-Aún estoy esperando una respuesta -emitió impaciente, mientras aún saboreaba aquella delicia.
-He probado mejores hamburguesas -mentí y se me quedó observando serio por unos largos segundos -. Era broma, es deliciosa -reí y se relajó.
-Anda, otro bocado, necesito ver como disfrutas cada mordida -reí y volví a morder.
-No jugabas cuando decías que era la mejor hamburguesa... -comenté, con mi boca completamente llena. Sean sonrió al observarme, pero no era una sonrisa de gracia -. ¿Qué? -pregunté, ahora con mi boca vacía.
-¿Alguna vez te han dicho lo bonita que eres? -asentí.
-Sí, por supuesto -Sean quedó perplejo. Al parecer, él quería ser el primero -. Mi padre me lo dice desde que soy una niña -él rió -. Oh Kate -comencé a imitar la voz de mi padre -, eres tan bonita, como una flor que nunca marchita.
-Jamás se me hubiera ocurrido algo como eso -declaró y reí.
-Sólo lo acepto porque es mi padre, me repugna que me digan ese tipo de babosadas -emití.
-Eres preciosa, Katelyn -me dijo, con sus ojos clavados a los míos.
Esto ya se estaba volviendo algo serio...
-Vaya, de "bonita" a "preciosa". ¿Acaso la hamburguesa me ha vuelto más linda? -bromeé y sus labios se posaron sobre los míos con pasión.
Esto no era bueno, para nada bueno...
Me aparté con suavidad y observé su rostro, completamente confundido.
-¿Por qué? -ahora lo notaba aún más confundido -. ¿Por qué me besas?
Le tomó unos segundos pensar la respuesta.
-Porque quiero tener sexo contigo -contestó, como si fuera una obviedad.
-Ya lo hemos hablado, Sean. Puedes besarme si quieres, pero no tendremos sexo -él parpadeó un par de veces, como si estuviera procesando toda la información.
-No creí que fueras en serio...
En la forma en que lo decía, solo me hacía querer volver a tener sexo con él.
-Ya no más, no es justo para ninguno.
-¿Qué dices? Para mí sí lo es, me fascina sentirte, poder tocarte, tenerte, solo... me encanta hacerlo contigo -sonreí.
También a mi, Sean, también a mi, pero no puedo permitirme sufrir por tu culpa.
Me acerqué a él y lo abracé.
-Ya no más, Sean -susurré.
Él correspondió a mi abrazo, para luego cogerme del rostro y obligarme a observarlo. Acarició mi mejilla y sonrió.
-En verdad lo digo, eres muy preciosa -nuevamente, sus labios volvieron a los míos pero, como nunca antes, ésta vez era un beso suave y tranquilo. Se apartó de mi y, besó mi frente para volver a abrazarme.
Ninguno decía nada, solo nos encontrábamos en silencio, unidos en un abrazo.
Luego de acabar la cena en un silencio un tanto incómodo, me dirigí hacia mi habitación, dejando a Sean sólo con sus pensamientos.
Él debería elegir; quedarse conmigo por quererme como simplemente su amiga, o porque aún tenía la esperanza de que algún día volviéramos a tener sexo. Por supuesto, la opción de alejarse de mi se encontraba presente, pero no creo que fuera a tenerla en cuenta.
Me metí dentro de mi cama y, dejándome llevar por mis pensamientos, cerré los ojos y me hundí en un sueño profundo.
*
Esta vez no había sido culpa de mi alarma, si no que de aquel estúpido rayo de sol que daba directamente en mi rostro.
Al abrir mis ojos con gran dificultad, noté que no me encontraba sola. No sabía en que momento de la noche había sucedido pero aquí estaba, abrazado frente a mi.
Tan sólo se encontraba a unos centímetros de mi rostro y podía observar su rostro con extremo cuidado.
Su brazo se encontraba descansando sobre mi cintura y su respiración era suave y tranquila.
Desde que habíamos estado juntos, era la primera vez que dormía conmigo. Él me había dicho que no acostumbraba a pasar la noche con nadie, pero aquí se encontraba.
La alarma comenzó a sonar y la apagué tan rápido como pude.
Sean se desperezó y abrió sus ojos, para observarme con cuidado.
-Olvidaste prepararme el desayuno... -bromeé, intentando no hacer de esta situación algo incómodo. Él sonrió y salió de mi cama -. Puedo hacerlo yo, aunque casi no tengo tiempo para desayunar ya -él volteó a verme, serio.
-Nada de eso. Desayunarás aunque debas llegar tarde -y, por primera vez, oí su voz ronca de mañana. Admitía que, como era de esperarse, era lo más sexy que había oído jamás.
Sean se marchó de mi habitación y suspiré.
No sabía si su baja energía se debía a que acababa de despertarse o porque algo le estaba ocurriendo. Por supuesto, debía averiguarlo.
Salí de mi cama para vestirme y me dirigí hacia la cocina.
-Ya casi está preparado -emitió.
-¿Cómo es que de repente has aparecido en mi cama? -le pregunté con todo el atrevimiento del mundo.
Él aclaró su garganta y me dio una sonrisa.
-Me estaba doliendo la espalda, no podía seguir durmiendo en tu sillón -se explicó y, por mucho que quisiera creerle, algo me decía que estaba mintiéndome.
-Esta noche puedes dormir en mi cama -su rostro se iluminó -y yo dormiré en el sillón -ahora bajó su cabeza y negó.
-No, eso jamás sucederá. Estoy aquí para cuidarte a ti, no para que tu me cuides a mi.
-También puedo cuidar de ti si quiero hacerlo, estás viviendo bajo mi techo -sonreí, pero él solo me mostró una falsa sonrisa -. Oye, ¿te encuentras bien hoy?
-Sí, fantástico -me entregó mi desayuno -. Aquí tienes, disfrútalo -ambos desayunamos, nuevamente en un silencio incómodo, hasta que debí marcharme a la universidad.
Como era de esperarse, había llegado tarde. En algún momento aquello me hubiera importado, pero no ahora.
-¿Sabes cómo puedes cuidarlo? -me preguntó Ellie -. Dale la comida en la boca, limpia su ropa... -comenzó a reír -. Básicamente, trátalo como un bebé. Aún no comprendo como no han acabado en tu cama, han pasado seis días conviviendo como dos personas normales -ahora reí.
-No todo puede ser sexo, y no quiero salir herida -emití.
-Lamento informarte que saldrás herida, ya te has involucrado demasiado -me dijo y Darren apareció.
-Dos meses más y podremos decir que somos médicos calificados -emitió él.
-Eso si apruebo los exámenes -añadió Ellie.
-¿Kate no dijo que te ayudaría? -su mirada se dirigió hacia mi.
-Está algo ocupada con unos problemas personales -me salvó mi amiga.
-¿Te encuentras bien? -me preguntó y asentí.
-Yo te ayudaré -se ofreció él.
Al acabar las clases y las prácticas clínicas, llegué a mi departamento y me encontré con Sean. Observé la hora y eran las 6 p.m., lo cual me sorprendió porque él comenzaba su trabajo a las 5 p.m.
-¿Qué haces aquí? -él volteó a verme, algo sorprendido.
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Sólo Tú [ST #1] ✔️©
RomanceEsta no es una típica historia de amor donde la chica tiene su primera relación íntima con el amor de su vida. En realidad, lo es, pero no en el tiempo y lugar correcto. Katelyn Robstraw, de 23 años de edad, decide darle fin a su virginidad tras hab...