2.- Te encontré, Jinnie.

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La abuela había fallecido.

Mamá estaba inconsolable. No la había visto desde que mi tía Hoonie me había ido a sacar de la escuela, mamá no había podido ir, no en las condiciones en las que estaba. Solo se escuchaban sus leves sollozos divagar por toda la habitación de arriba, mientras con pasos silenciosos iba de su armario a su maleta, empacando lo necesario para permanecer en el funeral fuera de la ciudad en un pueblo cercano de donde vivíamos.

Mark estaba en su cuarto sentado en su cama con un oso de peluche que la abuela le había regalado en su cumpleaños número cinco, parecía triste pero aún con ello no tenía su rostro con rastro de lágrimas, probablemente aún no podía creer lo que estaba sucediendo.

—¿Lo sabes, verdad? —Me senté en silencio al lado de él, mirando como acariciaba lentamente el peluche.

Asintió levemente, sin decir más, hasta que empezó a absorber su nariz, estaba llorando. —La voy a extrañar, Jinyoung. —Susurró mirándome con ojos tristes. Odiaba verlo así.

—No estés triste, Marknie —Susurré con voz tranquila, pasando mi brazo por sus delgados hombros, intentando consolarlo. —La abuela ahora está descansando, ya no sufrirá más, además a ella no le gustaría verte así, sabes que ella amaba verte sonreír, ¿no es así?

—Lo sé. —Respondió con voz apagada, escondiendo su cabeza en mi pecho intentando refugiarse, así que lo dejé, lo deje desahogarse mientras yo sólo acariciaba sus cabellos y susurraba una canción para calmar su triste corazón.

Un paro cardíaco le había ocasionado la muerte inmediata a nuestra abuela, no es como que ella fuera una persona enfermiza o con problemas del corazón sin embargo aún así era difícil de asimilar, nadie se detiene a pensar en cómo iba a morir su familia o uno mismo en realidad, la muerte para muchos sonaba como algo aterrador de lo que nadie hablaba en su sano juicio.

Mark se removió un poco, se había quedado dormido junto con el peluche, el cual era ahora asfixiado del cuello por el fuerte apretón que causaba el brazo de Mark contra su pecho. Tomando la sabana de Spider-Man lo cubrí hasta los hombros para posterior dejar un beso en su frente, sin apagar la lampara con forma de dinosaurio, ya que Mark odiaba la oscuridad.

Sin hacer demasiado ruido bajé los escalones, no era del todo tarde, apenas pasadas las diez de la noche, sin embargo el ambiente ameritaba ser silencioso sin que nada lo perturbara. Encontré a mamá en la cocina preparando un poco de café, su mirada cayó en mí solo un momento para regresar de nuevo a la cafetera. —¿Quieres? —Preguntó con una taza color rosa pastel entre sus manos, apenas iba a servir el liquido oscuro en esta.

— No te preocupes, lo preparo yo. —Hice una seña hacia el banco para que ella se sentara, me adentré al pequeño espacio y tomé la taza que sostenía entre sus manos, ella sin prestar mucho interés me hizo caso sin protestar. — ¿Mark se quedará conmigo? —Pregunté sirviendo el liquido amargo en dos tazas, me miró, tomando se su tiempo para responder.

—Si. —Su voz salió desgastada. — No puedo llevarlo, quiero que su último recuerdo de su abuela sea el de las últimas vacaciones, donde ambos sonreían, no de ella...así. —Respondió sin mirarme.

—Lo cuidaré. —Prometí dejando una taza frente a ella, para después beber un poco del contenido. Me abstuve de hacer más preguntas, no era el momento para prolongar la charla mas de lo que se debía, el silencio nos haría mejor compañía que un par de palabras.



***




Una figura se podía vislumbrar no muy lejos. Un hombre. Hombros anchos, mirada dominante y penetrante, labios carnosos, la perdición total. Sus dedos acariciaron mi rostro, sentí mi pecho arder a pesar de que su tacto era frío.

Te encontré, Jinnie.

En ese instante desperté, mis ojos se abrieron de par en par buscando enfocar mi vista en la habitación gracias a la falta de luz mientras intentaba que mi respiración volviera en sí. Sentándome en la cama mi mirada buscó alrededor, como si quisiera encontrar a alguien en especifico, pero sólo había oscuridad, oscuridad que conseguía abrumarme, así que encendí la lampara esperando que un poco de luz me hiciera sentir seguro. Con un pesado suspiro pasé mis dedos por mis cabellos intentando aclarar mi mente, solo había sido un sueño, nada más. Pensé, en un vago intento por aclarar mi mente.

— Él estuvo aquí, no fue un sueño, JinYoung. —El silencio fue roto por una voz en una esquina de la habitación, logré dar un brinco en mi lugar asustado, con la mano en el pecho miré la habitación en donde ahora tenía compañía, sentí mi mundo desvanecerse en ese momento. —Oh vamos, no te desmayes a tan solo verme. — Continuó hablando con rostro preocupado, vi como se acercaba a mi tronando los dedos frente a mis ojos. —Dios creador de todo, ¿por qué a mí? —Lo vi mirar al techo como si simulara hablar realmente con alguien allá arriba, sólo y sólo por seguridad miré en dicha dirección esperando que no hubiera otra sorpresa, para mi paz mental estaba la mancha amarilla de la humedad, nada más.

— Seas quien seas te quiero fuera o llamo a la Policía. —Amenacé buscando a tientas el bate de béisbol entre mi cama y el buró.

Él chico comenzó a reír. —Vaya que es una reacción de admirar, oh vamos, inténtalo, quiero ver el rostro de los policías cuando les muestres que realmente no hay nadie aquí.

Palidecí, ¿estaba quedando loco?

— No lo estás, soy real, solo tú puedes verme. —Tomó asiento en el pequeño mueble cruzando sus piernas y apartando el flequillo de su frente.

— ¿Cómo que no estoy loco? Creo que debo conseguir amigos, los imaginarios que hice en la infancia comienzan a acecharme. —Murmuré lo último más para mí que para él pero aún así su risa logró confirmar que lo había escuchado.

— Ajá, amigos imaginarios o un fantasma, como gustes llamarme. —Se alzó de hombros restandole importancia a lo antes dicho, dejando caer su espalda en el respaldo con tranquilidad.

— ¿Quién eres? —Logré preguntar después de unos segundos de silencio.

Su boca se ensanchó, mostrando una gran sonrisa. —Esperaba con ansias esa pregunta, ya tenía lustros sin escucharla. —Soltó un suspiro para luego poner un rostro sereno. —Jackson Wang. Deidad de la vida o tu ángel de la guarda, como quieras verme, me va bien de ambas formas. —Hizo una seña restandole importancia a aquello y volvió a dejar su espalda en la comodidad del sillón.

— ¿Que se supone que significa eso? —Pregunté de repente molesto mientras lo analizaba, si lo pensaba un poco y creía en sus palabras tenía sentido ¿quién se vestía de trajes blancos en medio de la madrugada en la casa de un desconocido? ¿era el nuevo modus operandi de los ladrones?, las sabanas comenzaron a molestarme después de pensar aquello así que las retiré de un manotazo.

El chico alzó una ceja con cierta sorpresa, pero aún sin verse afectado por mi cambio de humor.

— He aquí la cuestión. —Recargó sus codos en sus rodillas, juntando sus palmas como si fuera a comenzar a rezar.—Corres peligro, genio. Tengo que proteger tu trasero hasta que la deidad de la Sabiduría lo considere, ¿otra duda?

— Protegerme...—Susurré repitiendo las palabras que esperaba que sonara más como una pregunta, el bate de béisbol que había tomado con disimulo al levantarme en la cama había caído en la alfombra al darme cuenta de algo. -...¿De él?

Su rostro divertido desapareció por completo siendo sustituido por una mirada que no mostraba expresión alguna, podía sentir una incomodidad dentro de mí, dentro de la habitación.

—¿Sabes quién es, JinYoung? —Sus músculos se tensaron levemente, podía notarlo aún con la poca luz que había.

— N-no lo sé... realmente. —Mi voz sonó débil, me sentía de repente indefenso, como sí el simple hecho de haber mencionado a alguien de quién prácticamente no tenía la remota idea fuera algo que acabara conmigo muy dentro de mi ser.

—Nunca te acerques a él, JinYoung. La muerte no respetará tu vida solo por tratarse de ti.

Destinado [Bnior] EDITADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora