Epílogo.

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Había sido una buena vida, y no porque realmente hubiera sido feliz siempre, si no porque con cada sentimiento expuesto le recordaba que era un humano y que como tal estaba expuesto a esa clase de sentimientos.

Sintió lo que era el amor con su familia y Bam, sintió el dolor al perder a sus única a personas más importantes hasta ese entonces, pero gracias a la menor fue como pudo salir adelante, ella siempre había estado ahí, por algo se había enamorado de ella, ¿no es así? Ella había estado con él desde niños, ella había asistido al funeral de su padre y estado junto a él, ella lo había apoyado cuando había reprobado Latín en la escuela y le había ayudado con clases de la misma con tal de que se recuperara, ella era quien pasaba horas en su habitación cuando este tenía malos sueños, ¿cómo no podría haber caído por ella? Era simplemente su ángel.

Y es que ella siempre estaría para él, el mayor la había aceptado con todos sus defectos, inclusive cuando ella tenía la culpa de algunas cosas y él terminaba disculpándose para no tener que dejar de estar sin hablar por más tiempo.

Pero pese a que tenían un cariño por esos recuerdos, ¿por qué sentían que algo no encajaba? ¿Eran ellos los que estaban confundidos?

Pese a sentirse de esa manera no pudieron evitar sentirse felices, sobre todo cuando unos meses posterior a su boda pudieron tomar la custodia de Youngjae, realmente el pequeño parecía tener un aura que hacía que sus días fueran mejores, el niño era como una batería que les recordaba que la vida no era mala, si no más bien maravillosa. Criarlo entre los dos fue un reto pero pudieron con ello y ver que era un chico de bien les hizo sumamente felices.

Jongin se acercó a la cama donde se encontraba acostado el hombre de avanzada edad, se sentó con cuidado dando un beso en la mejilla.

— Abuelo, ¿cuándo podrás jugar conmigo? —Preguntó el niño de tan sólo seis años, haciendo un puchero al ver el rostro del mayor dudar.

—Pronto. Sólo dame tiempo, cariño. —Respondió dando una sonrisa al pequeño.

—¿Lo prometes?

Jinyoung asintió, deseando muy dentro de su pecho poder cumplir aquella promesa.
El pequeño sonrió yendo donde su padre que les miraba desde la entrada de aquella habitación.

— Hyunjin.

— Papá, ¿cómo te sientes? —Preguntó el castaño atento a la respuesta del contrario.

Una sonrisa se curvó en los labios del ahora hombre canoso. —Necesito pedirte un favor, ¿puedo contar contigo?

Hyunjin el segundo y último hijo de la familia Park había sido una completa bendición para el matrimonio, Park Jinyoung era un hombre trabajando al servicio de la salud de las personas, estando muy dedicado a su trabajo, siendo ahí cuando conoció al pequeño niño.

Nunca olvidaría ese día, su ahora hijo mayor de veintitrés años había llevado a su madre al hospital donde su padre trabajaba para el chequeo de unos análisis, aquella joven pareja que no pasaba los 35 años de edad estaban deseosos de ser padres de nuevo, estaban en estabilidad económica y tenían demasiado cariño por dar, además Youngjae estaba a punto de graduarse y con ello su partida a América para continuar con sus estudios en una maestría en la Universidad de artes hacía el corazón de Bam estrujarse.

— Usted no puede tener hijos. 

Aquella fue la respuesta del médico a cargo de sus estudios, el corazón de ella se quebró, ¿no podía ser madre? ¿por qué? ¿no podía traer al mundo a un pedacito de ella y su esposo?

Su mundo se cayó en pedazos lentos y dolorosos.

Aquella noticia había llegado a oídos del doctor Park, más que sentir tristeza sintió preocupación, sabía el anhelo que tenía Bam por ser mamá, y ahora ser que eran conscientes de que no podían había sido como un balde de agua fría sobre ellos, quería estar ahora junto a ella y decirle que todo estaría mejor pero no podía, tenía una emergencia en quirófano y por desgracia no podía hacer oídos sordos a ello.

Destinado [Bnior] EDITADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora