Capítulo 41. Enfrentando el dolor

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No sabía cómo describir el dolor que me atravesó. Tuve que ignorar todo a mi alrededor para poder procesar sus palabras y su significado. ¿Se iba? ¿Para siempre o solo temporalmente?

Sorprendida y confundida, di un paso hacia atrás. Me faltaba aire.

―No puedes irte ―susurré, abrazándome a mí misma, intentando hacer desaparecer el vacío que me rodeaba.

Frank suspiró. Lo miré. Su rostro reflejaba frustración y tristeza. Se acercó a mí para abrazarme con sus fuertes brazos. Apoyé mi mejilla en su pecho, y las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Parpadeé y me cayeron por la cara.

No podía irse. Nos costó tanto darnos cuenta de lo que sentíamos el uno por el otro, y ahora sucedía esto. Era injusto.

La mano de Frank subía y bajaba por mi espalda tratando de tranquilizar mis sollozos, pero sus palabras aún seguían clavadas en mi mente como espinas. Tenía que hablar con mi padre, hacerle entender que estaba enamorada de Frank y que no permitiría que lo alejara de mi lado; no después de todo por lo que habíamos pasado.

Habíamos tenido que superar los problemas que Daniela y Fernando nos causaron para separarnos y ahora era mi padre quien quería romper nuestra relación.

Cerré los ojos y me concentré en el calor que me proporcionaba su cuerpo. La calidez y la dulzura que me regalaba. Estar a su lado era lo único que necesitaba.

―No puedo... ―La voz de Frank despertó mis sentidos.

Retiré mi mejilla de su pecho y lo miré alarmada. La seguridad de sus palabras me llegaron al fondo de mi alma. No podía darse por vencido. ¿Se alejaría tan fácilmente y me dejaría con este dolor, sin intentar luchar por lo nuestro?

Se percató de mi preocupación y rápidamente sujetó mi cara con suavidad, mirándome como si yo lo fuera todo para él.

―Le dije a tu padre que me iría. ―Hizo una pausa para dejar salir un suspiro―. Pero no puedo, no puedo separarme de ti.

Un inmenso alivio me embargó. No me había equivocado. Frank me quería más o igual que yo a él. No era igual que los demás chicos que había conocido.

Juntos, podíamos enfrentarnos a cualquier persona que intentara separarnos. Sin importar que esa persona fuera de mi familia.

―Y si tengo que secuestrarte para estar juntos, lo haré ―añadió, muy seguro de sí mismo.

Sonreí levemente. No me importaría que me raptara e irme lejos, siempre y cuando estuviéramos juntos. Lo abracé con fuerza demostrándole que nada ni nadie nos podría separar. Él apoyó su barbilla en mi cabeza mientras me apretaba contra él.

En esto, mi madre apareció con una suave sonrisa, subiendo las escaleras.

―No tienes por qué irte, Frank. Benjamín está muy molesto, pero yo creo que solo hay que darle tiempo para que asimile la situación.

Sus compresivas palabras me ayudaron a sentirme esperanzada. Pensé que ella se pondría del lado de mi padre, pero, afortunadamente, entendió que yo ya tenía la edad suficiente para tomar mis propias decisiones.

―Si papá insiste en que Frank se vaya, yo me iré con él ―dije sin alejarme de sus brazos.

Mi madre frunció el ceño y se quedó pensativa.

Yo no quería llegar a esos extremos, pero me vería obligada a ello si mi padre no aceptaba mi relación.

Mamá soltó un suspiro y asintió.

―Heredaste mi carácter, Alexa ―dijo sonriendo, y luego se fue.

Frank depositó un beso en mi coronilla y después lentamente me apartó.

El Huésped ✅ [ Disponible en físico ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora