XXXII - Thalia

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#CuandoComenzamosAVer

Cada contemplación del futuro es una maldición al presente.

Era sábado en la noche y podría haber estado en cualquier lugar pero, aún así, estaba en las gradas del campo de futbol de la escuela. Toda la maldita escuela parecía estar allí y toda la maldita escuela estaba gritando a la vez. Era irritante.

Era una noche de noviembre y hacía tanto frio que no sentía mi nariz, aunque pretendía que estaba bien. Había visto en mi celular que una tormenta de nieve se estaba acercando. Definitivamente no la estaba esperando entusiasmada. Mientras todos usaban los colores de la escuela, yo estaba en mi típico atuendo. Botas militares, jeans negros y una chaqueta de cuero. No iba a admitirlo pero, estaba comenzando a sentir que me convertía en una paleta congelada. Todo para ver a mi hermanito ser una estrella.

En los 15 minutos de partido que llevamos, Jason había logrado que el equipo de nuestra escuela tomara la delantera. Todos lo amaban por eso.

Se que muchas hermanas, si estuvieran en mi posición, hubieran estado saltando sin parar alentando a su hermano, yo no era como muchas. No estaba celosa de Jason, para nada, en realidad estaba orgullosa de él pero más que nada, estaba preocupada. Incluso a un montón de metros de distancia, podía percibir su tensión. Llámalo intuición de mellizo o algo así.

Por alguna extraña razón, había terminado sentada en la gradas junto al grupo de frikis del profesor Brunner o al menos casi todos. Jason estaba jugando, Frank estaba en el banquillo de suplentes, McLean estaba con las animadoras y justo al lado, Nico sacaba fotos con su cámara aunque no pareciera estar muy cómodo. Yo tampoco lo estaría si una docena de huecas con mucho maquillaje me estuvieran prácticamente gritando en el oído. A mi izquierda, Annabeth Chase se frotaba las manos cubiertas por unos guantes de lana blancos, la punta de su nariz roja por el frio. Miraba el partido como si ella misma estuviera moviendo a los jugadores. A su otro lado, Hazel tenía una expresión de confusión, era claro que no entendía como funcionaba el juego. Percy, al costado de Hazel y con un ojo mucho más sano, intercambiaba su visión de partido a Annabeth. Ella se daba cuenta porque cada vez que él la miraba ella apretaba su mandíbula. Al final estaba Leo, no sabía si saltaba en su asiento porque tenía frio o porque quería él mismo correr hacia el balón.

- Piper se ve extraña ¿no? - La suave voz de Hazel llegó a mis oídos a pesar de todos los gritos a mi alrededor.

Miré a McLean por un minuto y pensé que tal vez no debería estar siendo lanzada en el aire por sus compañeras. Parecía enferma, pero a ver, estábamos en la víspera de una tormenta de nieve y ella solo estaba usando una camiseta manga larga y un pequeño traje que dejaba sus piernas al descubierto.

- Nunca le había prestado tanta atención a sus piernas, - dijo Annabeth mientras la observaba, - parecen como su fueran a romperse en cualquier segundo. - Tenía razón, sus piernas parecían las ramitas de un árbol.

No tuve tiempo de pensar mucho en eso, porque de la nada, todos a mi alrededor empezaron a gritar incluso más alto. En el campo, mi hermano corría y llevaba la pelota o como se llame, hacia el área de la escuela rival. Todos en las gradas lo animaban, pero no creí que escuchara, muy ocupado y enfocado, esquivando a los jugadores del otro equipo.

Y luego anotó y toda la escuela festejó gritando su nombre: ¡Grace! ¡Grace! ¡Grace! Los miembros de la banda escolar tocaban sus instrumentos, los platillos sonando por arriba de todo. Yo aplaudí junto al resto, y pude sentir una pequeña sonrisa creciendo en mi rostro mientras los otros jugadores sujetaban a Jason sobre sus hombros y lo tiraban al aire mientras él reía. Lo sabía, mi hermano le estaba a dando a esta escuela todo de sí, incluso su felicidad, pero por unos instantes él podía ser el dueño de ella. Podía simplemente ser un adolescente normal, feliz de llevar a su equipo a la victoria y no uno que debía llevar a su madre a la cama cuando esta aparecía todo borracha.

Hacerte CambiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora