V E I N T I C I N C O.

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Maratón 5/8.

Capítulo veinticinco: Una llamada de vuelta.

Pov Kate.

El dolor de cabeza se hizo presente nuevamente cuando se despertó, haciendo que recordara lo sucedido la noche anterior. Esta vez si recordó cada cosa, pues se había asegurado de no tomar demasiado, para así no andar preguntando. Aunque no podría decir lo mismo de sus amigos, que habían tomado hasta perder la conciencia.

Se levantó de la cama, no se encontraba acompañada por nadie, por lo que soltó un suspiro de alivio antes de levantarse e ir al baño. Por poco chilló al mirarse al espejo y notar un grano junto en su frente, éste estaba rojo y grande, indicándole que ya estaba listo para extirparlo. Ella no dudó en acercar sus dedos y presionarlo con fuerza. Detestaba ser mujer algunas veces, sobre todo porque sintió algo bajar y manchar su ropa interior. 

—Tiene que ser una broma —susurró con molestia. No le podía pasar eso justo ese día.

No dudó en bajar al estar lista. Como siempre se sentía incómoda por la menstruación, a su edad aún no se acostumbrada ni creía llegar a hacerlo. Había considerado un par de veces salir de aquello de una buena vez, por medio de una operación. Después de todo, aunque quisiera, no podría salir embarazada, así que no tenía nada que perder.

Abajo se encontraban su amiga junto al castaño acostados el uno junto al otro sobre el sofá de la última noche, solo que el pelinegro en este caso estaba en el suelo. Sonrió sin poder evitarlo, por lo menos habían arreglado sus problemas sin pasar a mayores. Le dolía a veces ver a la rubia con su amigo, pero no podía hacer nada, pues ya ellos habían aclarado su situación y habían decidido dejar aquel viejo amor atrás.

Decidió preparar el desayuno esa mañana, pues el pelinegro lo había hecho la vez anterior. Borrando la sonrisa que tenía plasmada en su rostro, se apresuró a entrar en la cocina. Recordó al pobre cachorro en la habitación y, sintiendo la culpa, preparó al para el pequeño animal. Al subir lo acarició y le dio de comer, realmente estaba hambriento y eso solo aumentaba más la culpa que sentía. Definitivamente era demasiado mala cuidando a otros.

Luego volvió a bajar y propuso hacer el desayuno. Para cuando sus compañeros despertaron, ya ella había terminado y estaba por colocar las cosas en la mesa.

—Kate. —Llamó su atención la rubia, bostezando. — Ayer no hablaste en ningún momento. Parecías... Distante —la mirada de su amiga se clavó en su nuca.

La noche anterior se había mantenido alejada, sobre todo por que estaba pensando en demasiadas cosas sin sentido, y no quería preocupar a ninguno. Llevaba varios días sin saber nada sobre el canoso hombre que había dejado el Los Ángeles, seguramente Harold debía estar molesto con ella por no haberse comunicado con él. Otra de las cosas que habías rondado por su cabeza era lo sucedido hacía poco, quizá había sido demasiado pronto para beber, pues su situación no era estable en esos momentos.

—Estaba pensando, nada importante. —Mintió, dedicándole una sonrisa de lado a su amiga, quién la escrutó con la mirada en busca de que prosiguiera. No le creía, eso lo sabía. — Es solo que no sé nada de Harold —era una verdad a medias. Realmente temía que algo que hubiese sucedido en su ausencia.

No se lo perdonaría jamás en su vida.

—Bien —se rindió la rubia, sentándose en la silla que estaba al otro lado de la mesa. Pronto llegaron los otros dos, sentándose de igual forma.

Ella prosiguió a servir la comida y se sentó poco después a comer en silencio. No quería hablar en esos momentos, y tampoco quería despertar las dudas en su amiga, que aún seguía al tanto de su mentira. Los otros dos notaron la tensión que se había formado entre ellas, pues casi se podía palpar.

She is the FriendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora