#CuandoSoloQuisimosHuir
Los demonios parecían nunca tener suficiente...
148... 149... 150 abdominales.
Ese sábado por la mañana había estado haciendo rutinas de ejercicios desde que me levanté, sin nada en mi estomago.
Me levanté del suelo de mi habitación, mi espalda me dolía por las tantas veces que me había golpeado cuando bajaba de un abdominal. La música energizante salía del parlante que estaba conectado por bluetooth a mi teléfono, que descansaba en la orilla de mi cama a punto de caerse. Lo agarré y le puse pausa al reproductor, inundando el cuarto en un profundo silencio solitario.
Miré la hora, ya casi era la 1. Hoy era el primer partido de la temporada lo que significaba que debía estar en la escuela a las 3.30 para practicar una vez más la rutina de animación. Nada podía salir mal, un error y toda la culpa estaría en mis hombros por ser la capitana. Y por supuesto yo debía estar más que perfecta, esperaba que todos los ojos estuvieran en mi. A veces podía ser insoportable, pero igual la sonrisa tenía que mantenerse intacta. Nadie podía saber lo mucho que me afectaban sus miradas que parecían despedir rayos lasers.
- Tengo que tomar una ducha. - Dije a nadie en particular.
Entré al baño privado que tenía en mi habitación y comencé a quitarme la ropa deportiva y meterla en el cesto de ropa sucia, evadiendo totalmente el espejo. -"No te mires, no te mires, no te mires"- me repetí, si lo hacía no sabía que cosas iba a escuchar.
Me metí en la ducha rápidamente, el agua caliente impactando en mi cabeza y mis ojos centrados en mis pies. La idea del partido estaba carcomiendo mi cabeza. No había hecho una presentación en meses y no estaba segura de poder hacerlo de nuevo esa tarde. Tenía tanto miedo de arruinarla en frente de todos. Pero no podía no ir, no podía paralizarme, debía hacer esa rutina como si mi vida dependiera de ello porque, en parte, lo hacía.
Solté un sonoro suspiro. - "Tienes que hacer esto bien, Piper. No puedes cagarla" - Pensé.
Cerré el agua y salí de la ducha. El aire a mi alrededor era vapor que podía ver gracias a las luces del techo. Tomé la toalla y me envolví el cuerpo. - "No te mires, no te mires, no te mires". Pero había algo en mi que no podía evitarlo.
Voltee hacia el espejo, donde gotas de agua resbalaban imparables, y allí estaba yo volviéndome la mirada. Me acerque lentamente más hacía el reflejo, solo nos separaba la mesada, y me quité la toalla dejándola caer al piso.
Lo que vi fue espantoso y las voces en mi cabeza no tardaron ni un minuto en comentarlo.
- "Diablos, Piper. Mírate. Cada día te vuelves más fea." "Ayer ya estabas mal, ¿Quién diría que se podría poner peor" "¿Así es como planeas pararte en frente de toda la escuela? ¡Qué vergüenza!" "Mira tu estomago" "Tus brazos se ven muy grandes" "¿Acaso tus piernas están más gordas? Increíble" -
Esas voces siempre tenían cosas malas que decir sobre mi, parecían no poder detenerse y parecía que nunca lo harían. De alguna forma encontraban nuevas maneras y cosas para criticar. Y supongo que lo más doloroso, era que tenían razón.
Todo lo que decían era cierto, tan real. Yo era horrible, era un asco. ¿Cómo siquiera me atrevería a hacer una completa rutina en un estadio lleno de personas? ¿Cómo siquiera me atrevía a caminar fuera de mi casa?
No se cuando, pero mientras repetía en mi cabeza una y otra vez aquellos dichos, sentí lagrimas corriendo por mis mejillas como agua de cataratas. Mi respiración no era normal, apenas podía tomar aire y ya soltaba un sollozo. Mi corazón latía tan fuerte que dolía y mi pecho se cerraba y contraía en si mismo. Mi mente se estaba destruyendo. Odiaba esa sensación de ahogo.

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Hacerte Cambiar
FanficAnnabeth se exige demasiado Jason quiere verse perfecto cuando todo se destruye Thalia es violenta Frank es inseguro Hazel está abandonada Leo se siente solo Nico no quiere admitir quien es Piper es una porrista con problemas alimenticios Percy está...