababa de salir, y al darse la vuelta quedó de cara a una habitación de lujo. La cama a su derecha estaba cubierta por limpias sábanas blancas de seda, las columnas eran de mármol y había espejos y muebles con pinta de costar más que su casa.

Ah, y Rogue Cheney estaba levantándose del sofá llevando un albornoz y un bañador por toda ropa. Sus ojos se salieron de sus órbitas cuando se encontró cara a cara con la silenciosa Lucy.

— ¿QUÉ? ¿Quién...? ¿¡Heartfilia!? ¿Qué estás... cómo has llegado hasta aquí?

Tenía el cabello aún húmedo y la piel le brillaba; parecía que hubiera salido de la piscina hacía poco. Lucy se esforzó por apartar la mirada de sus perfectos pectorales a la vista y le miró a los ojos.

— ¿Eres una ilusión? ¿No puedes hablar?

Rogue se acercó a ella y antes de que pudiera evitarlo le plantó una mano en el pecho con intención de traspasarla. Ella se sonrojó y le dio un puñetazo sin pensarlo, aunque luego se arrepintió.

— Guau, pues eres real –dijo él. No parecía que le hubiera hecho demasiado daño; tenía el pecho muy compacto–. Cuéntame, Lucy, ¿cómo has entrado en el Jardín de las sombras?

Lucy señaló su garganta, abrió la boca e intentó gritar con todas sus fuerzas.

— ¿Estás muda? No me digas que... –Rogue empezó a murmurar para sí mismo con una mirada de entendimiento.

Lucy tiró impaciente de su manga para que se explicase.

— Es posible que, al activarlo, la entrada al Laberinto haya puesto en marcha su sistema de seguridad. Dime, ¿estuviste ciega al principio también?

Lucy asintió.

— Ya veo... ¿Quién te devolvió la vista? Un mago de luz probablemente. ¿Jellal Fernandes, por casualidad?

Lucy dio una palmada, que significaba sí.

— Ese chico siempre metiéndose en todo –suspiró Rogue. Con toda tranquilidad, se acercó al ropero y colgó su albornoz quedándose solo en bañador.

Lucy se tapó la cara con las manos por respeto, aunque no pudo evitar espiar entre los dedos. Rogue cogió una camiseta lisa negra y se puso unas zapatillas deportivas también negras de marca. Se pasó la mano por el cabello oscuro desordenando los mechones.

— Lucy Heartfilia, ¿sabes qué es el Jardín de las Sombras?

Ella negó con la cabeza. Hizo el ademán de dibujar en el aire con un bolígrafo invisible. Rogue pareció entenderla.

— Oh, ¿quieres algo para escribir? Por supuesto, espera –separó las manos y el espacio que había entre ellas se condensó en una nube de oscuridad. Una limpia libreta y un elegante bolígrafo BIC cayeron en sus palmas abiertas–. Ten, cuéntame tu historia.

Ambos se sentaron en el sofá. Lucy comenzó a escribir tan rápido que el bolígrafo parecía que se deslizaba por el papel. Rogue la observaba, esperando pacientemente a que terminara. Sus ojos asiáticos se abrieron mucho cuando leyó lo que Lucy había escrito.

— ¿Os separásteis? Mala idea, mala idea... ¿Acaso no veis películas de terror? –decía para sus adentros–. Y luego Natsu y tú fuisteis obligados a tomar caminos distintos en la zona de gravedad doble, me imagino. Qué lástima.

A Lucy le pareció ver una fugaz sonrisa de superioridad en su rostro, pero fue tan rápida que pensó que se la habría imaginado.

— El truco es saltar de espaldas. De nada.

Ella lo fulminó con la mirada. «¿De qué me sirve saber eso ahora?» le escribió rápidamente.

— ¿Quién sabe? Quizás algún día te invite a venir conmigo a este sitio –dio una vuelta sobre sí mismo con los brazos abiertos y una sonrisa radiante–. Es un auténtico paraíso donde hay todo lo que puedas imaginar, y más. Te daré el pase VIP.

Antes de que ella pudiera reaccionar Rogue le tocó la frente con dos dedos.

— Te permito la entrada siempre que así lo desees, Lucy Heartfilia.

En ese instante Lucy notó un escalofrío que la recorrió entera. Parpadeó para librarse de la sensación y le pareció que la lujosa habitación era más cálida, menos... oscura.

— Te lo agradezco, pero... –Lucy cogió aire de repente. ¡Podía hablar! ¿Habría sido gracias a Rogue?–. ¡Oh dios mío! ¡He recuperado la voz!

— Grita un poco más; creo que no te han oído en Croacia –se quejó Rogue, pero estaba sonriendo.

Lucy se lanzó a su cuello y le abrazó con fuerza.

— ¡Gracias, gracias, gracias! No sé cómo lo has hecho, pero gracias. Era una tortura terrible no poder hablar.

Él pareció un poco sorprendido por el súbito abrazo (parecía un poco reacio al contacto humano), pero le dio unas palmitas en la cabeza.

— Ejem, no ha sido nada. Digamos que ya estamos en paz.

Lucy recordó entonces la escena en la cafetería donde Rogue le abrió su corazón acerca de Yukino y sintió pena y alivio a la vez. Parecía que, por fin, Rogue avanzaba.

— ¿Pasas aquí mucho tiempo? ¿Solo? –Lucy se separó de él y miró a su alrededor.

— Sí. Es mi refugio. En ocasiones, el mundo de arriba es demasiado... ruidoso.

— También abrumador –apuntó Lucy con un suspiro.

— Y brillante.

— O apestoso.

— Incluso molesto.

— A veces incordio.

— Y a tope de gente –terminaron los dos a la vez y se echaron a reír. El sonido de sus carcajadas era lo único que se oía en todo el lugar.

— Definitivamente vendré por aquí cuando necesite un respiro de la vida real –juró Lucy.

— Cuando quieras. Te estaré esperando. Y ahora, ¿le salvamos el culo a Natsu?

— ¿¡Qué!? ¿Está en problemas?

— Bueno... –titubeó él–. Es Natsu.

— Ya, pero...

— Y, por lo que me has dicho, tomó el camino de la izquierda. Si eso es cierto, definitivamente está en problemas.

Esa es mi Niñera ||Nalu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora