Capítulo 2

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Posicionó sus manos en mi trasero y me levantó del suelo, aún sin despegarse de mis labios.

-Habitación -murmuró apenas se separó un poco de mis labios.

-Al final a la derecha -comenté algo agitada.

Estar besándolo era un sueño hecho realidad pero, lo que estaba a punto de suceder, era cosa de otro nivel.

Comenzó a caminar en dirección a mi habitación y, al llegar, abrió la puerta con un golpe de su pie y me dejó caer sobre mi cama. Se quitó su playera y se posicionó encima de mi, besando mi cuello.

-Mierda... -gemí, sin intención de hacerlo.

Él se apartó de mi, sonrió -de seguro porque todo estaba marchando de maravilla- y me quitó mi vestido en un santiamén.

Inspeccionó mi cuerpo y volvió a reír.

¡Joder! Que era una locura que Sean, el mismo muchacho por quien todas morían hace cinco años, estuviera a punto de tenerme y me observara de esa forma.

Cogí su nuca, acercando su rostro más al mío, y lo besé. Nuestras lenguas comenzaron a conocerse cada vez más, asemejándose a una batalla campal hasta que su mano se dirigió hacia la parte de mi sostén. 

Con gran seguridad y rapidez, lo desabrochó y me lo quitó. Me recosté en mi cama y, al montarse sobre mí, capturó mis senos. 

- ¡Oh, por dios! -no pude evitar volver a gemir. De alguna forma, no me sentía tan intimidada de hacerlo porque en cierta forma lo conocía. 

 Sus labios volvieron a mi cuello, dejando rastros de ellos, hasta que decidió apartarse de mí para quitarse sus zapatillas y pantalones. 

Me quité mis sandalias, con el fin de quitar mis bragas y finalizar con el asunto tan rápido como me fuera posible, pero él se acercó a mí y volvió a tumbarme sobre la cama.

-Ese es mi trabajo -me dijo con su voz grave y mi piel se erizó. 

Finalmente, se quitó sus calzones y... mierda. Al proteger su miembro, supe que sería imposible que esa cosa se adentrara en mí. En especial, sabiendo mi historial; NADA se había adentrado ahí. 

Volvió a montarse sobre mí y capturó mis labios. Debía disfrutar este momento; besar los suaves labios de Sean y tener sexo con él no era algo que sucedía todos los días.

-Separa tus piernas -me pidió y eso hice. De un segundo a otro, sus manos se dirigieron hacia mis entrepiernas, manteniéndolas abiertas en su lugar. 

 El placer me invadió por sorpresa cuando Sean comenzó a besarme allí abajo. ¿Cómo era posible que tuviera al mismísimo Sean entre mis piernas? Aferré mis manos a las cobijas y me digné a relajarme... en cuanto me fuera posible. Sus besos fueron acompañados por suaves movimientos en mi clítoris. Sus dedos comenzaron a moverse con mayor intensidad y no sabía cuánto más podía contenerme. Con tan sólo haber visto a Sean entrar por la puerta, ya había estado preparada para que tomara mi virginidad. 

-Por favor... -fue lo único que dije. Debía informarle que tenía que suceder ya y, por mucho que hubiese querido que sonara como un simple pedido, sabía que se había notado la desesperación en mi voz. 

Sean asintió y se acercó a mi rostro, capturando mis labios. Sus movimientos eran suaves, como si no quisiera darlo todo aún, pero eso era suficiente para continuar excitándome. Con ayuda de sus manos, acomodó mis piernas alrededor de sus caderas, dejándolas en el aire -. ¿Preparada? -me preguntó, y no sabía cómo negarme. 

Tenía entendido que la primera vez dolía, pero mi caso sería como parir o algo por el estilo. 

-Ajam -fue lo único que pude decir y, repentinamente, comencé a sentir un gran dolor en mi feminidad -. ¡Ah! -no pude evitar dar un pequeño chillido. 

