Capítulo 34. Tentación interrumpida

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Era sábado por la tarde. Llevaba todo el día, desde por la mañana buscando un vestido apropiado esa. Me había levantado temprano con la esperanza de encontrar uno en mi vestidor. Pero solo tenía dos vestidos, y ambos parecían atuendos para ir de funeral.

Tras superar una mini-depresión por no tener qué ponerme, llamé a Karina. En menos de una hora ya estaba en mi puerta. Le pedí que me acompañara a ir de compras. No era experta en moda, y para elegir un vestido necesitaba la opinión de mi mejor amiga.

Mucho antes de irme, había ido a la habitación de Frank para ver cómo seguían sus heridas. Pero, para mi sorpresa, estaba dormido. Al verlo acostado en la cama con las sábanas enredadas en los pies y el pecho desnudo, me entraron ganas de olvidarme de las comprar y quedarme sentada como una idiota mirándolo mientras dormía.

Pero luego pensé que, si Frank despertaba y me encontraba ahí observándolo, pensaría que era una psicópata, así que limité a darle un pequeño beso en la mejilla y me fui.

Cuando llegamos a la tienda de ropa, me estresé. Karina comenzó a buscar varias opciones, pero en su mayoría no eran de mi gusto. Me mostró diferentes vestidos, de diferentes colores y medidas, y utilicé el probador tantas veces que ya comenzaba a odiarlo.

Ningún vestido acababa de gustarme. Buscaba algo sencillo, pero a la vez elegante y que no fuera demasiado corto ni escotado. Pero, al parecer, en esa tienda solo tenían vestidos idénticos al que Daniela usó aquella vez, que, por cierto, no le duró mucho, ya que tuve la dicha de destrozárselo con las manos.

Y lo que menos quería era parecerme a ella en nada, y menos en su forma de vestir.

―Alexa, ya te has probado la mitad de los vestidos de la tienda y no te decides ―se quejó, Karina, agitando histérica los brazos.

―Este es feísimo ―dije, refiriéndome al horrible vestido azul chillón que llevaba puesto.

―Se te ve bien.

―¡Qué dices! Voy prácticamente desnuda.

Karina soltó un suspiro y se llevó las manos a la cara para calmarse. Después se levantó del pequeño sofá de piel y se dirigió a la última sección de vestidos que nos faltaba por ver.

Me sentía estresada, enojada y patética.

«¡Es solo un vestido, Alexa! No actúes como si estuvieras tratando de evitar el fin del mundo», pensé.

Esa estúpida vocecita me puso de mal humor. Pero tenía razón. Yo no era presumida, como otras chicas; en cualquier otra situación, elegiría un vestido cualquiera, sin pensármelo demasiado, pero esta vez, aunque me costara admitirlo, quería impresionar a Frank. Por eso me sentía tan frustrada al no encontrar algo adecuado para la ocasión.

Ahora entendía el nerviosismo de las chicas que están a punto de casarse y no encuentran su vestido de novia ideal... Ufff, ¿por qué me estaba con una novia a punto de casarse?

Gruñendo de desesperación, entré de nuevo en el estúpido probador.

«¡Solo a ti se te ocurre dejar la comprar del vestido para el mismo día de la fiesta!», me reñí.

Me quité el asqueroso vestido (si es que se le podía llamar así a una prenda que solo cubría un veinte por ciento de mi cuerpo) y lo dejé en la silla que se encontraba en el rincón.

―Estos tres son los últimos. Si no te gusta ninguno, tendremos que ir a otra tienda ―me dijo Karina, y luego me lanzó los vestidos por encima de la puerta.

Los tomé y fui examinándolos uno por uno. El primero era gris con lentejuelas, descartado. El segundo era de un amarillo mata pupilas, descartado. El tercero era turquesa... Lo sujeté bien y lo puse frente a mí para observarlo con detenimiento.

El Huésped ✅ [ Disponible en físico ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora