CAP. 35 - El rey de las sutilezas

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Cuando Lucy despertó y bajó medio zombie por las escaleras, sus amigos le comunicaron que había estado durmiendo cuatros días seguidos, a lo que ella respondió encogiéndose de hombros y se abalanzó sobre la nevera.

Se sentía absolutamente renovada y terriblemente hambrienta.

En sus amigos lo único que había quedado tras su transformación en lobo había sido una cierta predilección por la carne cruda y gruñirse los unos a los otros de cuando en cuando, pero la enfermera de Fairy Tail (que resultó ser Wendy) les dijo que sería temporal. Las clases volvieron a la normalidad; Jellal y Erza estaban más unidos que nunca y su alianza era la causa del terror de muchos gamberros de la escuela. Juvia y Gray eran ahora inseparables, y a pesar de que el chaval no podía evitar ser un tsundere sin remedio, a los ojos de Lucy a ambos les iba bastante bien.

¿Y ella? No se sentía especialmente poderosa, magnífica, mágica o celestial. Se sentía como una adolescente cualquiera con agujetas en músculos que anteriormente desconocía de su existencia. Natsu se había empeñado los primeros días en seguirla por todas partes, darle la comida, desordenar su habitación buscando cosas para ofrecerle a Lucy y, en definitiva, siendo su sombra. No paró hasta que Lucy lo amenazó con hacer las maletas y mudarse al piso de Erza, momento en el que volvió a ser la loca y engreída hoguera andante de siempre.

Las semanas pasaron. Según sus cálculos, a Lucy aún le quedaban un mes mínimo de trabajo de niñera para la casa Dragneel para pagar los desperfectos ocasionados en la limusina. En la escuela le iba bien y Zeref parecía estar empezando a confiar en ella un poco, como comprobó el día en que desayunaban juntos en la cocina y ella casi se ahogó con los cereales cuando el niño le preguntó:

— Lucy, ¿qué es tirar los tejos?

— Erm... ¿Cómo te lo explico...? –Lucy aprovechó para pensar delicadas maneras de decirle sin llegar al tema de las abejas–. ¿Por qué lo preguntas?

— Mavis me preguntó si intentaba «tirarle los tejos» el otro día.

— ¿Ah-ah, sí? Hum, pues...

— Significa ligar con alguien –intervino Natsu y siguió ventilándose su pizza barbacoa para desayunar.

— ¡Natsu!

— ¿Qué?

— ¡Eres muy poco sutil!

— ¿Para qué necesito ser sutil?

Lucy se levantó y señaló el tomate escarlata que era el rostro del niño.

— ¡Por eso! ¡Es solo un niño!

— Es solo un niño... ¡que intenta ligar con Mavis! –le guiñó un ojo a Zeref con picardía–. Ese es mi hermanito.

— Oh dios mío –susurró él entre dientes y se fue de la cocina.

Lucy fulminó a Natsu con la mirada y le quitó la pizza de las manos.

— ¡Hey! Me iba a comer eso.

— Castigado.

— ¿¡Pero por qué!?

Lucy dio un buen muerdo a un trozo de pizza delante de su cara.

— La próxima vez deja que responda yo solita –y dicho eso se fue, dejando a Natsu solo en la cocina aún con cara de perplejidad.

— Mi pizza... –se lamentó el pelirrosa.

• • •

(Una hora más tarde...)

— ¡Hoooola! –gritó Erza desde la entrada de la casa. Natsu y Lucy se giraron del sofá para verla; iba acompañada de Juvia, quien a su vez iba colgada del brazo de Gray–. ¿Qué hacen?

— Ver la tele –Natsu alargó el mando y apagó el televisor mientras sonaba la sintonía de “Teen Titans!”.

— ¡Pues traemos algo más divertido! –anunció Erza con los ojos brillantes–. Jellal lo requisó de unos alumnos de cuarto que pretendían esconderlo.

— ¿Esconder el qué?

— ¡Esto!

Erza rebuscó en su bolso hasta sacar un objeto de pequeñas dimensiones. Natsu y Lucy se acercaron intrigados a mirar; lucía como una desvencijada caja de madera que, a juzgar por los múltiples arañazos y manchas varias, había pasdo por tiempos mejores.

— Levy lo estuvo estudiando largo tiempo, pero no pudo venir. ¡Aún así me dijo cómo funcionaba!

— También te dijo que era un juego muy antiguo y potencialmente peligroso –apuntó Juvia y Gray tragó saliva.

Ella agitó la mano y avanzó hacia el centro del salón.

— Bah; detalles, tonterías, minucias. ¡Vamos a pasarlo bien! –y dicho esto lanzó el cajón al aire y se apartó.

Al instante la caja creció y creció hasta alcanzar el tamaño de una mesita de café. El dibujo de una calavera relució en la tapadera de una forma un tanto siniestra.

— ¡Oh, parece divertido! –Natsu rompió el silencio aplaudiendo entusiasmado y el resto (menos Erza) lo miró mal–. ¡ZEREF! ¡Baja a ver esto!

Zeref ni siquiera se dignó a ver lo que hacían.

— Estáis locos. Prefiero quedarme fuera de esto –dijo Zeref sin salir de su cuarto.

— ¡Tú vete a pensar en otras formas de “tirar los tejos”, hermanito!

— ¡Púdrete!

— Ah, la calidez del amor fraternal –Gray puso los ojos en blanco y Juvia soltó una risita.

Erza se cruzó de brazos.

— ¿Qué decís? ¿Empezamos?

— Enga, creo que imitaré a tu hermano, ta'lué...

Natsu cogió el brazo de Lucy antes de que ella huyera.

— Buen intento, Luce. ¡Empecemos!

— Yay –Juvia parecía entusiasmada, pero Gray lucía tan preocupado como Lucy.

— Esto no me gusta –dijo preocupado.

— Gallina.

— Soy un gallina prudente.

— Como sea –dijo Natsu posando las manos en la tapa–. ¡Vamos a abrirlo!

Haciendo palanca con las uñas, dio un buen tirón y abrió la caja de golpe.

Esa es mi Niñera ||Nalu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora