Epílogo.

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Pov Narrador Omnisciente.

Dos años pasaron luego de aquel trágico accidente, un año después se celebró la primera boda de los dos enamorados que por tanto habían pasado. A finales del mismo año se celebró una segunda y sorpresiva boda, que sin duda tomó a varios por sorpresa. Y al año siguiente de celebró la tercera boda, en cada una asistieron los más allegados, y disfrutaron a pesar de los obstáculos.

Era veinte de julio del dos mil trece, la pequeña pero acogedora casa se encontraba en remodelación. La pareja que antes habían sido compañeros de trabajo, trataban de tener todo listo antes de la llegada de sus amigos, y en varias ocasiones el esposo debía a ayudar a su mujer, pues le resultaba ser de ayuda en su estado.

En eso, la puerta es tocada, alertando a la pareja de que sus amigos habían llegado y, sin más, el marido fue a abrir con una gran sonrisa. Las dos parejas que se encontraban del otro lado lo saludaron con un beso y un abrazo, para luego adentrarse a la casa, recordando los viejos momentos antes de haber tenido que separarse por un tiempo.

— ¡Tía! —una pequeña de cabellera dorada salió corriendo, haciendo caso omiso a las reprendas de sus padres y llegó al patio de la casa, encontrándose con la mujer que estaba buscando.

—Sophie, ven aquí cariño, déjame tocarte —habló la joven, abriendo sus brazos para que la pequeña se acercara. Poco después pudo sentirla abrazada a su cuerpo, escondiendo su cara a un lado de su vientre abultado.

Así es, aunque ella había sido estéril desde un principio, por alguna razón luego de aquel accidente, al día siguiente, le informaron que podría salir embazarada, aunque ella no lo había preguntado, un doctor se le había acercado sonriente y le dio la noticia. Ese fue el día más feliz pars ella, y le agradeció a Dios con todas sus fuerzas la oportunidad que le había dado, pues ese había sido su mayor deseo, el más ferviente que tuvo alguna vez en su vida; el ser madre de una criatura que portara sus genes y rasgos, no solo de ella, sino también de la persona que amaba.

—Sophie hija, deja a la tía Kate —pidió la rubia al llegar junto a ellas, tomando a su hija por el brazo.

La pelinegra sonrió y estiró sus brazos, buscando a su amiga, quién no tardó en envolverla en un gran abrazo. Se habían extrañado durante ese tiempo, sin duda las cosas habían resultado de la forma menos separada para aquel grupo de amigos.

— ¿Estás llorando? —. Inquirió la pelinegra, al sentir las mejillas mojadas de su amiga a tocar su rostro —. No me digas que no, Griss, puede que no te vea, pero puedo tocarte y sentirte —habló luego, separándose un poco de la rubia.

—Sí lo siento, es que ya ha pasado casi un año desde su boda y no te vi en todo este tiempo, supongo que deben ser las hormonas —comentó la rubia, limpiando las lágrimas en sus mejillas, con una sonrisa plasmada en el rostro.

— ¡Kate! —la voz del pelinegro hizo que la mencionada se volteara en busca de la dirección de la que había sido llamada.

—Alex, ¿Cómo estás? Ven aquí —pidió la pelinegra, mantenidose detenida en su lugar.

El joven pelinegro que andaba en una silla de ruedas, rodó hasta acercarse a su amiga, indicándole que se agachara un poco para abrazarla. Aunque no seguían igual que años atrás, agradecían haber tenido la dicha de seguir viviendo y rehacer sus vidas nuevamente, esta vez, con las personas adecuadas.

En aquel accidente, ambos jóvenes de cabellera oscura, habían resultado en mal estado. Gracias a la enfermedad que padecía la pelinegra, terminó perdiendo su vista, al principio fue duro para la joven, pues deseaba poder seguir viendo a sus amigos, ver el desarrollo del embarazo de su amiga, las citas a las que asistía junto a su marido antes de establecerse en una relación seria con él, y haber podido admirar todos los detalles el día de la boda de su amiga. También había deseado ver la de su amigo, y aún más el haber podido ver la suya propia. Aquel accidente la había marcado de por vida, pero agradecía el poder seguir compartiendo buenos momentos junto a sus amigos y su marido, aún sin poder verlos.

She is the FriendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora