2 SEMANAS ANTES:
El ruido de mis tacos retumbaba por el estrecho pasillo marcando un ritmo frenético. Nunca había corrido con tanta rapidez subida a una plataforma de 10 centímetros.
Sí. No me miren con esa cara. No estoy tratando de ocultar mi enanez. Pero trabajo en la clínica, junto con mi mamá, y la buena presencia no se construye solo con buenas intenciones. "El uniforme es sagrado" es lo que Javiera me repetía constantemente, y, evidentemente, era un lema que jamás se me había olvidado.
Mientras atravesaba a toda velocidad ese pasillo, que cada vez se me hacía más largo, mi cabeza corría a 20.000 revoluciones por segundo. Todos los escenarios posibles, habidos y por haber, inundaban mis pensamientos.
¿Se largó a llorar porque me extraña? O, ¿Será que no quiere hacerle caso a la maestra? ¡¿Se golpeó?! -¡más vale que no le haya pasado nada! porque si le pasó algo, no me hago responsable de mis actos.
Estaba tan desesperada por llegar y asegurarme de que mi cachorrito estuviera bien, que no me importaba quién o qué se me cruzara en el camino. Por detrás, como un eco distante, la voz de mi mamá me advertía que no corriera.
Llegué al final del pasillo y giré a la derecha. La imagen con la que me topé me devolvió el alma al cuerpo, pero me dejó más confundida que antes. Mi bebé, Agustín, estaba bien, o al menos eso parecía a simple vista. Lo encontré sentadito afuera de la oficina de la directora, en una silla enorme, con las piernitas colgando, moviéndolas de adelante para atrás y con la cabeza gacha.
En silencio, me acerqué a él y, sin decirle nada, me senté a su lado. El levantó la cabeza y me miró. Yo le sonreí, pero él me ignoró por completo y siguió mirando como se movían sus piecitos.
Aunque su mirada me esquivó, pude notar que había estado llorando. Nunca lo había visto así y me partía el corazón. Por lo general, Agus era un nene muy alegre, era raro que estuviera tan apagado.
-¿Me querés contar qué pasó?
-No.
En ese momento, apareció mi mamá, quien me había alcanzado. Su reacción de sorpresa ante la escena que se estaba llevando a cabo fue muy similar a la mía. Como Agustín tampoco le llevó el apunte, buscó mi mirada, tratando de descifrar lo que pasaba, pero como yo estaba más desorientada que ella, solo me encogí de hombros.
Ella se acercó a las sillas, se hincó en el suelo, frente a Agustín, y le sostuvo las piernas para que dejara de moverse. Él levantó la mirada y sin decir nada envolvió sus bracitos alrededor del cuello de mi mamá.
-Ya, mi niño... Ya -ella intentó tranquilizarlo. ¿Quieres contarle a la buba qué sucedió?
Él sólo negó con la cabeza escondida en el cuello de su 'buba', y noté que estaba sollozando. Mi mamá lo abrazó más fuerte mientras le acariciaba el cabello y dejó que se calmara lo suficiente, hasta que pudo levantarse con él en los brazos.
La puerta de la dirección se abrió. Un hombre y una mujer salieron. Cuando advirtieron nuestra presencia en la recepción, la mujer quiso acercarse a mí, pero su marido la detuvo tomándola del brazo. Sus ojos destellaban furia. Debo confesar que me sentí intimidada. Por suerte, la directora se asomó interrumpiendo el intento de homicidio con la mirada del cual estaba siendo víctima.
-Familia Sánchez Mendoza... Adelante.
Solté todo el aire, que no sabía que estaba conteniendo, me puse de pie y entré a la oficina, pasando muy cerquita del matrimonio. Mi mamá me siguió, y con Agustín todavía en sus brazos, entró a la oficina.
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Amarte en silencio
Fanfiction"Tal vez Dante no haya sido el amor que esperabas, pero fue el amor que te cambió la vida". Si hay una sola cosa que Dante y yo hicimos bien en toda esta historia fue habernos permitido amar. Nuestro amor duró muy poco, pero, sin dudas, nos cambió...