— ¿Que tú y el enano qué?
— Chist, no grites –Rogue corría un par de pasos delante de ella, y Lucy se apresuró a pillarle el ritmo–. No querrás llamar la atención de todos los demonios, ¿verdad?
— Explícame entonces.
— El jardín fue idea mía. Aunque el prototipo del laberinto ya lo había creado él de antemano, no fue hasta que nos conocimos que se nos ocurrió realmente que podríamos hacerlo real.
— No sé si ese niño es un genio o un loco –resopló Lucy, aunque en el fondo respetó al chaval que tenía que cuidar; era todo un genio.
— Cuidado –advirtió Rogue asiendo la muñeca de Lucy en el momento preciso.
El súbito cambio de gravedad la pilló por sorpresa, y si no hubiera sido por Rogue se hubiera dado un buen cabezazo contra el suelo. Sus dedos eran largos, cuidados y flexibles. El chico era fuerte.
Muy fuerte.
— Gracias –susurró a modo de disculpa y se cogió de su brazo para mantener el equilibrio. Rogue se veía calmado—. ¿Haces esto todos los días?
— Solo cuando me aburro.
— ... ya. ¿Saben Sting o Yukino de este lugar?
— No. Como ya te dije antes, solo lo conocen unas pocas personas. Y solo entran a quienes les demos acceso.
— Como a mí.
— Como a ti –confirmó Rogue con una pequeña sonrisa.
Mientras corrían el flequillo que le ocultaba un ojo se zarandeaba hacia adelante y hacia atrás. Tenía una graciosa cicatriz que le cruzaba la nariz. Lucy observó su perfil. Era muy apuesto.
Rogue advirtió su mirada.
— ¿Hum? ¿Pasa algo?
Ella apartó los ojos al instante.
— Ejem, nada.
Adivinando lo que había pasado, Rogue fingió que no se dio cuenta y ocultó una sonrisa. Deseó que el camino fuera más largo, pero desgraciadamente habían llegado ya al lugar donde Lucy y el Dragon Slayer de separaron.
— ¡Natsu fue por allí! –le dijo Lucy innecesariamente, pues él se sabía el lugar como la palma de su mano.
— Bueno. Prepárate.
La cogió de la mano y ella no se apartó.
— ¿Prepararme para...?
— ¡Salta!
— ¡WAAAAH! –chilló Lucy al verse impulsada de espaldas hacia atrás. Agitó los brazos como un helicóptero, pero Rogue la tenía sujeta. Le hizo dar una vuelta en el aire y la cogió por detrás de las rodillas. Cayó de pie llevando a Lucy como una princesa. Ella se apretaba contra su pecho, y se aferraba a sus manos unidas con tanta fuerza que estaba segura de que le estaba haciendo daño. Rogue no se quejó.
— Listos –dijo él simplemente como si Lucy no pesara. Ella le soltó la mano con vergüenza y volvió la cabeza, avergonzada de su cercanía y cobardía. Él contuvo una risita–. ¿Estás bien?
Su aliento fresco contra su pelo. Contuvo un escalofrío.
— Solo no volvamos a repetirlo. Por favor –suplicó ella cuando la dejó en el suelo (es decir, la pared contraria. La gravedad seguía siendo una hija de fruta).
Le temblaban las rodillas. Rogue le ofreció su mano, pero Lucy la rechazó. Quería valerse por sí misma.
Él se mantuvo imperturbable, como la mayoría del tiempo.
— Seguimos, entonces.
• • •
— ¡NOOOO!
El chillido de Natsu hizo que ambos se detuvieran en seco.
— ¿Has oído eso? –preguntó Rogue con esperanzas de que hubiera sido su imaginación.
Lucy no respondió. Ya había echado a correr hacia adelante con la mochila rebotando en su espalda.
— ¡ERES UN MONSTRUO!
— ¡Natsu! ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?
Natsu estaba sentado en una silla (qué raro) con un tablero delante (muy raro) enfrente de una despampanante joven que les saludaba con la mano desde el otro lado (¡extremadamente raro!).
Con lágrimas en los ojos, Dragneel cogió una ficha del tablero y la hizo retroceder.
— ¿Qué estás...?
La mujer interrumpió a Lucy como si no la hubiera oído.
— Es una cuenta sencilla, cariño –sonrió ella mostrando una dentadura perfecta. Su cabello flotaba a su alrededor y creaba una aureola angelical en su cabeza.
— ¡ESTE JUEGO ES MUY DIFÍCIL!
— Solo tienes que responder correctamente: ¿cuánto es 61828x518?
— ¡A mí no me engañas! YO SÉ QUE LOS NÚMEROS NO SON REALES.
Lucy se cruzó de brazos. Tosió para llamar la atención a los dos. Rogue llegó a su lado y simplemente observó la escena.
— ¿Qué haces aquí, Cheney? –preguntó Natsu distraídamente casi sin apartar la mirada del tablero.
— ¿Qué haces tú aquí, Dragneel? Estábamos...
— ¡Estábamos muy preocupados! –acabó Lucy por él sin poder contenerse más.
Estaba indignada. Ella pensando que estaba en problemas y le encontraba jugando a un juego de mesa con una chica preciosa.
¿Quién era ella, de todas formas?
— Dijiste que Luce estaba en problemas –Natsu frunció el ceño hacia la joven y ella parpadeó. Esbozó una hermosa sonrisa.
— Ara, ¿lo dije?
— Sí, Amor.
Lucy se quedó boquiabierta.
¿Qué?
— Oooooh, ¡cariño! –exclamó ella de pronto posando sus ojos en Rogue. Él no movió un músculo cuando se levantó de un salto y le echó los brazos por la cabeza. Si acaso rodó los ojos–. ¡Cuánto tiempo sin verte!
— ¿Por qué volviste, ____?
Lucy no entendió lo que dijo. ¿Qué clase de conjunto de sonidos, chasquidos y consonantes era ese nombre?
En su fuero interno deseó que fuera un insulto en el idioma de los erizos.
— Te echaba de menos –ronroneó ella besándolo en la mejilla.
— Yo no.
La mujer hizo un mohín.
— Siempre tan frío. Me encantas.
— ¿Seguimos jugando, Amor? –intervino Natsu–. Tengo que ganarte.
— Ahora mismo voy, mi cielo –canturreó para volver a la mesa.
Cada uno de sus movimientos eran gráciles como los de un felino. O un insecto. Cuando pasó a su lado ignorándola olímpicamente, a Lucy le pareció que la mujer olía a almendras y vainilla.
Para colmo olía bien.
— ¿Quién eres tú? –le espetó Lucy queriendo cogerla del brazo. Su mano, sin embargo, solo asió el aire.
La mujer pasó de largo aunque Lucy juraría que le lanzó una fugaz mirada de odio puro que la dejó congelada en el sitio.
— Te toca mover, Amor –dijo Natsu.
— Ara, ¿ya es mi turno?
Lucy sintió un tic en el ojo. ¿Desde cuándo podía Natsu estar quietecito en una silla sin moverse o hacer explotar cosas?
¿Y POR QUÉ LLAMABA A ESA MUJER CON APODOS CARIÑOSOS?
Lucy no entendía lo que estaba pasando allí, pero algo tenía claro; esa mujer no le gustaba nada, nada.
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Esa es mi Niñera ||Nalu||
Hayran Kurgu1.🌸 "Esa es mi niñera ||Nalu||" 2.🌸 "Ese es mi imbécil ||Nalu||" ______ Amistad, pasión, amor, magia, celos, odio, fantasía y sentimientos encontrados pusieron patas arriba el ordenado mundo de Lucy en cuanto cruzó su mirada con los verdes ojos de...