-¿Te encuentras bien? -me preguntó, actuando con cuidado, y asentí. Sean continuó penetrándome hasta que todo su miembro estaba dentro de mí. Al salir, sentí un gran alivio que solo duró un segundo ya que volvió a penetrarme. Esta vez, sólo un poco menos doloroso -. ¿Ya se siente mejor? -mentí al asentir, pero sabía que debía cesar. 

Una vez mi entrada se acostumbró a su presencia, aquel dolor sólo se desvaneció un pocoy sentí cómo una corriente recorrió mi columna. Lentamente, aquel dolor fue reemplazado por olas de placer, en las cuales no pude evitar gemir. 

Sus embestidas comenzaron a hacerse más fuertes y rápidas, hasta que mi cuerpo no resistió más, al igual que el suyo. 

Su cuerpo cayó a mi lado, hundiéndonos en un silencio en el que sólo se podían oír nuestras respiraciones agitadas. 

Adiós virginidad.

-Wow... -emití y él rió.

-Nunca antes había estado con una virgen, pero déjame decirte que lo has hecho de maravilla -me dijo y no pude evitar sonreír.

Tomó asiento en mi cama y comenzó a vestirse.

-Puedes volver a llamarme cuando sea -agregó -, aunque estoy seguro que ahora tener sexo con alguien más, será más sencillo.

<<Si por mi fuera, me conformaría contigo>> pensé.

-También comprenderé si no quieres volver a verme. Ha sido tu primera vez y, la mayoría de las personas no quieren volver a ver a esa persona a menos que sea su novio o novia. Descuida, no me enfadaré -comentó con una sonrisa, casi como si él fuera el que no quisiera volver a verme.

-Intentaré volver a verte, Sean. Ahora que ya no soy más virgen, podré acostarme con quien quiera y es muy probable que me olvide de ti -bromeé y él rió.

-Muy bien... -permaneció unos segundos en silencio, en busca de mi nombre.

-Katelyn -emití.

-¿Katelyn? -él preguntó y asentí.

-Así es, Katelyn Robstraw -él me observó algo confundido.

<<Mierda Katelyn, tú y tu maldita bocota>>

-¿Ya nos conocemos? -me preguntó, algo dudoso, y negué.

-No lo creo... -mentí.

-Debo estar confundiéndome con alguien más -asentí y sonreí -. Ya debo marcharme -me dijo, ya completamente vestido.

-Te acompañaré a la puerta, deja que me vista -me puse el vestido encima y salí de mi cama.

Lo acompañé hacia la puerta, anhelando volver a verlo, aunque aquello tal vez no fuera demasiado inteligente de mi parte al ver que podría recordarme.

Definitivamente, no volvería a llamarlo.

-Pues, nos vemos otro día -me dijo y asentí -. Adiós -finalizó y se marchó.

-Wow -suspiré, volviendo a mi habitación y dejándome caer pesadamente sobre mi cama.

Eso era todo. Sean se había apropiado de mi virginidad y ahora ya no volvería a verlo jamás. Quería hacerlo, por supuesto, pero no sé cómo lo tomaría al enterarse que yo era la persona que él pensaba y que, además, tuvo sexo con él cuando todos creían que era gay.

Vaya secreto había guardado en la secundaria...

Cambié las sábanas de mi cama, ya que me hacían sentir algo sucia, me di una rápida ducha y cené algo.

Finalmente, él había logrado adentrar ese monstruo en mi, y había sido todo su mérito. Por supuesto, dolió como si no hubiera un mañana, pero me alegra que haya sido con alguien que al menos conocía de algún lado y no un completo desconocido.

Al observar la hora en mi reloj ya era tarde, demasiado tarde.

Me dejé caer sobre mi cama y, aún con mi zona demasiado adolorida, intenté coger algo de sueño y dormirme.

Sólo Tú [ST #1] ✔️©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora