12-. Un rescate ajetreado

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Tirada en el suelo como una muñeca de trapo sobre un charco de mi propia sangre oía a los penitentes patrullar el laberinto y como el viento mecía las pocas hojas que tenían las enredaderas de los muros.

El dolor era insoportable, no me había desmayado ni podía dormir para tratar de olvidarme de aquella agonía. No tenía fuerzas ni para gritar, tampoco quería hacerlo ¿quién iba a escucharme?

Solo esperaba que alguno de los chicos me encontrara antes de que un penitente lo hiciera por ellos.

Pasaban las horas, el sol comenzaba a ocultarse, los muros comenzaban a cambiar y yo había perdido mucha sangre. Traté de levantarme pero mi cuerpo no me respondía. Suspiré pesadamente aguantando las ganas de llorar de dolor, de desesperación. A estas alturas ya no me importaba quien apareciese en mi búsqueda, incluso si apareciera Teresa estaría contenta.

Quise chasquear los dedos, curar mi herida, acabar con aquella agonía pero ni si quiera era capaz de eso. Cerré los ojos tratando de conciliar el sueño, respiré profundamente un par de veces tratando de soportar el dolor en todo mi cuerpo y las ganas de llorar. Se acabó, estaba claro, nadie vendría a por mí. Las puertas se habían cerrado.

-¡(TN)_____! -una voz lejana, distorsionada por el eco, gritó mi nombre.

Quise gritarle de vuelta pero lo único que conseguí emitir fue un gruñido lastimero.

-¡(TN)_____! -aquella voz se oía cada vez más cerca pero aún no conseguía reconocerla.

Aquella voz desconocida no era lo único que se escuchaba en el laberinto. Pisadas humanas, los muros cambiando su posición, el viento agitando las enredaderas y los pasos metálicos de los penitentes.

-¡(TN)_____! ¡Por favor, respóndeme!

Esa voz...

Newt.

Un gemido ronco de dolor escapó de mis labios cuando quise gritar su nombre.

-¡(TN)_____! -oí como el rubio gritaba mi nombre más cerca de mí que anteriormente, un grito de angustia mezclada con preocupación.

Noté sus pasos apresurados en mi dirección, cayó de rodillas junto a mí y me agarró las manos. Antes de que Newt pudiese articular palabra, las patas metálicas de un penitente golpeando contra el suelo de piedra como dos cuchillas entre si que se escuchaban peligrosamente cerca, alertaron al chico. Rápidamente pero de la forma más delicada que pudo en esa situación, me cargó al estilo princesa para evitar abrir aún más la herida que ya tenía en la espalda y salió corriendo en dirección contraria a los ruidos que hacía el ser que patrullaba el laberinto aquella noche.

-De casualidad ¿no habrás visto ningún lugar seguro mientras sobrevolabas el laberinto? -con mi mayor esfuerzo logré negar ligeramente con la cabeza, un movimiento que, a decir verdad, había sido casi imperceptible- Plopus...

El chico siguió corriendo. Se detuvo en un lugar que para mí era completamente igual al resto del laberinto pero que parecía tener un significado para él. El andar del penitente ya no se escuchaba.

-Fue... fue aquí.

Quería preguntar qué pero ningún sonido salía de mi boca. Cada vez perdía más sangre. Cada vez estaba más débil.

-Si no recuerdo mal... tendría que estar aquí...

Avanzo unos cuantos pasos más con cautela y me sentó con la espalda apoyada contra una de las paredes del laberinto. Solté un débil gruñido involuntariamente.

-Perdona -musitó Newt. Seguidamente se levantó y comenzó a tocar las paredes del lugar.

Una vez más, quería preguntarle qué estaba haciendo pero mi boca solo se abría y cerraba mínimamente como la de un pez. Sin emitir sonido.

-Aquí... es aquí -su cuerpo se interponía entre lo que quiera que hubiese encontrado y mi visión. Volvió a mi lado y volvió a tomarme como anteriormente- la primera vez que lo encontré fue una gran decepción pero... ahora me alegro de haberlo encontrado.

El chico seguía avanzando hacia la pared de enfrente y no parecía tener la intención de detenerse.

-Tranquila, confía en mí -dijo notando la duda en mis ojos.

Cada vez nos acercábamos más a la pared, nos íbamos a chocar en cualquier momento. El paso de Newt era decidido y al llegar a la pared, efectivamente, nos chocamos contra la piedra. Mis ojos se abrieron como platos del dolor, el impacto había hecho que la herida se abriese un poco más.

-Lo siento, creo que era más hacia la... ¡sí, aquí! -dio dos paso a la derecha y volvió a avanzar. Cerré los ojos con fuerza esperando otro golpe pero en lugar de eso, sentí como las enredaderas acariciaban mi piel y luego nada. Abrí los ojos, estaba completamente oscuro.

-Es un pequeño callejón sin salida -explicó el rubio- la pared del fondo no está muy lejos y hay un montón de lianas que tapan el acceso. Aquí estaremos a salvo hasta que amanezca...

Susurró algo que no alcancé a oír y me tumbó con cuidado en el suelo. Dio unos pasos hacia el fondo y tras unos segundos escuché como se rasgaba un trozo de tela. El rubio volvió a acercarse. Noté como se agachaba junto a mí y me levantaba un poco la cadera del suelo para seguidamente pasar un trozo de tela que envolvió alrededor de mi estómago dos o tres veces. Un torniquete improvisado, pensé.

-No es mucho pero es mejor que nada -susurró el chico muy cerca de mí- Será suficiente hasta que lleguemos al claro mañana por la mañana.

El rubio se arrastró hasta apoyar la espalda en la pared de atrás justo a mi lado y por primera vez en todo el día pude cerrar los ojos y conciliar el sueño.

Era increíble como la sola presencia de aquel desafortunado chico me relajaba.

¦『🧭』ERROR DE COORDENADAS  ¦ [NEWT Y TÚ] {EDITANDO} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora