#CuandoNoSabiamosQueEsperar
Tal vez no podíamos vivir sin expectativas...
Al llegar al amplio estacionamiento de la escuela, el ambiente en el auto ya se había tornado asfixiante. Al salir, el aire frío de finales de octubre me dio de lleno en la cara y entró en mis pulmones dándome la sensación de un poco de libertad, que me permitió observar el resto del lugar con un más cuidado: Habían algunos autos, la mayoría pude reconocerlos como los de algunos miembros del equipo (de quienes tenían edad para conducir), otro podían ser de las animadoras y puede que el de alguno de los profesores también estuviera estacionado allí. Aún así todavía quedaba mucho espacio, el cual se llenaría en un par de horas para el comienzo del primer partido de la temporada que nadie quería perderse.
Un portazo a mis espaldas me trajo de nuevo, Thalia ya se había dado vuelta y caminaba hacia afuera del establecimiento. Probablemente, pensé, iría a la tienda que estaba al final de la calle a gastar el dinero que nuestro padre le había dado en cosas toxicas para el bienestar de su cuerpo. No parecía importarle demasiado.
Su cabello oscuro se le iba al rostro al ir en contra del viento. Creo que ese simple acto reflejaba mucho quien era: Siempre en contra. Al contrario, yo no era así. Las reglas eran un peso que sostener todo el tiempo. No se por qué pero sentía que tenia que formar un equilibrio entre las personalidades de ambos, como si el bien del universo dependiera de ese frágil equilibrio.
Eramos blanco y negro, y no parecía que alguna vez fuéramos a formar gris.
Verla alejarse de mi sin siquiera un aviso me hizo preguntarme si alguna vez podríamos destruir la barrera invisible que se interponía entre nosotros.
Con un último vistazo, me dirigí hacia el ala de vestuarios que estaba cerca del campo de fútbol. Tenía que apurarme, ya estaba llegando tarde y eso no era nada propio de mi. Casi siempre era el primero en llegar, incluso a veces antes que el entrenador. Para muchos la idea de llegar atrasado una vez no significaba un gran problema, y tal vez no lo era, pero cuando has acostumbrado a las personas a algo o a la actitud de alguien, cambiar la rutina podía ser un desbordamiento de todos sus esquemas.
Los cambios afectaban a la gente, incluso el más mínimo, pues no sabían como actuar ante ellos, era como estar a ciegas en territorio desconocido y eso era aterrador. Y tal vez mi tardanza no era el más grande problema en ese momento, ni siquiera había sido mi culpa, pero no podía evitar estar nervioso hacia lo que mis compañeros podían decirme.
Por alguna razón, el pasillo de los vestuarios estaba más frio que el exterior. No entendía cómo, casi no había ningún tipo de ventilación allí. La puerta para entrar a la parte de los hombres estaba al final del corredor por el lado derecho, justo en frente del de las chicas. Podía escuchar ya desde afuera las voces del equipo de forma estridente, ansiosos por jugar de nuevo en lo que había sido un buen tiempo. Del oto lado, el chillido de las animadoras también era distinguible. Chicas gritándose unas a otras por el peinado o el vestuario, al menos eso era lo que lograba entender entre tanto griterío.
Cuando ya iba por la mitad del recorrido, la puerta de las chicas se abrió y de allí salio una persona que no tenía ganas de ver, pero con la que debía hablar.
Sus zapatillas estaban de un blanco inmaculado, haciendo contraste con la piel más bronceadas de sus largas piernas que parecían no tener fin y luego se escondían en el traje de animadora que de alguna forma se ajustaba perfectamente en sus caderas y dejaba sus pequeños y huesudos hombros al descubierto. Al acercarnos más, pude notar su perfecto maquillaje que hacía resaltar sus pómulos, pestañas que parecían más largas que mis uñas le hacían un efecto especial a sus ojos, los oscurecía. Y por su puesto el labial rojo fuego que hacía a sus labios más llamativos y que no combinaban con el uniforme que tenía los colores de la escuela: azul y amarillo, pero de alguna forma funcionaba bien en ella.

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Hacerte Cambiar
FanfictionAnnabeth se exige demasiado Jason quiere verse perfecto cuando todo se destruye Thalia es violenta Frank es inseguro Hazel está abandonada Leo se siente solo Nico no quiere admitir quien es Piper es una porrista con problemas alimenticios Percy está...