XX - Percy

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#CuandoBuscamosLibertad

¿Somos presos de quienes somos y de lo que vamos a ser? ¿Somos presos de nosotros mismos?

- No se ustedes, pero a mi realmente me gusta Halloween.

Era jueves otra vez. Aquí estábamos los nueve una vez más en un salón cuando toda la escuela ya se había ido por un estúpido experimento al que todavía no le veía el sentido.

Brunner estaba en frente del aula, manejándose para de alguna forma mirarnos a todos a los ojos.

- Hay algo en esta peculiar festividad que me atrae. - Continuó el profesor. - Es curioso como por una noche puedes ser algo o alguien más, lo que quieran, y nadie te juzga al respecto. Así que, teniendo en cuenta eso, ¿Qué serían ustedes? ¿Quienes serían por una noche, si pudieran ser cualquier cosa y no hubiera consecuencias?

Un silencio de reflexión nos rodeó. Al menos así lo sentí yo.

- ¿Acaso se pondrían una mascara para ser quienes desearían o se quitarían la máscara que los oculta todos los días? ¿Que significa la libertad del Halloween para cada uno de ustedes?

No se lo que pasaba por la mente de los demás pero en la mía, la palabra libertad resonó fuertemente.

Libertad significaba para mi deshacerme de mi abusivo padrastro de una vez por todas. Eliminarlo de la vida de mi madre  la mía para siempre. Dejar de ser ese tipo al que no le importa nada. Era tener una vida, ser yo mismo. Era ser feliz.

Eso sonaba demasiado bueno para ser real.

- Este sábado es la fiesta anual del día de brujas. - Brunner avisó como si ninguno hubiera visto los miles de carteles colgados por toda la escuela. - Quiero que todos vengan. No hace falta que usen un disfraz si no quieren, solo vengan libres. Lo que sea que signifique para ustedes.

Agarró su maletín marrón de arriba del escritorio y lo puso sobre su falda para luego dirigirse a la salida, pero justo antes de salir se detuvo.

- No se olviden de buscarme. Tengo que saber que vinieron.

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Cuando llegué a casa, el sol estaba escondiéndose lentamente, como si aún no quisiese dejar de brillar y dejarle su lugar a la noche estrellada. El cielo teñido de cálidos colores se veía hermoso pero lo que me esperaba era absolutamente lo opuesto.

Encontré algo extraño que aun hubiera algo que me pareciera lindo en el mundo cuando toda mi vida era un horrible desastre.

- ¿Qué haces parado ahí? - Gabe había levantado su culo gordo del sillón y había salido a gritarme apenas me vio acercarme a la casa. Al parecer no quería desperdiciar un segundo sin joderme la vida. - ¡Pareces una marica! ¡Ya entra, mal nacido!

Era raro que me tratara así estando tan a la vista de los vecinos. Siempre fingía ser el padrastro perfecto en público. Eso siempre me confundía de pequeño, pensaba que al fin iba a ser bueno conmigo pero apenas volvíamos a nuestra casa y la puerta estaba cerrada volvía a ser el mismo cerdo. Lo odiaba.

Sin ganas me acerqué él, tenía que pasar por su lado para llegar a la puerta. Cuando estuve a su alcance, me agarró de la nuca y me lanzó hacia dentro haciéndome tropezar y casi caer.

Mi madre se asomó desde la cocina, había llegado temprano del trabajo. La impotencia era clara en su rostro y quería con todo mi ser que eso desapareciera de una vez por todas. Ya había tenido suficiente.

Hacerte CambiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora