Epílogo

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Todas las noches esperé que Ryan entrara a mi habitación por la ventana, pero nunca lo hizo, él no regresó.

Ya me habia metido a la cabeza que Ryan no iba a regresar, que tal vez nunca leyó mi carta,  o tal vez sí. Tal vez su amor no era tan grande como creía.

Llegó el día de ir a la universidad, me tenia que mudar, dejar a mi familia. Al principio fue difícil, no me acostumbraba, pero poco a poco fui haciendo amigos, no era lo mismo que estar con Stephanie, Kate, Gley y los chicos.

Los extraño demasiado.

Cada uno tomó un rumbo diferente; diferentes carreras, diferentes universidades. Algunos se fueron a estudiar a otros países, como Ryan.
A pesar de haber obtenido una beca en Stanford, el dinero no me alcanzaba para sobrevivir, al principio alquilé un departamento con una amiga de Kate que me recomendó. Kiara, la amiga de Kate, no duró mucho en el departamento ya que rompía todas las reglas que ambas pusimos, y la principal era; nada de hombres. Tuve que decirle que se vaya y gracias a eso tuve que buscar un trabajo para pagar la renta del depa.

Ahora soy la chica de la cafetería.

No he sabido de hombres desde ese día, ni siquiera tengo contacto con ni uno en la universidad. Se han querido acercar muchos, pero con tan solo una mirada asesina se alejan, y agradesco por eso, no quiero saber nada de hombres. En el trabajo me ha costado lidiar con eso, pero tengo que ser amable para que no me corran del trabajo.

Me ha costado superar lo que pasó en mi cumpleaños, pero los psicólogos de la universidad me han ayudado a superarlo, también mi carrera me ha ayudado muchísimo, ya que estudio psicología.

Las marcas en mi rostro han borrado con algunos tratamiento de piel que me he hecho, no queda ni una sola marca, solo los recuerdos.

Recibo constantes llamadas de mis padres y Andres, que por cierto, está creciendo demasiado. En pocos días cumplirá sus quince años.

Tenia diez años cuando me vine a la universidad, era un niño todavía y ahora es todo un jovencito. He visitado a mi familia unas cinco veces durante estos cinco años, casi nada ha cambiado, lo único fue la mala noticia de mi abuela, ella sufrió un paro cardíaco provocándole la muerte. No podía creer esa noticia, fue fatal para mi saber que mi abuela había muerto, en ese tiempo bajé un poco mis calificaciones, pero luego me puse las pilas porque supe que estar bajoneada no era algo que la abuela hubiera querido. Ahora el abuelo vive en casa con mis padres, la tristeza y los recuerdos de la abuela en la casa en donde vivieron juntos, lo estaban matando lentamente.

Hoy es el día en el que me graduaré de la universidad, con las mejores calificaciones en la carrera de psicología. Después de cinco años de lucha, al fin sacaré mi título universitario.

Mañana por la mañana me regreso a casa, a mi habitación, a mi vida.

Ya firmé para el desalojo del departamento, la señora me agradeció por ser puntual en los pagos, lo que ella no sabe es que sufría haciendo horas extras en la cafetería para cumplir puntual con los pagos. Pero eso no importa, la verdad es que me ayudó a ser responsable.

Puedo decir que soy una mujer madura.

Bajo del avión que me trajo al lugar en donde nací y crecí, en donde viví hasta mis dieciocho años. Salgo del aeropuerto agradeciendo al guardia por abrirme la puerta para que pueda salir, cuando miro hacia el estacionamiento reconozco perfectamente esa cabeza blanca y al mocoso que está junto a él en el coche de papá.

Andres y el abuelo se bajan para recibirme.

—Mi hermosa Nicki.—dice el abuelo extendiendo sus brazos.

Desde que llegasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora