16.- Culpa.

282 50 2
                                    

Su mano se extendió frente a mí. No podía mentir, estaba demasiado feliz por tan sólo ver aquella acción tan simple ser dirigida hacia mi ser, era por fin nuestro momento de estar juntos.

Sin embargo se alejó de mí, una vez más, tal y como siempre lo había hecho, me sentí herido.

— ¿Por qué? — Pregunté con voz rota. — ¿Por qué siempre te alejas de mí? ¿por qué siempre cuando más te necesito? —Le reproché

— Te hago daño —Respondió en voz baja, sin permitirme interpretar su expresión.

— Más daño me haces cuando te alejas. —Susurré a punto de las lágrimas.

— Lo sé —Admitió bajando su mirada, como si se sintiera avergonzado. — Ella estará bien, tu madre. — Mencionó, volviendo a mirarme. — Lamento no haberte dicho sobre ella, pero tenía miedo de ver rencor en tus ojos, no podría haber soportado que me miraras así — Confesó, pude ver como mordía su labios, estaba temblando.

— Nunca podría odiarte, sólo puedo sentir una sola cosa por ti —Su vista se alzó así que me permití que nuestras miradas se conectaran, tuve que controlarme para no ir corriendo hasta él pese a que no estábamos tan lejos uno del otro. — amor y nada más que eso. 

Apretó los labios sin mencionar palabra alguna y apartó ligeramente la mirada.
— Mira lo que te he hecho, has tomado el mismo camino, la muerte. Has dejado a quien te necesitaba por mí, eso no puede ocurrir más. 

— Regresa conmigo, no te vayas de mí otra vez.— Rogué, sintiendo como mi voz se cortaba con cada palabra pronunciada, entonces su rostro me lo dijo todo.

— Hasta la próxima vez, Jinnie.

...

La luz del lugar logró cegarme por unos instantes, no pude reconocerlo hasta que logré acostumbrarme al cambio con el paso de los segundos, solté con pesadez un suspiro.

El hospital.

Un pequeño tubo con una aguja conectaba a mi brazo justo en mi vena, dando a este el paso del suero siendo suministrado poco a poco, tenía mis manos más pálidas de lo normal y sentía como si estuvieran entumidos por la falta de movilidad, logré cuestionarme cuánto tiempo llevaría ahí o inclusive cómo había llegado ya que se suponía que estaba solo esa noche, sin embargo mi cabeza se sentía pesada y mis músculos cansados, así que sólo me quedé ahí mismo, sin hacer ademan de buscar a alguien que me diera las respuestas que necesitaba.

La puerta sonó levemente al ser abierta con una sutileza que por un momento pensé que la persona del otro lado temía despertarme, por mi mente pasó la idea de que se tratara de alguna enfermera pero tal es mi sorpresa al ver Bam con compañía, su novio.

Parpadear fue el instinto natural al que mi cuerpo recurrió para poder enfocar mi vista lo mejor posible, aún no creía lo que mis ojos veían, mis manos temblaron en un vago intento de señalar a la pareja para comenzar a hablar pero me detuve, los recuerdos comenzaron a invadir mi cabeza con rapidez haciéndome cerrar los ojos un momento por lo abrupto que había sido, entonces todo cobro sentido y me sentí estúpido, tonto por caer en la misma droga en cada vida, intentar salir del dolor todo a través de dejar de sufrir, de sentir, una escapatoria fácil.

— Vaya idiota que eres. —Reprendió con un poco de rencor la chica delgada, me permití analizarla más de lo debido y me dí cuenta que parecía renovada desde la última vez que nos habíamos visto.

Tuve que parpadear varias veces, intentando procesar la información para que mínimo un conjunto de palabras salieran de mi boca. — ¿Eh?

La chica rodó los ojos cansada de rodeo, yendo al grano. — Te desmayaste gracias a la mala alimentación que tienes, —Informó con cierta molestia —¿Sabías que es necesario alimentarse diariamente para poder mantener una buena salud y tener energía? —Aquello sonó más a sarcasmo que a cualquier otra cosa, pero aún así mi mente no pudo procesar aquello, porque yo no estaba ahí por mala alimentación, si no más bien por el conjunto de pastillas consumidos en gran cantidad, una revolución en el sistema como tal.

Destinado [Bnior] EDITADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora