V E I N T I S É I S.

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Maratón 6/8.

Capítulo veintiséis: De vuelta a casa.

Pov Kate.

Llegó el mediodía con una tensión en el ambiente, no había razón para ello, pero quizá se debía al desacuerdo que había tenido con la rubia.

A la rubia se le había ocurrido hacer una despedida, y luego de su gran insistencia, terminó aceptando. El castaño por su parte no había decidido si hacerla o no, ya que había salido con el pelinegro en busca de charlar un poco para lograr confiar entre ellos nuevamente.

La verdad es que cuando el castaño se le lanzó encima al pelinegro y le reclamó a la rubia ella enfureció, él no tenia por qué hacerlo, por que indiferentemente ya sea de una manera u otra él también la había engañado junto a ella, pero si eso no hubiere pasado no se daría cuenta de que lo que estaba haciendo estaba mal, ya que solo era la otra, y estaba engañando a su mejor amiga, y eso no estaba bien.

Al salir con la rubia, se permitió despejar un poco su mente. Habían decidido ir de compras, ciertamente no era fanática de ir de tienda en tienda, pero es era despedida, no le podía decir que no a su amiga, mucho menos luego de lo que había pasado en casa.

Durante el viaje al centro comercial se quedó mirando a las personas que paseaban por la vereda. El rostro del pelinegro pasó por su mente de repente. Entendía que él amaba a la rubia, pero así como ella, no debía interferir. Su amiga era feliz con el castaño, y ya se había dado cuenta de lo que sentía luego de su error, el cual buscó reparar y continuó adelante, sacando a flote su relación nuevamente.

La rubia llamó su atención apenas llegaron al centro comercial, provocando que saliera de su trance.

—Hey, ¿Te encuentras bien? —Inquirió su amiga, con una sonrisa en el rostro.

—Si, es solo que estoy pensando –respondió, sin darle mucha importancia. La rubia la miró de reojo, entrelazando sus manos. La conocía, y sabía que quería decirle algo, pero no le preguntó, iba a esperar a que ella estuviera preparada y lista para contarle lo que quisiera y ella estaría allí para escucharla.

Tras pasear un rato viendo los estantes, decidieron entrar a una tienda de vestidos. La rubia corrió directo a un vestido color rojo, como cualquier niña pequeña en una dulcería. Sacó otro par de vestidos, luego insistiendo a que se probara algunos. Ella se negó una y otra vez a probarse o siquiera pensar en comprar un vestido tan caro.

Su amiga entró a los vestidores, entonces ella se limitó a observar los estantes, mientras la rubia se probaba los vestidos. Se topó con un vestido azul, algo escotado al frente. Sin duda a primera vista era hermoso. Miró el precio y luego lo soltó inmediatamente al leer la gran cantidad de dinero que costaba. Para alguien como ella era algo imposible el pagar algo así.

—Deberías probártelo —la sorprendió una voz dulce detrás suyo. Se dio vuelta y se encontró con la madre del castaño. Realmente aquella mujer se parecía demasiado al joven, era indiscutible que eran madre e hijo.

—Jamás podría pagarlo —habló sinceramente, sonriendo de lado.

—Tonterías cariño, vamos, vamos —le insistió, animándole a caminar hacia los probadores. Tras tanta insistencia por su parte, entró a uno de ellos y empezó a desvestirse, unas manos se asomaron por debajo de la puerta, sosteniendo un par de tacones color piel. No le gustaba aquello, realmente apreciaba el gesto, pero no quería parecer interesada ni nada por el estilo.

Se puso el vestido con sumo cuidado, temiendo llegar a dañar algo tan caro, prosiguió con los tacones, que sin duda eran demasiado altos. Tomó aire, justo lo que necesitaba para tranquilizar sus nervios. Luego decidió salir. Corrió las cortinas y se encontró con la rubia en un vestido rojo que resaltaba su figura. Su amiga se encontraba hablando con la madre del castaño, quién se giró al captar su presencia, sus ojos se llenaron de lágrimas al verla, al mismo tiempo que llevó sus manos a su boca.

La rubia se giró, y con la sorpresa clara en su rostro la miró de pies a cabeza.

— ¿Sucede algo malo? —preguntó algo preocupada.

—Kate, estás... —

—Estás hermosa. —Halagó la madre del castaño, interrumpiendo a la rubia para acercarse a ella. — Oh cariño, ven. —Tomó su mano y la guió al espejo. —Tu madre estaría orgullosa de la hermosa mujer en que te has convertido —comentó mirándola a los ojos a través del espejo. Giró su rostro sorprendida por las palabras de la mayor.

— ¿Usted...? —no terminó de preguntar cuando la castaña asintió en respuesta, afirmando el que ya sabía sobre lo de su madre.

—Pero claro que lo sé. —Habló la mayor con una sonrisa apenada. — ¿Sabes? Yo siempre pensé que tú serías mi nuera y que te vería caminar al altar —confesó hablando bajo. La rubia entró a uno de los vestidores rápidamente, haciendo que se sintiera mal. 

She is the FriendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora