V E I N T I U N O.

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Maratón 1/8.

Capítulo veintiuno: Dulces equivocaciones.

Pov Narrador Omnisciente.

El sol no tardó en hacer acto de presencia, iluminando los dos lugares en que se encontraban los cuatro jóvenes. Dos yacían aún dormidos sobre el gran sofá, y dos estaban el uno junto al otro sobre una gran cama matrimonial. Seguramente ninguno de ellos recordaba lo que había sucedido la noche anterior, sobre todo ambas mujeres que tanto habían tomado sin descanso. 

La pelinegra se removió en la gran cama, y al sentir una piel y músculos que no eran los de su amiga, se alarmó. Se sentó en el borde y se miró, en busca de cualquier rastro de que algo no deseado pasara. Para su alivio llevaba aún su ropa puesta y, al voltear para ver a su acompañante, no pudo evitar el tapar su boca para ahogar un grito. ¡No lo podía creer! ¿Qué había pasado la noche anterior? Claramente no volvería a tomar de esa manera en toda su vida. 

Se levantó de la cama, estirándose al sentir el frío del suelo en las plantas de sus pies. En ese momento sintió las punzadas en su cabeza que tanto habían tardado en aparecer. Lo primero que hizo fue salir de manera sigilosa de la habitación para bajar e ir a la cocina. Se tomó una pastilla con un vaso de agua mientras miraba hacia el sofá, donde se encontraban los dos faltantes; la rubia estaba apegada al pelinegro, como temiendo que algo pudiese suceder si no lo tenía cerca.

La joven no pudo evitar sonreír, pero al instantes su expresión cambió a ser de gran preocupación, pues su amiga se casaría en menos de una semana, y si el castaño la encontraba en tal posición no sabría decir los que podría suceder. Con apuro y en silencio, se acercó a la pareja e intentó despertar a su amiga, pero la rubia, en lugar de despertarse, sólo se apegó más al pelinegro. Por lo que, con pereza y aún con sueño, la joven volvió a subir escaleras arriba y se adentró en la habitación para recostarse sobre la cama nuevamente, dispuesta a dormir un poco más. 

Realmente habían pasado muchas equivocaciones luego de su llegada, pero eran dulces a su parecer, pues había aprendido muchas cosas gracias a esos errores cometidos, y sabía que no los cometería nuevamente, y se aseguraría de que la rubia tampoco los cometiera. Con esos pensamientos rondando su mente, volvió a dormirse sujetando con fuerza la suave almohada que sostenía su cabeza.

Esta vez, quién se despertó fue el castaño, quién, a diferencia de la pelinegra, solo sonrió y tomó el borde de la sábana que los cubría para arropar a su acompañante. Se bajó haciendo todo el silencio que pudo y se adentró al baño, pues las necesidades primarias aclamaban ser liberadas. Luego de liberarse y lavar su rostro, bajó a la cocina y tomó un vaso de agua junto a una pastilla para el dolor que cabeza. Aunque el dolor no era fuerte, no quería que tiempo después llegara a incrementar y volverse de esa forma, insoportable.

Miró a los jóvenes que se encontraban apegados el uno al otro sobre el sofá y no pudo evitar el apretar la mandíbula por los celos que estaba sintiendo. Poco después decidió relajarse y no tomar las cosas para mal, pues ambos estaba profundamente dormidos y seguramente no recordaban nada sobre la noche anterior, sobre todo su prometida, que le había demostrado cuán divertida podía llegar a ser.

Sonrió y decidió volver a la habitación que ambas chicas compartían, dispuesto a dormir un poco, pues aún se encontraba cansado y ese día no tenía que trabajar, por lo que se recostó en el espacio libre de la cama y aprovechó para dormir un poco más mientras aún podía, ya que en cuanto la rubia despertara, todos lo harían con ella.

Nuevamente alguien más se despertó, y ese fue el pelinegro que, con una gran dificultad, se liberó del agarre de la rubia para entrar a la cocina en busca de agua y una pastilla para el punzante dolor de cabeza que tenía. Aprovechó que todos estaban aún dormidos y decidió hacer el desayuno, pues había aprendido a cocinar luego de hacerse cargo de su madre, quién ya se encontraba en magnifico estado luego de su largo tratamiento.

She is the FriendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora