11- Sabía que no era buena idea...

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No sé cuánto tiempo estuve aporreando la puerta de Newt hasta que me dí por vencida. Un largo y triste suspiro escapó de mis labios. ¿Y ahora qué? No puedo irme a dormir con ningún otro chico. Me senté en el suelo y apoyé la espalda contra la puerta de la cabaña del rubio. Poco a poco empecé a notar mis párpados pesados y antes de que me diera cuenta, había caído dormida.

-Ya, venga. Despierta -alguien me zarandeaba del hombro con suavidad.

Gruñí molesta.

-Venga laceradora reina, es hora de trabajar -el mismo sujeto seguía zarandeándome.

-Ya vale Newt, déjame dormir... -bostecé para darme la vuelta y volver a enrollarme en las sábanas... ¿sábanas?

¿Yo no me quedé dormida en el suelo?

-No soy tu amado rubio aunque sí me manda él -abrí los
ojos de una. Noté como la persona que estaba a mi lado daba un respingo. Yo parpadeé varias veces para acostumbrarme a la luz y conseguir enfocar.

Una vez en mis cinco sentidos giré la cabeza para ver quién me había despertado bajo órdenes de Newt.

Thomas.

-Oye, ¿tú no deberías estar con la loca que salió de la caja? ¿O corriendo como un pollo sin cabeza por el laberinto?

-Que dulce eres recién levantada -dijo el castaño rodando los ojos.

-Lo sé. Ahora en serio, ¿por qué no estás con Minho en el laberinto?

-Porque ahora te toca a ti -respondió él.

-¿Que me toca a mí? ¿El qué?

Thomas volvió a rodar los ojos.

-Le dijimos Alby lo de que podías volar, ¿recuerdas? -asentí- Bien, pues hoy es el día en el que sobrevuelas el laberinto con tus superpoderes de diosa y nos sacas de aquí.

Lo miré mal.

-Juntarte con Minho no te hace bien.

-A ti tampoco...

Me levanté de la cama y, chasqueando los dedos, me puse un mono negro sin mangas y de pantalón corto.

-¿Vamos? -pregunté.

Thomas abrió la puerta de la cabaña he hizo un gesto hacia afuera.

-Las diosas primero.

Ni si quiera tuvimos tiempo de llegar a la cocina para desayunar cuando Alby se paró en frente de nosotros.

-Bien (TN)_____, es hora de que nos muestres lo que eres capaz de hacer.

-Pero no he desayunado... -me quejé.

-Vamos, vamos -Alby parecía muy emocionado, me agarró por los hombros y me obligó a caminar hacia el laberinto.

-Es peligroso que sobrevuele un terreno tan grande con el estómago vacío -me quejé por segunda vez con la esperanza de que me dejara ir pero él parecía no escucharme.

Nos paramos frente a las puertas, Alby me miraba con una sonrisa impaciente y con los ojos muy abiertos esperando a que me elevase en el aire. Suspiré de forma pesada, esta habilidad usa gran parte de mi energía.

Una vez en lo alto del laberinto pude observar que estábamos en el centro del mismo, lo que me daba una vista panorámica de todo a nuestro alrededor. Empecé examinando la sección uno, fue bastante rápido todo eran callejones sin salida y caminos larguísimos que te hacían volver a las puertas del claro. La sección dos era exactamente igual a la uno, y la tres, más de lo mismo.

Mientras exploraba la sección cuatro comencé a notar un dolor punzante en el estómago que me hacía volar cada vez más bajo hasta que mis pies entraron en contacto con la piedra que formaba las paredes del laberinto. Golpeé el suelo con la punta de mis pies repetidas veces con la esperanza de volver a elevarme pero fue inútil.

Rendida, seguí con mi tarea de explorar el laberinto pero esta vez, a pie. Al menos aún tenía una vista bastante alta y estaba a salvo de los penitentes...

Mientras terminaba de explorar la sección cuatro y me daba cuenta de que, una vez más, era un callejón sin salida, el dolor de mi estómago se hacía cada vez más insoportable. Me senté en la piedra con las manos masajeándome la sien y respire hondo varias veces. Parecía que el dolor se había calmado un poco así que me levanté y comencé a explorar la sección cinco. Estando en el centro de la sección el dolor volvió a golpearme de tal forma que me tambaleé y en el momento en el quise volver a poner el pie en el suelo, perdí el equilibrio y caí hacia el interior del laberinto.

Había caído boca arriba, sin fuerzas, incapaz de moverme por toda la energía que el vuelo había consumido y el haber querido forzar aún más mi cuerpo. Noté como un charco dorado, caliente y espeso se extendía debajo de mí. La caída había sido demasiado alta, demasiado dura.

Tirada en el suelo como una muñeca de trapo sobre un charco de mi propia sangre oía a los penitentes patrullar el laberinto y como el viento mecía las pocas hojas que tenían las enredaderas de los muros.

El dolor era insoportable, no me había desmayado ni podía dormir para tratar de olvidarme de aquella agonía. No tenía fuerzas ni para gritar, tampoco quería hacerlo ¿quién iba a escucharme?

Solo esperaba que alguno de los chicos me encontrara antes de que un penitente lo hiciera por ellos.

¦『🧭』ERROR DE COORDENADAS  ¦ [NEWT Y TÚ] {EDITANDO} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora