CAP. 31 - «What does the fox say?»

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Un cachorro de perro de grandes ojos marrones y mechones rubios levantó la mirada al cielo, olisqueó el aire y dio un pequeño ladrido.

«¿Y a ti qué te pasa ahora?» un guardia transformado en zorro le habló directamente en su cabeza e hizo el amago de darle un zarpazo. La perrita retrocedió enseñando sus diminutos colmillos hasta chocar con el interior de los barrotes de la jaula en la que, junto a otros cuatro zorros más, se encontraba encerrada.

Una mano gigantesca, comparada con su tamaño, la cogió del lomo por detrás y ella soltó un gañido sorprendido; los otros prisioneros se removieron inquietos, pero no se atrevieron a atacar al humano cuya presencia en sí destilaba poder.

— No lo entiendo –Taisei, el jefe y líder del clan se atusó la barba levantando al perro sin ningún esfuerzo–. ¿Por qué no eres un zorro? ¿Qué te hace distinta?

«¿Nos la comemos?» quiso saber el líder de su escuadrón mostrando los dientes. Él lo ignoró mientras estudiaba al animalillo de arriba a abajo.

— Dime, pequeña. ¿Qué te hace especial?

Cuando fue a revisarle los ojos, la pequeña cachorro le soltó una dentellada en el dedo. De la diminuta herida brotaron unas gotas de sangre.

Todos los zorros se pusieron en guardia. Taisei lanzó al animal dentro de la jaula, donde cayó y rebotó hasta chocar contra los barrotes con un gemido.

— ¡Estúpida maga celestial! –se lamió el dedo furioso. La ceremonia de sacrificio se acercaba, y los zorros gimotearon de impaciencia–. Es inútil que te resistas; acabarás sucumbiendo tú también junto a tus amigos. ¡Esa bendición celestial no durará mucho más tiempo!

Dentro de la jaula, los dos zorros de color azulado se tumbaron cerca y juntaron los hocicos con los ojos cerrados y las orejas gachas en un intento de consuelo mutuo. El zorro del tatuaje en el ojo bajó las orejas y el de pelaje escarlata empujó con suavidad a su pequeña compañera canina.

Todos miraron a los barrotes y a la horda de caninos que los observaba desde fuera. ¿Cómo saldrían de allí?

• • •

— Nunca lo he preguntado –Natsu habló por primera vez desde que habían salido. No habían dejado de corren en ningún instante y a Ryuta, incluso en su forma zorruna, le costaba seguirle el paso–. ¿Por qué zorros?

«¿Perdón?». Incluso con cara de zorro, Natsu pudo ver cómo sin duda ponía los ojos en blanco.

— Ya sabes, hay mogollón de animales guays que tu padre podía usar: osos, tigres, leones, hipopótamos...

«¿Hipopótamos?». La voz telepática del niño parecía hacer eco dentro de su cabeza.

— Son realmente terroríficos. Y no hablemos de los sapos.

«... Ya. Tú sigue corriendo, que estamos cerca». Saltó una roca con elegancia y Natsu hizo lo mismo, aunque sin tanta gracia y delicadeza.

— No has respondido a mi pregunta.

«No lo sé, tío. Los zorros molan. No hacen ruido, son sigilosos, son limpios, son leales, se cuidan entre ellos...»

— ¿Realmente no hacen sonidos? ¿No aulláis o algo así?

El zorro esbozó una sonrisa plagada de colmillos: «Es un misterio para los humanos. ¿No hay una canción o algo así?»

— Ah, ya. “What does the fox say?”. Muy pegadiza –continuaron un rato en silencio. Los pájaros cantaban, las olas rompían contra la orilla y el cuerpo de Natsu estaba en llamas. Nada parecía indicar que sus amigos habían sido secuestrados y transformados en animales que no se sabía a ciencia cierta qué sonido hacían.

— Y... ¿Es cierto?

«¿El qué?»

— Que hacéis alguno de esos ruiditos. Ya sabes, “Ring-ding-ding-ding-dingeringeding!
Gering-ding-ding-ding-dingeringeding!
Gering-ding-ding-ding-dingeringeding!”

«Eh...»

“Wa-pa-pa-pa-pa-pa-pow!
Wa-pa-pa-pa-pa-pa-pow!
Wa-pa-pa-pa-pa-pa-pow!”

«Natsu, plz, staph-»

“Hatee-hatee-hatee-ho!
Hatee-hatee-hatee-ho!
Hatee-hatee-hatee-ho!”

«... ¿Has terminado?»

— Espera, aún queda una estrofa –Natsu se aclaró la garganta–: “Joff-tchoff-tchoffo-tchoffo-t-”

«¡Me niego a seguir aguantando esa clase de vocabulario insultante!» saltó Ryuta a todas claras ofendido.

— ¿Qué? ¿Todas son verdad?

«Sí. Y debería lavarte la boca con jabón ya puestos; me han echado de clase por decir cosas más suaves».

La antorcha andante aguantó la risa a duras penas al ver el perfil ofendido de su zorruno amigo. Obligó a las llamas de su piel a apagarse un poco para evitar incendiar el bosque, aunque su nariz (como siempre que se excitaba) seguía encendida.

— ¡Hala, qué fuerte! Pues es la lyrics oficial.

«Ya saben la cruda realidad, niños».

— Adiós a mi infancia.

De pronto Ryuta redujo la marcha hasta culminar en un suave trote. Agitó la cola.

«Eh, apaga esa nariz y escóndete; estamos llegando».

Natsu se tumbó en el suelo y observó a un par de vigilantes situados en lo alto de una roca supuestamente oteando el horizonte, aunque volvían sus ojos sin poder remediarlo a la acción que provenía de dentro del campamento. La nariz del pelirrosa llameó de la emoción cuando dijo:

— Mi fiel amigo perro, nos vamos de caza.

Esa es mi Niñera ||Nalu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora