Capítulo 38. Sobre todas las cosas

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Toda la alegría y la paz de la noche desaparecieron de repente y fueron sustituidas por enojo y desconfianza. ¿Qué estaba haciendo Daniela en mi casa a esas horas? Más valía tener una buena razón.

Bajé de nuevo los escalones y me acerqué a Melina para continuación abrir la puerta completamente.

―No tienes nada que hacer en mi casa ―le dije, molesta.

Daniela sonrió como si le hiciera gracia lo que acaba de decir.

―Necesito hablar con Frank ―contestó, echándose hacia atrás su asqueroso pelo.

―Nosotras nos vamos ―escuché decir a mi madre.

Asintiendo, Melina se alejó de la puerta y caminó hacia su habitación. Logré sentir la mano de mi madre en mi brazo.

―Vamos, Alexa. ―Tiró suavemente de mí.

¿En serio? Estaba muy equivocada si pensaba que me iba a ir a mi habitación y a dejar a Frank solo con Daniela.

Me solté bruscamente de su agarre y la encaré.

―Me quedaré aquí.

―Quiere hablar con Frank, no contigo ―me dijo, y alzó las cejas tratando de mantener la compostura.

―Alexa puede quedarse, señora Owens ―intervino Frank mientras caminaba hacia nosotras.

Mi madre lo observó por un momento y luego se volvió hacia mí.

―No quiero follones, ¿de acuerdo?

Dicho esto, desapareció de la sala, no sin antes lanzarme una última mirada de advertencia.

Frank se colocó a mi lado y miró a Daniela con el ceño fruncido.

―¿Qué quieres?

―Sabes perfectamente por qué estoy aquí ―dijo ella, mirándose las uñas postizas.

―¿De qué estás hablando? ―preguntó Frank, confundido.

Daniela apartó la vista de su manicura y me miró.

―¿Quieres que lo diga delante de Alexa?

Estaba perdiendo la paciencia.

―Dilo de una vez ―le espeté, molesta―. Ahórrate el suspense.

Se rio y se cruzó de brazos.

Intentaba guardar la compostura. Pero ver a Daniela mirándome con compasión me hacía querer vomitar en su cara.

―Olvidé mi sujetador ―dijo tan tranquila.

Me reí.

―¿Qué te hace pensar que está aquí? Tal vez se quedó en el apartamento de Fernando o en alguna otra casa ―contesté.

―Dejé mi sujetador en tu coche ―dijo, dirigiéndose a Frank.

En ese momento sentí ganas de ahogarla. Pero después en mi mente se fueron uniendo algunas y recordé lo mucho que Frank había tardado en llegar a la fiesta...

Me giré lentamente hacia él. Su rostro permanecía inexpresivo, pero, poco a poco, mientras procesaba el comentario de Daniela, su ceño se fue profundizando.

Sentí lo mismo que el día en el que la encontré con Fernando.

―No sé de qué estás hablando ―dijo Frank entre dientes.

―¿No me digas que ya no recuerdas cuando estuve dentro de tu coche hace unas horas?

La voz de Daniela resonaba en mis oídos, pero no podía mirarla. Mi atención estaba enfocada en Frank.

El Huésped ✅ [ Disponible en físico ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora