Extra 2: Markson

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Parte 1

Las manos de la deidad se juntaron contra el suelo provocando un mar de emociones dentro de su ser divino, estaba feliz, entusiasmado y maravillado. De sus manos brotaron una serie de flores hermosas que crecieron fervientemente, su sonrisa se ensancho sobre su rostro, amaba dar vida.

Con su corazón pleno aspiro el aire que pudo para exhalarlo todo de un solo golpe, miró el paisaje a su alrededor, todo era verde y colorido gracias a las flores que brotaban de todas partes, los animales podían sentir que su creador estaba ahí así que eso les hacía sentir la confianza de salir y estar libres por todo el lugar, sin el miedo latente que generalmente tenían gracias a los humanos.

Entonces su sonrisa se borró. Los humanos, gruñó. No los odiaba, ellos eran parte de su creación en algún punto, ya que él les daba el propósito de vida para que pudieran nacer con plenitud, sin embargo los detestaba cuando se corrompían y dañaban lo que él con mucho amor había creado, aunque bueno, no los despreciaba tanto como a...

La brisa corrió con fuerza, divisó a su alrededor y se dio cuenta que los animales que hace un momento estaban a simple vista se escondieron, entonces fue claro para él, un disparo se escuchó no muy lejos, su corazón se precipitó alarmado, eran cazadores.

Corrió a todo lo que sus piernas le permitieron hasta caer de rodillas en el suelo, miró a su alrededor frenéticamente buscando su objetivo, sentía su corazón latir débilmente, debía ayudarlo, entonces sintió una presencia más y temió, tenía que seguir antes de que fuera demasiado tarde. Sus piernas ardieron pero aun así no se detuvo hasta que divisó el lugar, detrás de un arbusto, entonces pudo ver su traje junto con sus largos cabellos cubriendo su cuello.

—Déjalo —Demandó con toda la fuerza que su voz le permitió utilizar, la deidad frente a él se puso de pie con movimientos lentos pero limpios, en dos pasos se giró y lo miró sin expresión alguna.

—¿Tienes algún problema? Estoy ocupado —Señaló, con un movimiento rápido observó su reloj de bolsillo, parecía tener el tiempo encima.

—Tengo demasiados problemas contigo, Jaebum, ¿cómo te atreves a venir por mi creación? Apenas es un pequeño ser al cual no tiene mucho que le he dado vida —Reprochó, su mirada bajó hasta el suelo en donde pudo ver a un pequeño conejo blanco con una gran mancha de sangre ocasionada por una mordida de otra de sus creaciones. Los humanos sí que podían ser una plaga que lograban usar a seres inocentes para sus horribles fines.

—Ese no es mi problema —Respondió, su intención no fue sonar brusco pero las palabras del mayor lograron penetrar al contrario — Si me detienes solo lograrás que su alma sufra más y que las almas errantes se alimenten de su inocente alma, ¿es eso lo que quieres acaso? —Replicó con una ceja alzada, el contrarió calló dándole la razón con esto.

De manera lenta se apartó del lugar con los puños apretados dejando a la Muerte hacer su estúpido trabajo, si tan sólo pudiera darle vida una vez más a ese pequeño conejo...pero no, no era posible, era contra las reglas. Jaebum se agachó de nueva cuenta cuando vio que Jackson por fin había entendido, con pena miró al pequeño ser en el suelo que respiraba lentamente.

Lamento haber tardado en venir —Transmitió al animal una vez que lo tocó, entonces poco después el pequeño falleció.

Poniéndose de pie giró a ver a la deidad de la vida quien se encontraba sollozando, no obstante no dijo nada, no tenía cara para consolarlo, lastimosamente ese era su papel, llevar a las almas al más allá sin importar qué y lo haría aunque se ganara el odio de Jackson Wang en el proceso. En un rápido movimiento divisó su libro buscando a la siguiente alma, un humano esta vez, apretó los labios, era complicado ir a por ellos, la mayoría huía de él y le hacía difícil el trabajo.

Destinado [Bnior] EDITADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora