Capítulo 14. ¿Error olvidado?

1M 71.9K 17.5K
                                    

Una parte de mí no quería admitirlo, pero gracias a los cuidados de Frank me sentía mucho mejor. Ayer había sido uno de mis peores días, jamás me había sentido tan enferma en toda mi vida. No me consideraba una persona enfermiza, pero esta vez mis defensas me traicionaron. Seguía sorprendida, preguntándome de dónde había sacado las agallas al decir que necesitaba su ayuda a la hora de ducharme.

Supongo que la valentía apareció gracias a la fiebre. Fue un momento embarazoso, pero no tenía otra opción. Mi cabeza iba a explotar si la temperatura no bajaba. Pero me puse nerviosa cuando sus brazos me rodearon para ayudarme a mantener el equilibrio.

Antes de dormir, pensé en ir hasta su habitación para darle las gracias, pero dos cosas me lo impedían: una, estaba agotada y me costaba incluso levantarme, y dos, no quería tener la oportunidad de encontrarme con su abdomen desnudo de nuevo, así que opté por mandarle un mensaje.

No esperaba a que respondiera, sin embargo, cuando leí su mensaje, me sonrojé. Decía: «soy tu enfermero».

Bien, pues no era tan malo ponerte enferma si tenías un Frank que te atendiera.

***

A la mañana siguiente el sol decidió no salir, y el cielo apareció completamente nublado. Aún sentía una pequeña punzada en mi cabeza por el dolor, pero no era nada comparado con la jaqueca de ayer. Bajé las escaleras y fui a la cocina para prepararme un sándwich.

Mamá ya se había ido a trabajar, pero antes de irse había pasado por mi habitación para comprobar que estuviera bien. Estaba comiéndome el sándwich cuando Melina entró a la cocina.

—Hola —Mostré una sonrisa de boca cerrada.

—Hola, ¿cómo te encuentras? —preguntó mientras abría y cerraba las puertas de los armarios.

—Mucho mejor. Gracias por preguntar —dije, y di un sorbo a la bebida.

—¿Así que, Frank cuidó de ti?

Sonreí, recordando el caldo de pollo. ¿Quién iba a pensar que él sabía preparar algo más que un simple sándwich?

—Sí, fue muy atento. —Me encogí de hombros, aparentando indiferencia. Melina no necesitaba saber que me duché con Frank presente.

—¿Qué fue lo que te causó la fiebre? —preguntó de repente. Había logrado convencer a mamá de que era porque estaba baja de las defensas. Omití decir que Frank me había dejado bajo la lluvia un montón de tiempo. Melina se giró hacia mí y arqueó las cejas—. ¿Frank tuvo algo que ver?

—No —mentí, negando la cabeza—. Tal vez me sentó mal algo que comí.

Dejó de preparar el desayuno y soltó un suspiro.

—¿Qué hizo? —insistió, ignorando mis falsas excusas.

Podía decírselo, de cualquier manera, ya lo sospechaba. Le conté lo que había pasado, saltándome la parte del beso y la humillación. No tenía por qué entrar en detalles. Se sentó frente a mí, con su desayuno y me miró sin una pizca de asombro.

—¿No se ha disculpado?

Realmente no esperaba una disculpa formal de su parte. La posibilidad de escuchar un «lo siento» de su boca era casi nula. Frank se inclinaba a arreglar sus errores haciendo alguna cosa para enmendarse, y creo que eso era aceptable.

Negué con la cabeza, tomé una manzana del frutero y le di un pequeño mordisco.

—Me disculpo por él —dijo ella, avergonzada, mientras comía su desayuno.

—Oh, no, no es culpa tuya que él sea un estúpido idiota... —Me detuve en seco y la miré, haciendo una mueca—. Lo siento, no quise decir...

El Huésped ✅ [ Disponible en físico ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora