***2024 (tiempo presente)
-Agustina se encargó de todos los trámites y ya nos reconectaron la luz, el agua y el gas. Todavía no tenemos cable, pero si internet.
Simona cerró la puerta de la que solía ser su antigua habitación, en la casa de la mama y salió al pasillo con el celular en mano. La cámara del teléfono apuntaba hacia el final del pasillo, donde podía observarse el sillón del living y parte de la mesa de la cocina. El suelo estaba plagado de cajas de cartón desparramadas, algunas cerradas, otras abiertas, y el resto de los muebles permanecían cubiertos por nylon translúcido, aunque no lo parecía debido a la prevalente capa de polvo que se había acumulado sobre el plástico.
Simona siguió caminando y se sentó en el sillón. Habilitó la cámara frontal y continuó con la videollamada.
-No puedo creer que la colo esté a nada de recibirse de abogada. Me imagino que vas a venir al acto de graduación, María Luisa. TENÉS QUE VENIR. Yo entiendo que te encanta meterte en donde sea que haya lío, pero ¿Hace cuánto que no venis a visitar a las chicas, Chipi?
Del otro lado de la pantalla, Chipi comenzó a reírse y no tuvo otra opción que levantarse de la cama, acercarse al ventanal, correr las cortinas de gasa y salir al balcón. Al igual que Simona, Chipi cambió la cámara frontal por la trasera y la imagen de su cara dió paso a la de una playa de arena blanca y aguas cristalinas. El sol estaba ocultándose bajo la línea del horizonte celeste y los reflejos en la superficie del agua se movían con la calma del movimiento del mar. El cielo tenía un tono rojizo pálido y las primeras estrellas podían vislumbrarse en el firmamento. Unos veleros, barcazas y yates, que se veían diminutos en la distancia surcaban la costa y el puerto.-Simona, te presentó a Saint Martin, mi nuevo amor de verano.
-¿A dónde queda eso, Chipi? -preguntó Simona maravillada ante la belleza del paisaje del que estaba siendo testigo.
-Es la capital de las Antillas Holandesas. Acabo de llegar de cubrir la insurrección libanesa y me dieron vacaciones por tiempo indeterminado. Aunque, son vacaciones forzadas, con unas cuantas visitas al psicólogo de por medio. Ya sabés, están obligados por contrato colectivo de trabajo a cuidar nuestra salud mental después de las cosas que vemos en el frente de guerra. No quieren que nos queden secuelas de estrés postraumático.
Las dos se quedaron en silencio, mirándose, "cara a cara", sin saber muy bien qué decir. ¿Qué consuelo se le puede dar a alguien que ha visto y experimentado en primera persona, durante interminables meses, los horrores de la guerra? El hambre, las pestes, la sangre joven e inocente, los abusos de cualquier índole de personas sobre otras personas que en lo único que se diferenciaban era en la causa ideológica por la que daban la vida.
Chipi había convivido con todo eso y otras tantas cosas más que Simona no podía llegar a imaginar. Había visto la guerra, pero también la desidia, la corrupción, la opresión y la injusticia, una forma de guerra lenta aún más cruel. Todas ellas no eran más que las miles de caras con las que la muerte se presentaba en los rincones más olvidados del planeta.
A través de su cámara fotográfica, y de su capacidad para capturar en una sola imagen el dolor, la desesperación, y, al mismo tiempo, el inquebrantable espíritu del ser humano, Chipi había logrado, mediante crudos testimonios visuales, que el resto del mundo volviera, aunque sea por unos segundos, su mirada y su atención a aquellos dramas y miserias de la humanidad, escondidos bajo la alfombra de la apatía.
-¿Sabés que te admiro mucho, no? -rompió el silencio Simona.
No era simple admiración la que sentía por su hermana del alma, sino también un poco de intriga. Poco después de que la mama las había dejado, y antes que pasara todo lo que pasó, Chipi había decidido estudiar fotografía. Casi dos años después, con la parte que le correspondía de la herencia, armó una mochila, cerró la casa, encargó las llaves a Agustina y se marchó a recorrer el mundo. La soledad en la que había quedado tras la partida de Simona la habían empujado a tomar esa decisión que le cambiaría la vida.
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Amarte en silencio
Fanfiction"Tal vez Dante no haya sido el amor que esperabas, pero fue el amor que te cambió la vida". Si hay una sola cosa que Dante y yo hicimos bien en toda esta historia fue habernos permitido amar. Nuestro amor duró muy poco, pero, sin dudas, nos cambió...