XXIX - Percy

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#CuandoNoSabiamosNada

¿Cómo una persona puede cambiar tantas cosas tan solo siendo lo que es?


Annabeth Chase realmente podía caminar rápido. Había salido tan solo dos segundos antes aunque la distancia que nos separaba no lo demostraba. Era como si estuviera a punto de empezar a correr, pero yo sabía que eso le quitaría toda esa actitud de seriedad que siempre portaba orgullosa (y que a veces parecía demasiado).

Le había dicho unos minutos atrás que necesitaba relajarse, tomar un respiro, y eso era exactamente lo que planeaba lograr. En las últimas semanas, Annabeth me había estado ayudando más que nadie que haya conocido (con la excepción de mi madre). Se había quedado conmigo en la biblioteca luego de la escuela para ayudarme con algunas tareas y asignaturas, incluso cuando ella tenía sus propias cosas que hacer, y créanme cuando les digo que todos los días tenía toneladas de cosas que hacer. Realmente no entendía como lo recordaba todo, yo me hubiera vuelto loco. Y ese era el punto de mi plan.

Ella había lidiado conmigo con una paciencia de acero, me explicabas las cosas tantas veces como las necesitara y nunca me dejaba rendirme no importa cuanto yo me quejara. En el tope de eso: jamás pidió nada a cambio. Aún así, sentía que le debía algo e iba a compensarla.

Sus rizos dorados sujetados en una cola de caballo, rebotaban de arriba a abajo con el compás de sus pasos. Sus dedos estaba fuertemente sujetando la correa de su estuche de violín. Podía imaginar su intensa mirada puesta hacia el final del pasillo, de esas que te decía que te apartes de su camino si no quieres se quemado por rayos lasers.

Comencé a trotar hacia ella para alcanzarla, lo que era difícil considerando el dolor de mi espalda provocado cuando Gabe pensó que era una buena idea usarme de bolsa de patadas la noche anterior. De todas formas, eso no importaba en ese momento. Solo quería llegar hasta ella.

- Annabeth - la llamé apenas llegue a su lado. Ella apenas giró su cuello mirándome.

- En serio tengo que irme, Percy.

- Si, eso quería decirte. No creo que deberías ir.

Ella se detuvo abruptamente. Me miró como si acabara de confesar el peor de los crímenes, e incluso aunque yo era más alto, su ojos me hacían sentir como un enano a punto de ser aplastado por un gigante.

- ¿Qué? Realmente no tengo tiempo para esto - siguió caminando hacia la salida, conmigo persiguiéndola.

Mierda, verdaderamente no había planeado esto bien. Annabeth era una persona demasiado difícil de convencer y más cuando se trataba de sacarla de su rutina, y yo no tenía ningún argumento preparado. Tenia que pensar algo rápido.

- Solo estaba pensando que tal vez podríamos ir a la colina, a la que fuimos después de la fiesta de Halloween ¿recuerdas?

- ¿Para qué? Ya te ayudé con tus tareas de mañana.

- No para eso - era un poco triste que pensara que solo quería estar con ella por beneficio propio. - Lo decía en serio cuando dije que necesitas relajarte, además no quiero ir a mi casa todavía.

Bien, tal vez si tenía algunas razones egoístas para quedarme con ella. El no querer volver con Gabe era una, pero habían más. Quería saber como era Annabeth Chase cuando no se estaba estresando por algo, cuando podía simplemente dejar las cosas ser como eran, sin su intervención. Quería ver una Annabeth que, y valga la redundancia, estuviera relajada.

- Lo siento, Percy - anunció. - Mi clase de violín empieza en diez minutos. Debo irme.

Para ese punto ya habíamos llegado a la puerta principal. Annabeth la empujó con su hombro derecho y ambos salimos hacia el exterior. Desde lo alto de las escalera, pude ver a Jason y Leo subirse al auto del primero. No había señales de Piper.

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